Nelofobia (miedo al vidrio): síntomas, causas y tratamiento

Este trastorno de ansiedad es una fobia que llega a dañar mucho la calidad de vida de las personas.

Nelofobia
Un tipo de fobia poco frecuente.Unsplash.

La nelofobia es el miedo persistente e intenso al vidrio. Puede ser descrita como una fobia de tipo específico, y como tal, existen muchos elementos que pueden provocarla. Así mismo existen distintas maneras de disminuir las respuestas de ansiedad de la persona.

En este artículo veremos qué es la nelofobia, de qué otra manera se denomina, cuáles son sus causas principales así como algunas estrategias para su evaluación y tratamiento.

Nelofobia: miedo al vidrio

La nelofobia es el miedo persistente e intenso al vidrio. Al tratarse de una fobia, este miedo se presenta de manera irracional, es decir, no se justifica por los códigos culturales de la persona. Otro de los términos utilizados para hacer referencia a la fobia al vidrio, son “hielofobia” o “hialofobia” y “cristalofobia”.

El término “hialofobia” es uno de los sinónimo de la nelofobia que más se utiliza. Se compone del griego “ýalos” que significa “cristal”, y “fobos” que significa “miedo” o “temor”. En tanto que se trata de un miedo no generalizado, sino que se manifiesta ante un estímulo específico (el vidrio), esta podría ser considerada una fobia de tipo específico.

Como tal, este miedo se considera fobia específica cuando la anticipación, la evitación o el malestar relacionado con el estímulo interfiere de manera importante la rutina cotidiana de la persona (sus responsabilidades académicas, laborales, personales, etc.), y esto mismo no se puede explicar por otros diagnósticos como el Trastorno Obsesivo-Compulsivo, el estrés postraumático o la fobia social.

Finalmente, la persona puede tener conciencia de que su miedo resulta excesivo, aunque no necesariamente.

Síntomas

En general, los principales síntomas de las fobias específicas son aquellos relacionados con una respuesta intensa de ansiedad. Están provocados por la activación del sistema nervioso autónomo una vez que la persona se ha expuesto al estímulo e incluye manifestaciones como sudoración, hiperventilación, aumento del ritmo cardíaco, disminución de la actividad gastrointestinal, y en algunos casos puede desencadenarse un ataque de pánico. Esto es más común cuando el estímulo que causa la fobia no presenta oportunidades significativas de ser evitado.

En el mismo sentido, las fobias específicas causan algunas manifestaciones de tipo secundario, que son las que no se observan con facilidad, pero sí pueden repercutir negativamente en la funcionalidad de la persona. Se trata por ejemplo de conductas evitativas y defensivas constantes.

Así mismo, el miedo está causado por percibir la posibilidad de daño, que en el caso de la nelofobia podría ser el sufrir alguna herida causada por el vidrio. No obstante, otro tipo de fobias específicas pueden estar causadas por una preocupación distinta, relacionada con hacer el ridículo, perder el control, experimentar sensaciones físicas desagradables o sufrir un ataque de pánico.

Probables causas

Una de las teorías explicativas más aceptadas sobre el desarrollo de fobias es la teoría de la preparación, que dice que basta con haber tenido una experiencia aversiva directa o indirecta con el estímulo para aumentar la probabilidad de que un miedo se convierte en fobia. Dicho de otra manera, una de las causas de las fobias específicas es haber tenido una experiencia negativa directa ante el estímulo, o bien haber sido testigos de esta experiencia.

En el caso de la nelofobia se trataría por ejemplo de haber tenido alguna herida o accidente donde el vidrio estuviera involucrado, o haber visto que alguien más la sufriera.

En la misma línea, otro de los elementos que puede aumentar la probabilidad de desarrollar un miedo fóbico es la gravedad y la frecuencia de las experiencias negativas, es decir, qué tanto daño real provocó la exposición al estímulo y cuántas veces ha ocurrido esto. Así pues, es más probable desarrollar miedo a estímulos que representan una amenaza importante para la integridad física y la estabilidad biológica.

No obstante, algunos estudios han reportado que no siempre se cumple dicho criterio. Existen temores que no se corresponden con el historial de experiencias negativas directas e indirectas, con lo cual, es importante contar con una evaluación profunda sobre la forma en la que se ha transmitido, adquirido y consolidado la información amenazante.

Evaluación

La evaluación clínica debe iniciar por explorar cuáles son las situaciones temidas y evitadas, así como las conductas que están generando problemas en términos de funcionalidad. Por ejemplo las expectativas de peligro (el nivel cognitivo), las conductas evitativas o defensivas (la dimensión motora), el grado de respuesta de ansiedad (dimensión fisiológica), y la experiencia de miedo (el nivel emocional).

Posteriormente es importante detectar qué elementos del problema se están agravando, o bien reduciend , especialmente con respecto al estímulo. Esto se refiere, por ejemplo, a evaluar la frecuencia de exposición ante el estímulo y el grado de peligrosidad que representa, así como las alternativas de escape relacionadas. En el caso de esta fobia se trataría de determinar el nivel de exposición de la persona a los entornos con vidrio, qué tan riesgosos pueden ser y qué alternativas de reducción de riesgos existen.

Así mismo es importante conocer la historia de vida de la persona y las asociaciones realizadas con respecto al estímulo que percibe como nocivo. A partir de ahí, detectar los recursos y estrategias de enfrentamiento para determinar qué factores es necesario reforzar, disminuir o acompañar.

Tratamiento

Sobre el tratamiento, la teoría de la explicación no asociativa, que dice que las fobias pueden generarse sin necesidad de aprendizajes asociativos, ha postulado que la respuesta de miedo puede disminuir cuando la persona se expone de manera no negativa y repetida a los estímulos temidos.

En el mismo sentido, algunas de las técnicas más utilizadas son las técnicas de relajación, la desensibilización sistemática, las técnicas de imaginación, la exposición mediante realidad virtual, el modelo de exposición vicaria, entre muchas otras.

La eficacia de cada una depende en gran medida de la intensidad de la respuesta de ansiedad así como de la historia personal y el grado de riesgo que representa el estímulo fóbico.

Referencias bibliográficas:

  • Bados, A. (2005). Fobias específicas. Factultat de Psicología. Departament de Personalitat, Avaluació i Tractament Psicològics. Universitat de Barcelona. Recuperado 24 de septiembre de 2018. Disponible en http://diposit.ub.edu/dspace/bitstream/2445/360/1/113.pdf.
  • Hyelophobia (2017). Common-phobias.com. Recuperado 24 de septiembre de 2018. Disponible en http://common-phobias.com/Hyelo/phobia.htm.
  • Nelophobia (S/A). Phobia wiki. Recuperado 24 de septiembre de 2018. Disponible en http://phobia.wikia.com/wiki/Nelophobia.

Psicóloga | Redactora especializada en Psicología Social

Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.

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