​Miedo a los penes (falofobia): causas, síntomas y tratamiento

Una fobia específica poco común pero que puede ser tratada eficazmente.

Las fobias son unos de los motivos más frecuentes por los que los pacientes visitan al psicólogo.

Existen diferentes tipos de fobias, y dentro de los trastornos fóbicos específicos podemos encontrar la hidrofobia (miedo al agua), aerofobia (miedo a volar) o la aracnofobia (miedo a las arañas), entre otros. Una de las fobias específicas no tan habituales pero que resulta muy curiosa es la falofobia, el miedo irracional a los penes.

En este artículo hablaremos de esta fobia y profundizaremos en cuáles son sus síntomas, sus causas y su tratamiento.

Qué es la falofobia

La falofobia suele englobarse dentro de las diferentes fobias sexuales o erotofobias, entre las que también destacan la coitofobia (miedo a las relaciones sexuales), gimnofobia (miedo a la desnudez) o la hafefobia (miedo al contacto o a ser tocado), entre otras. Suele considerarse una fobia sexual porque muchas personas que la sufren, especialmente en el caso de las mujeres, evitan el contacto sexual para no tener que hacer frente al estímulo fóbico. Ahora bien, tanto hombres y mujeres pueden sufrir este tipo de fobia.

El miedo irracional es tanto hacia los penes flácidos como erectos (medortofobia). El pene, ya sea erecto o no, es algo natural y la mayoría de las personas así lo entienden. Sin embargo, hay hombres y mujeres que temen ver, pensar o tener un pene erecto. Para muchas personalidades fóbicas, esto puede causar mucha ansiedad y malestar, lo que les causa que eviten estas situaciones incómodas.

Causas: las situaciones traumáticas

Generalmente se acepta que las fobias surgen de una combinación de eventos externos (es decir, eventos traumáticos) y predisposiciones internas (es decir, herencia o genética), aunque tiene mucho más peso la primera opción. Es decir, muchas fobias tienen su origen en un evento desencadenante del pasado, generalmente una experiencia traumática que ocurre a una edad temprana. Por ejemplo, la fotofobia puede tener su origen en una mala relación sexual del pasado, que le haya provocado un gran dolor a la persona que la sufre.

El aprendizaje de fobias ocurre por condicionamiento clásico, un tipo de aprendizaje asociativo. 

El origen biológico de las fobias

Si bien esto se suele cumplir casi en todos los casos de fobia específica, las fobias sociales y agorafobia pueden tener causas más complejas.

En cuando a las causas biológicas, parece ser que el cuerpo está diseñado para temer a ciertos estímulos como forma de supervivencia. Algo que quizás haya sido muy útil en el pasado, pero no tanto en nuestros días. Por tanto, las fobias ocurrirían por asociaciones primitivas y no cognitivas, y los argumentos lógicos serían poco eficaces para modificar estas asociaciones.

Síntomas

Los síntomas de las fobias son comunes en todos los tipos de fobia, pues estas patologías pertenecen al grupo de trastornos de ansiedad. Es por eso que el principal síntoma es la ansiedad y el malestar, y la principal característica que presentan los pacientes con fobia es la evitación del estímulo temido.

El estímulo fóbico produce un gran miedo y ansiedad, y por eso la persona procura mantenerse alejado de cualquier situación en la que pudiera sentirse así. Si las relaciones sexuales incluyen la posibilidad de ver el estímulo fóbico, los pacientes con falofobia evitan tener relaciones sexuales y, por tanto, presentan serias dificultades en sus vidas amorosas.

De manera resumida, la falofobia presenta los siguientes síntomas:

  • Síntomas físicos: hiperventilación y falta de aire, hipersudoración, taquicardias, temblores, escalofríos, opresión en el pecho, boca seca, dolor de estómago, mareos, dolores de cabeza....
  • Síntomas psicológicos: pensamientos distorsionados y catastrofistas y una gran ansiedad, malestar y miedo.
  • Síntomas conductuales: conductas evitativas ante la presencia del estímulo fóbico: los penes.

Tratamiento

Como cualquier fobia, el tratamiento psicológico puede ser muy efectivo. La psicoterapia, por tanto, es la mejor opción, aunque en casos extremos también pueden aplicarse fármacos.

Los psicólogos suelen emplear diferentes técnicas para el tratamiento de este trastorno, y suele funcionar muy la terapia cognitivo conductual, que pretende corregir aquellas creencias o comportamientos que interfieren en el bienestar del paciente. Las técnicas más utilizadas suelen ser la técnicas de relajación y las de exposición. En cuanto a estas últimas, destaca la desensibilización sistemática, que consiste en exponer al paciente de manera gradual a las situaciones temidas mientras aprende herramientas adaptativas. Además, el terapeuta puede ayudar al paciente a entender la función natural del cuerpo humano y por qué las erecciones tienen lugar, lo que significan y lo que no significan.

En los últimos tiempos, las terapias contextuales como el Mindfulness o la Terapia de Aceptación y Compromiso están resultando muy efectivas para el tratamiento de cualquier tipo de trastorno de ansiedad, pues ayudan a que el paciente acepte la experiencia ansiosa y, de esta manera, disminuya la intensidad de los síntomas. La hipnoterapia también puede funcionar muy bien para algunos pacientes.

En casos graves, además, pueden administrarse fármacos recetados por un psiquiatra, pero esta opción terapéutica siempre debe ir acompañada de la psicoterapia, pues los estudios muestran que no es efectiva a largo plazo si se lleva a cabo como única forma de tratamiento.

Las nuevas tecnologías y el tratamiento de las fobias

En las últimas décadas, las nuevas tecnologías han irrumpido en nuestras vidas de diferentes maneras. Ahora es posible comprar muebles por internet, leer el diario del día desde el ordenador, estudiar un máster sin la necesidad de acudir a la universidad o realizar terapia psicológica online. 

Además, es posible tratar las fobias desde el propio móvil, puesto que en las últimos años han aparecido aplicaciones que utilizan la realidad virtual y la realidad aumentada para exponer al paciente a los estímulos fóbicos.

Psicólogo de las organizaciones

Licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Máster en Recursos humanos y experto en comunicación empresarial y coaching. Posgrado en Nutrición y Alimentación Sanitaria y Social por la UOC. Especialmente interesado en el bienestar y el deporte.

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