Henri Wallon: biografía del fundador de la Psicología Genética

Estudioso de la historia genética de cada individuo, fue uno de los grandes psicólogos modernos.

La perspectiva genética es uno de los rasgos esenciales que definen la psicología de Henri Wallon. Podemos decir que es el fundador de la psicología genética, una original forma de entender la mente del individuo a través de su historia.

Vamos a repasar las ideas clave más importantes para entender la ambiciosa teoría de Wallon sobre cómo se genera y se desarrolla la mente humana desde la infancia y los primero estadios del crecimiento. Repasaremos su biografía y sus principales descubrimientos y teorías.

Biografía de Henri Wallon

Wallon, psicólogo y filósofo francés nacido en 1879 y fallecido en 1962, es considerado un “fundador olvidado” de la psicología moderna, junto con FreudPiaget. Probablemente debido a su ideología marxista, que empapa toda su teoría, y a la importancia que cobraron otras obras de la época traducidas al inglés.

Wallon creía que no era posible estudiar la mente de otra forma que no fuese conjunta. Mientras que los estructuralistas intentaban estudiar cada componente de la mente por separado, él juntó afectividad e inteligencia y estudió la psique como un todo.

Consigue terminar con el dualismo clásico de la psicología: la psicología de la mente, de las funciones mentales, versus la psicología más física, la del estudio del sistema nervioso. Wallon insiste en que ambos aspectos no sólo coexisten sino que se complementan. Es imposible entender al ser humano si no es a través de sus facultades y su sistema nervioso.

A esta conciliación de opuestos se le llama materialismo dialéctico, una herencia marxista. Por eso, cuando hablamos de Wallon, decimos que es un psicólogo dialéctico-genético. Dialéctico porque propone un “diálogo” entre lo tradicionalmente opuesto, y genético porque lo más importante para entender la mente es concebirla desde la génesis.

La Psicología Genética

¿Qué entendemos exactamente por Psicología Genética? El propio Henri Wallon la definió con la siguiente aseveración: “la psicología genética es la que estudia el psiquismo en su formación y en sus transformaciones”.

La psicología genética de Wallon es un método de análisis original. De igual forma que su contemporáneo Piaget, criticó el enfoque ahistórico de los psicólogos gestálticos. Wallon fue muy consciente de la necesidad de estudiar la mente y su desarrollo desde que nace para entenderla tal como se presenta en la adultez, como el resultado de una historia de transformaciones. Aquí dibuja un paralelismo con Vygotsky, que también pone énfasis en el descubrimiento de la génesis de la conducta para explicar su desarrollo.

Entonces, ¿es Wallon es un psicólogo infantil? Aunque habló de la mente humana a través de las características del niño, lo hizo porque afirmaba que sólo a través de la comprensión de la psique infantil y su evolución podría conocerse la mente adulta. Que no tenía sentido estudiar la psicología del hombre adulto una vez formada y consolidada, sería como intentar aprender cómo se pinta un cuadro contemplándolo una vez terminado.

El desarrollo del niño según Wallon

Wallon asume una serie de principios que marcan el desarrollo. Para él, aunque la evolución del niño se da en muchas direcciones a la vez, siempre hay una función que destaca y es característica de cada etapa.

Tampoco es partidario de un enfoque cuantitativo del desarrollo. Muchos psicólogos entendieron al niño como un adulto al que aún le faltan algunas funciones específicas, una postura egocéntrica que ve al infante como un adulto en potencia que suma hitos del desarrollo. Wallon defiende que hay que ver el desarrollo tal como es, y no por lo que “llegará a ser”, observando las respectivas etapas evolutivas y teniendo en cuenta las diferencias entre ellas.

Wallon se da cuenta de que el desarrollo no es una línea contínua; las actividades características de una etapa no siempre continúan en la siguiente, con frecuencia surgen otras que las sustituyen o se convierten en contrarias. Propone que el desarrollo es oscilante: cada etapa está marcada por una orientación hacia dentro o hacia fuera, y esta característica va alternándose en cada estadio.

1. Etapa de impulsividad motriz (0-6 meses)

La etapa recibe el nombre de la principal actividad que el niño lleva a cabo: responder a impulsos externos e internos y ejecutar movimientos como una forma de descarga de energía. Es una etapa orientada hacia dentro, o centrípeta como Wallon dice.

2. Etapa de desarrollo emocional (7-12 meses)

En esta etapa centrípeta, el niño desarrolla las respuestas emocionales que le permitirán interactuar con su entorno social en la forma más primitiva. Los niños, a través de la expresión emocional, establecen contacto con los demás y empiezan a formar parte, gradualmente, de un mundo de significados compartidos.

Para Wallon las emociones tienen su origen en las sensaciones internas que experimenta el recién nacido, o incluso el feto. Estos estados afectivos globales se ven reflejados en actividades motoras (por ejemplo, en el niño sacudiendo los brazos cuando está contento) que los demás interpretan como una representación de un estado interno, enfatizando la función social. Es a través de esta socialización que las emociones pasan de ser simples reacciones fisiológicas a expresiones comunicativas.

3. Etapa sensoriomotriz y proyectiva (2-3 años)

En esta etapa el niño empieza a explorar el mundo físico que lo rodea gracias a las nuevas habilidades lingüísticas y de locomoción. Es, por lo tanto, una etapa centrífuga. Según Wallon, el infante siente la necesidad de investigar su entorno. Dado que la sensibilidad ya está bien desarrollada, lo hará a través de los sentidos. Cogerá objetos y se los llevará a la boca para explorarlos mejor.

Es en esta etapa, además, que participa en lo que Wallon llama “juegos de alternancia”. Son juegos por turnos donde el niño alterna entre dos polos de la misma situación: la posición activa y la pasiva. Por ejemplo, jugar a pillar y después jugar a ser pillado, esconderse y después buscar al escondido, lanzar una pelota y recibirla. Esto refleja la capacidad del niño de separar su existencia de la de los demás. De reconocerse como un “yo” y empezar a cristalizar su ego diferente a los otros.

4. Etapa del personalismo (3-6 años)

Es una etapa centrípeta marcada por el individualismo. El uso de la primera persona, la apropiación de todos los objetos que ve y el oposicionismo son un reflejo de la cristalización del ego del niño. El infante empieza a exhibir características narcisistas y busca la aprobación de los demás. En último término, no contento con su propia conducta, empieza a buscar modelos de conducta en los demás y adquiere un nuevo repertorio a través de la imitación.

5. Etapa categorial (6-11 años)

La última etapa de la infancia se caracteriza por el uso de lo intelectual en lugar de lo afectivo. La escolarización permite que tomen protagonismo las habilidades intelectuales como la memoria, y la atención. Al desarrollarse la inteligencia, es capaz de crear categorías y, más adelante, pensar de forma abstracta.

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