Las 7 diferencias entre tristeza y depresión

Explicamos las diferencias y las similitudes entre estos dos conceptos.

Son dos conceptos distintos y a la vez con múltiples puntos en común. Dos ideas que se suelen malinterpretar y confundir demasiado a menudo.

Se trata de la tristeza y la depresión, dos términos que hoy nos proponemos aclarar y diferenciar de una vez por todas. Estas diferencias no solo se circunscriben a la expresión emocional de ambas sensaciones, sino que también tiene que ver con las causas psicológicos y psicofisiológicas que dan pie a cada una de ellas.

Tristeza y depresión: una confusión dañina

Existe una confusión terrible entre ambos términos, tristeza y depresión. Vamos a definir ambos conceptos y aclarar las dudas recurrentes sobre sus semejanzas y diferencias.

Los signos y síntomas que producen la depresión y la tristeza pueden ser complicados de diferenciar para una persona a pie poco formada en el tema. Por suerte, los profesionales de la salud mental sabemos que, en base a un buen número de investigaciones, científicas, existen ciertos signos y señales de distinta índole que nos permiten diferenciar entre estos dos estados.

A modo de resumen, podemos explicar hasta seis puntos básicos para saber cuándo estamos ante una persona triste, o bien ante alguien que padece un trastorno depresivo.

1. La depresión es un trastorno psicológico

La depresión es una psicopatología en la que, por distintas causas y razones, la persona afectada manifiesta ciertos síntomas: tristeza, apatía, angustia, sentimientos de desesperanza…Es decir, que la tristeza es solo una de las facetas de la depresión.

Mientras que la tristeza es un estado mental pasajero, las personas que sufren un cuadro depresivo están en una situación crónica de malestar y desazón. Para ser diagnosticada con depresión, una persona debe estar por lo menos seis meses con este tipo de cuadros sintomatológicos.

2. La tristeza es un estado mental relativamente pasajero

Otra de las diferencias entre la tristeza y la depresión tiene que ver con la temporalidad. El sentimiento de tristeza es un estado psicológico relativamente habitual, y que no es por sí mismo indicador de ningún trastorno mental. Es, sencillamente, la reacción psicológica ante algo que nos ha herido o ante unas circunstancias difíciles de las que nos parece complicado escapar. La aparición de la tristeza, el llanto y los lloros es algo totalmente normal.

La tristeza es una más de las emociones humanas, y no es mala ni nos debe preocupar en exceso que alguien esté triste durante unos días. Podemos estar tristes cuando perdemos a un familiar o a un amigo cercano, podemos sentir tristeza cuando se nos trunca un plan e incluso podemos sentirnos así sin motivo aparente, tal vez por un cambio hormonal o porque nos hemos levantado con un estado de ánimo bajo.

Por tanto, una de las diferencias entre la tristeza y la depresión es que la primera es de esperar, mientras que pocas personas desarrollan depresión a lo largo de su vida.

3. Pruebas de neuroimagen

Tal como vemos en la imagen de debajo de estas líneas, las personas con depresión tienen un nivel de activación en varias zonas del cerebro claramente inferior a las personas sanas. A través de distintas técnicas de neuroimagen podemos observar que el cerebro depresivo se diferencia claramente del cerebro sano.

Además, los niveles de serotonina son mucho más bajos en las personas que padecen un cuadro depresivo, lo cual influye en gran cantidad de procesos mentales. Una persona triste, en cambio, no experimenta cambios tan radicales ni duraderos en sus dinámicas de activación cerebral.

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4. La abulia

La abulia se caracteriza por afectar a las personas con depresión, y dejarlas totalmente (o parcialmente) incapacitadas para enfrentarse a la vida diaria. Ir al trabajo, a comprar o a hacer una gestión se torna una misión imposible para los pacientes con este tipo de cuadros.

De algún modo, las personas con depresión sienten que no hay nada por lo que merezca la pena moverse, y actúan en consecuencia con esta idea. Les falta iniciativa para lo más básico, desde peinarse hasta salir a la calle.

La abulia y los distintos efectos en la conducta de las personas con depresión no es algo que escojan por sí mismas. La causa de estas manifestaciones conductuales se encuentra en el deterioro del sistema nervioso e inmunológico. La abulia puede ser común tanto en personas que están tristes como en personas con depresión. La diferencia se encuentra en que las personas depresivas presentan esta apatía durante semanas e incluso meses.

5. Cuando la tristeza llega demasiado lejos

En algunas ocasiones, la tristeza prolongada en el tiempo puede conducir a un caso de depresión. El deterioro progresivo en la calidad de vida de la persona afectada puede notarse porque se vuelve incapaz de hacer sus tareas cotidianas, se muestra afectado (lloros, aislamiento) de forma frecuente y se ven muy limitados por su estado psicológico.

Si esta situación perdura durante varios meses, es posible que la persona esté inmersa en el desarrollo de un cuadro depresivo. Así, la diferencia entre tristeza y depresión es, en parte cuantitativa. Pero también hay una diferencia cualitativa: en la depresión muchas veces no se puede identificar el hecho o el recuerdo que genera el malestar. Eso es algo que no ocurre cuando estamos tristes; en esas situaciones, nos sentimos así por un hecho que, más o menos, conocemos.

6. La tristeza no necesita terapia; la depresión, sí

Tal y como hemos visto, un estado de tristeza común es pasajero y no reviste mayor importancia. Es muy probable que las personas que pasan por un período de dolor emocional no requieran de ningún apoyo profesional específico. Simplemente, la vuelta a la rutina y el apoyo informal de sus amigos, familiares y allegados puede ser más que suficiente para que la vida retome su curso y puedan superar este estado de tristeza.

Sin embargo, la depresión es un trastorno serio que debe ser tratado por un profesional, porque afecta muy significativamente a la calidad de ida de la persona. Un diagnóstico certero y una terapia enfocada en la reestructuración cognitiva y, si es necesario, en psicofármacos, puede ayudar decisivamente a que el paciente recupere su bienestar psicológico y lo mantenga en el tiempo, evitando recaídas.

Otro modo de verlo es considerar que la tristeza es, en realidad, una emoción útil. Sirve para añadirle tono emocional a ciertos recuerdos y, de ese modo, tomar decisiones más sabias en el futuro. La diferencia entre la depresión y la tristeza estaría, pues, en que la segunda en una alteración del funcionamiento normal del cerebro, algo que no es útil sino que nos supone una barrera. Es por eso que se considera que los síntomas de los trastornos depresivos deben ser mitigados, y actualmente se trabaja para ir a la raíz del problema y eliminar el trastorno en sí mismo, aunque de momento no se sabe cómo hacerlo y quedan por delante muchos años de investigación.

7. Buena parte de las causas de la depresión son biológicas

No hay ninguna psicopatología que tenga causas únicamente orgánicas, y la depresión clínica no es una excepción. Sin embargo, en comparación con la tristeza, puede decirse que buena parte de las causas de la depresión tienen que ver con problemas que ocurren en el organismo de la persona que la sufre; concretamente, parece ser que ciertas formas de inflamación nos predisponen a desarrollar este trastorno. Ahora bien, por el momento no está claro si intervenir médicamente sobre la inflamación permite "curar" totalmente esta alteración psicológica.

  • Berk, M.; Williams, L.J.; Jacka, F.N.; O'Neil, A.; Pasco, J.A.; Moylan, S.; Allen, N.B.; Stuart, A.L.; Hayley, A.C.; Byrne, M.L.; Maes, M. (2013). So depression is an inflammatory disease, but where does the inflammation come from?. BMC Med 11: 200.
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  • Triglia, Adrián; Regader, Bertrand; García-Allen, Jonathan (2016). Psicológicamente hablando. Paidós.

Psicólogo social

Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Máster en terapia cognitivo-conductual. Posgrado en Nutrición y Alimentación Sanitaria y Social por la UOC. Posgrado en Intervención psicosocial. Máster en Actividad Física y Salud por la UB.

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