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​El trasplante de cabeza en humanos: ¿qué dice la ciencia al respecto?

Una posibilidad médica que ha dejado de ser un asunto de ciencia ficción.

Se ha previsto que en diciembre de 2017 se realizará el primer trasplante de cabeza en un ser humano.

Antecedentes

A pesar de encontrarnos en tiempos de grandes cambios, resulta difícil creer que realmente se pueda trasplantar la cabeza de un ser humano al cuerpo de otro.

Sin embargo, ya en el siglo veinte fueron varios los científicos que investigaron el asunto. El primero fue el científico soviético Vladímir Démijov quien en 1954 trasplantó la cabeza y patas delanteras de un cachorro al cuerpo de un pastor alemán adulto adulto. El perro resultante de la intervención sobrevivió menos de una semana.

Posteriormente, algunos investigadores de Cleveland, dirigidos por Robert J. White e inspirados por los trabajos de Démijov, trasplantaron la cabeza de un mono al cuerpo de otro. En este caso el resultado de la intervención fue bastante exitoso, ya que el mono fue capaz de oler, gustar, oír y observar el mundo de su alrededor. Sin embargo como contrapartida quedó paralizado de cuello hacia abajo. Tal y como sucedió en el primer caso, el mono apenas sobrevivió dos semanas.

Por último, un investigador chino llamado Xiaoping Ren realizó un experimento similar con ratas, las cuales lograron sobrevivir un día.

¿En qué consiste la operación?

Se ha estipulado que la operación durará alrededor de 36 horas y que contará con la participación de más de 100 cirujanos. Además, se prevé que la operación costará alrededor de 11 millones de dólares.

El objetivo de la operación no es otro que conectar la cabeza de un paciente al cuerpo de otro. Un dato importante es que el receptor no podrá escoger el cuerpo. Algunas fuentes revelan que se seleccionará a alguna persona que haya sufrido un accidente o que haya sido condenada a muerte.

En cuanto a los detalles concretos de la neurocirugía y a pesar de que no ha transcendido mucha información, se sabe con certeza que primeramente deberán cortar todas las estructuras que conectan la cabeza con el cuerpo del paciente, incluyendo la médula espinal que contiene unos 20 millones de conexiones. La unión que deberán realizar para restablecer las conexiones con el nuevo cuerpo la llevarán a cabo ayudándose de una sustancia química denominada polietilenglicol, que facilita la reconstrucción tanto de huesos como de fibras nerviosas.

Sergio Canavero, el neurocirujano italiano que dirigirá la operación, afirma que dos años son suficientes para verificar todos los cálculos científicos y completar todo los permisos, entre ellos la aprobación de la intervención por parte de diversos comités bioéticos.

La actitud de la comunidad científica frente a esta intervención se encuentra dividida en dos. Por una parte algunos investigadores la consideran un delirio de Canavero a quien tachan de loco. Por otra parte, otros científicos la apoyan y creen que la intervención representará una puerta hacia el futuro.

Características del receptor del cuerpo

Teniendo en cuenta que la intervención ya ha sido probada en animales con resultados generalmente pobres, resulta difícil imaginar que alguien quiera someterse voluntariamente a ella.

Valeri Spiridónov es el nombre de un hombre que padece atrofia muscular espinal (AME), una grave enfermedad genética degenerativa que le impide mover sus miembros a excepción de manos y cabeza. Generalmente, el 50% de los niños que nacen con dicha enfermedad no llegan a superar el primer año de vida. Sin embargo, Spiridónov ya ha cumplido los 30.

Tal y como él explica la operación es su única salida "tengo que hacerlo porque no tengo muchas opciones. Mi decisión es definitiva, y no pienso cambiarla", afirma. La operación, en caso de resultar exitosa, podría proporcionarle un cuerpo con el que poder cumplir funciones como andar y coger cosas, entre otras funciones motoras.

Posibles consecuencias 

Estamos hablando de un trasplante de cabeza. A pesar de que no se ha debatido mucho sobre la repercusión y las consecuencias psicológicas que una intervención así puede ocasionar, me parece importante mencionar algunos aspectos y exponer algunas preguntas que lleven a la reflexión a los lectores.

Uno de los aspectos a tener en cuenta es el de la longevidad de las personas. Es cierto que en las últimas décadas la esperanza de vida de las personas ha aumentado considerablemente. Pero ¿cómo afectará al mundo entero el hecho de que algunas personas vivan de media unos 80 años y que otras gracias a la intervención vivan 120?, ¿qué cambios se producirán en la sociedad por el hecho de vivir más años?

El debate ético entra en juego

Esto es lo que apunta el neurocirujano Canavero que está creando altas expectativas sobre la intervención: “Estamos a un paso de prolongar la vida indefinidamente, ya que a una persona de 80 años le podré dar un nuevo cuerpo para que viva otros 40 años”.

Por otro lado también existe cierta duda ante la selección de los futuros receptores. Canavero ha afirmado que en principio la operación solo se realizará con personas que no tengan otra salida, personas con enfermedades o patologías que les impidan moverse con normalidad. Sin embargo, el neurocirujano también ha revelado que ya cuenta con 50 candidatos dispuestos a trasplantar su cabeza y que la mayor parte de éstos son transexuales. Así pues, ¿dónde se establece el límite?, ¿qué criterios se seguirán para seleccionar a una persona antes que a otra?, ¿entraran dichas personas en listas de espera de trasplantes o seguirán una línea independiente?

¿Hacia un futuro de cambios de cuerpo a la carta?

Otro aspecto de igual relevancia es el impacto psicológico que posiblemente causará el cambio de cuerpo tanto para el paciente como para sus familiares y amigos. Se ha hablado acerca de ello y el neurocirujano ha afirmado que “el paciente será sometido a un entrenamiento con la ayuda de psicólogos. Durante al menos seis meses, antes de la operación, se colocará unas gafas que le mostrarán su cabeza con un nuevo cuerpo”. ¿Será suficiente ese entrenamiento con gafas para evitar el rechazo psicológico? ¿acabará como el primer paciente al que se le trasplantó una mano en 1988 que dos años después pidió que se la cortaran? ¿Se podrá superar el rechazo psicológico de verse en un cuerpo nuevo?

En relación a las consecuencias psicológicas, otro dato que sí nos ha revelado Canavero es que en el caso de que el paciente ya operado decida tener hijos, las células del cuerpo de éstos contendrán el ADN del cuerpo del donante. Es decir, los hijos nacerán genéticamente parecidos al cuerpo pero no a la cabeza del paciente.

Esto podría llevarnos a un mundo en el que los hijos no tendrán porqué tener los genes de los padres biológicos.

Una posibilidad médica que ha de abrir un debate más allá de lo científico

En resumen, personalmente creo que es importante plantearse algunas preguntas acerca de la intervención y de los cambios que puede conllevar para todo el planeta. Cómo podrán influir dichos cambios en las personas tanto a nivel nomotético como a nivel ideográfico. 

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