Los 5 retos principales de un Psicoterapeuta

Un repaso a los desafíos más representativos del mundo de la terapia psicológica.

Los retos principales de un Psicoterapeuta

Cuando alguien completa sus estudios para comenzar a ejercer como psicoterapeuta, es habitual que el inicio de la actividad profesional sea vista por el recién recibido como una experiencia avasallante. También es así para quienes están a punto de terminar los estudios y desean dedicarse al ámbito de la psicología clínica.

Por más que toda psicoterapia ha de sustentarse en una serie de constructos psicológicos organizados y articulados entre sí, la realidad es que el trabajo en el consultorio tiene un componente práctico que no puede ser descubierto refugiándose en los libros para siempre. Llega un punto en el cual es necesario dar un salto y encontrarse cara a cara con los pacientes o consultantes. Sin embargo, tras dar ese brinco es frecuente que emerjan una serie de desafíos que los nuevos psicoterapeutas (y los más experimentados también) deberán afrontar en relación a su quehacer. En este artículo veremos cuales son los principales retos de un psicoterapeuta en su trabajo clínico y cómo afrontarlos.

La elección de ejercer como psicoterapeuta

Las personas que toman la decisión de ejercer como psicoterapeutas suelen coincidir en cuán gratificante es esta profesión. Y es que se trata de un trabajo que nos pone frente a oportunidades de aprendizaje continuos, de acuerdo a las experiencias vividas de cada terapeuta y las historias particularidades de cada persona que entra y sale por la puerta del consultorio —o, como es cada vez más común, de la videollamada—. Nos brinda la posibilidad de experimentar altos niveles de satisfacción cuando conseguimos ver que un consultante mejora, pero a la vez nos pone de cara a su dolor, a su sufrimiento, y también al nuestro.

Las personas que consultan lo hacen porque tienen un problema y están buscando un cambio en ese espacio que comparten con sus terapeutas. Es, por lo tanto, esperable que surjan momentos difíciles para un terapeuta a la hora de desempeñar su trabajo; momentos de conflicto que no estaban presentes originalmente en esa idea idílica que teníamos de la profesión. A continuación, señalaremos algunos de los retos que ha de enfrentarse un terapeuta.

1. La discriminación entre la vida personal y profesional

Es deseable que todas las personas, sea cual fuere su oficio o profesión, tengan la capacidad de reservar algunos momentos del día exclusivamente para la vida personal. La fusión entre el rol profesional y el personal tiende a ser una fuente de sufrimiento para las personas, en especial en estas últimas décadas, ya que si no contamos con un tiempo destinado a pasar tiempo con la familia y llevar a cabo actividades de ocio y descanso, podríamos vivir bajo la ilusión de que estamos permanentemente trabajando.

La psicoterapia permite una complementariedad entre ambos roles que pocas otras profesiones tienen. Esto no es intrínsecamente algo negativo: trabajar como psicoterapeutas nos incita a forjar vínculos con nuestros consultantes que, aunque no son amistades, en ellos se están poniendo en juego un arcoiris emocional que puede hacernos sentir incluso más vulnerables que en nuestra vida personal. Eso nos hace muy humanos.

El reto de los psicoterapeutas no es cerrarse de cara a los consultantes, sino saber establecer un límite hasta qué tanto se quiere compartir. Lo mismo sucede a la inversa, cuando una persona pregunta casualmente por la profesión de otra y ésta resulta ser psicoterapeuta, es importante delimitar un “hasta dónde”, ya que muchos suelen pedir consejo profesional a un amigo o conocido psicólogo que, sin embargo, por la calidad extralaboral de su vínculo, no podría brindarles la ayuda que necesitan.

2. Conservar la calma

Otro de los desafíos para los psicoterapeutas es aprender a conservar la calma frente a determinadas situaciones que acontecen en sesión. Es posible que algunos consultantes se muestren hostiles a lo largo de todo el tratamiento; o que lo hagan a partir de una intervención. Esto puede fastidiar o incluso ser desesperante para el terapeuta. También podría suceder que una persona presente algún tipo de trastorno o patología que no sepamos cómo tratar, o que no nos encontremos disponibles para trabajar con cierto tipo de consultantes. Esto es válido y siempre es posible la derivación, pero sobre todo, la clave reside en mantener la tranquilidad en los momentos de tensión del trabajo.

3. Aprender de la imperfección y el fracaso

Por algún motivo, al estar tratando con el sufrimiento mental de las personas, los psicoterapeutas caen en la idea de que jamás deberían cometer ningún tipo de error. Sin embargo, este pensamiento puede ser dañino para los profesionales. Es posible que eventualmente realicemos una intervención en un momento inoportuno o de una forma que no era la adecuada; asimismo, podría ocurrir que nos desviemos del camino más directo para ayudar a nuestros consultantes a pesar de que tengamos el deseo de hacerlo. Aunque intentemos que suceda lo menos posible, está bien que de vez en cuando nos equivoquemos para así permitirnos aprender de nuevas experiencias. Como todas las personas, estamos haciendo lo mejor que podemos.

4. Aproximarse a la propia vulnerabilidad

Un psicoterapeuta no es una máquina. Tampoco una tábula rasa, una página en blanco que se encuentra de forma directa con la persona, sin pensamientos ni emociones. En todo caso, se parece más a un libro: presenta una narrativa propia, una historia y un tono particular. El psicoterapeuta carga con un bagaje personal que difícilmente puede abandonar por completo antes de entrar a su lugar de trabajo.

A veces, las historias de los consultantes resuenan con la propia vivencia del terapeuta, por alguna situación que haya experimentado en el pasado o que le esté ocurriendo en el presente. Como bien sabemos, ser terapeutas no nos exime de nuestra condición humana. Por eso, uno de los retos de la profesión —quizás, uno de los más significativos— es aprender a permanecer junto a esa vulnerabilidad, a aproximarse a la intimidad de los consultantes pero también, inevitablemente, a la propia, en lugar de rehuir de ella.

5. Atender al burnout

El burnout es un reto ante el que todos los profesionales deben estar atentos, pero principalmente aquellos que trabajan en el área de salud o estando a cargo de personas en situaciones de enfermedad o vulnerabilidad emocional. Un terapeuta puede pasar de atender a una persona que acaba de perder a un ser querido a otra que está en riesgo grave, todo separado por una brecha de tan solo diez minutos.

El profesional puede sentirse sobreestimulado, sentir que no da abasto en su lugar como responsable de guiar el proceso terapéutico, que puede hacerle perder energía, motivación o dirección; sumado a los problemas que puede cargar de su vida personal. Estos aspectos deberían ser atendidos por el profesional y, de ser necesario, acudir él mismo con un psicoterapeuta. Un libro que pone a la luz la importancia de acudir a terapia siendo terapeuta es Deberías hablar con alguien de Lori Gottlieb, ya que evidencia las dificultades que experimenta una terapeuta al vincularse con sus consultantes mientras atraviesa su propio divorcio. Se trata de una lectura recomendada para todos los terapeutas y personas interesadas en este tema.

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  • Kotler, J. (2019) Los retos de ser terapeuta. Editorial El Manual Moderno.

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