¿Existe una Dependencia Emocional Positiva?

Veamos si puede existir un tipo de dependencia emocional que no sea disfuncional.

¿Existe una Dependencia Emocional Positiva?

Seguro que has escuchado hablar sobre la dependencia dentro de una pareja y todo lo negativo que esto conlleva. Se le considera un caldo de cultivo para llantos, decepciones y, eventualmente, rupturas. Pero, ¿te habías planteado alguna vez si existe una dependencia emocional positiva? Pues efectivamente, si, existe y está basada en el apego seguro.

Cuando hablamos acerca de la dependencia emocional positiva, nos referimos a ese equilibrio perfecto que se debe encontrar en una relación de pareja entre independencia y dependencia. A fin de cuentas, cualquiera de estos dos extremos acabará resultando negativo dentro de la relación. En definitiva, es normal necesitar atención, cuidado, reciprocidad y respeto, y el hecho de esperar que tu pareja te ofrezca esto no significa que seas una persona dependiente emocionalmente. No obstante, se debe buscar ese punto intermedio que comentamos anteriormente.

¿Qué es la dependencia emocional positiva o funcional?

Cuando alguien hace referencia a una relación de pareja sana, está hablando sobre una dependencia emocional positiva. Pero, ¿qué es exactamente este término? Se define como el vínculo que se desarrolla entre dos personas que son capaces de gestionar sus emociones individuales, así como las de la otra persona. En la práctica, sería ofrecer apoyo mutuo y atender a las necesidades de la pareja para que así se cree un clima seguro y válido.

Lo contrario, conocido como dependencia emocional disfuncional, crea parejas llenas de poca autorregulación y pésima gestión emocional, que tiene como resultado incomodidad o cierto malestar durante el tiempo compartido o desajustes en los ratos donde no se está con la otra persona. Esto genera mucha ansiedad y lleva a inquietudes emocionales.

Apego seguro

Al principio, comentamos que el apego seguro es uno de los pilares de una dependencia emocional positiva. Para que se comprenda, existe una teoría del apego que diferencia entre apegos seguros e inseguros. Cuando desarrollamos un apego seguro, aprendemos a identificar, comunicar y cubrir nuestras necesidades, a regular nuestras emociones, desarrollar creencias realistas sobre cómo funciona el mundo y en definitiva, aprendemos sobre los demás y sobre cómo cuidarlos. Con este tipo de apego, se genera un equilibrio entre mis necesidades y las del otro. Por lo contrario, la dependencia emocional disfuncional que observamos en tantas relaciones, se basa en un apego inseguro, por tanto, resulta complicado mantener relaciones sanas e implica más riesgo de sufrir violencia en la pareja.

En suma, el apego seguro que creamos desde nuestra infancia y que posteriormente trasladamos a nuestras relaciones amorosas, tiene como base las siguientes características:

  • Autoestima saludable. Esto permite querer a la otra persona, pero sin dejar de lado los valores de uno mismo.
  • Confianza. Esto hace que dentro de la relación siempre haya honestidad y sinceridad, que por supuesto, nutre el apego seguro.
  • Comunicación asertiva. Con esta habilidad, cada miembro puede expresar lo que piensa o siente sin esperar que la otra persona tenga que adivinarlo.
  • Apoyo. Apoyo emocional y cuidado constante el uno con el otro. El hecho de saber que puedes contar con tu pareja en cualquier aspecto genera satisfacción y seguridad.
  • Independencia. Cada miembro de la pareja se describe como una persona independiente, segura y madura. Se ven como personas independientes, con sus propias metas, que se han elegido para crear un proyecto en común.
Dependencia emocional

¿Cómo saber si mi relación se basa en una dependencia emocional positiva?

Llegados a este punto, puede que te estés preguntando si tienes una dependencia emocional positiva dentro de tu relación de pareja. Con el fin de identificar y dar respuesta a esto, existen una serie de características clave que exponemos a continuación. Sigue leyendo para descubrir si te sientes identificado con alguna de ellas.

En primer lugar, hay un factor esencial que se basa en sentir seguridad y confort individualmente, no solo con la otra persona. Es decir, con la dependencia emocional positiva, el bienestar depende de uno mismo y no de nuestra pareja. Así, cuando estamos separados de la otra persona, no sentimos ansiedad ni incomodidad emocional. Básicamente, cada miembro se siente seguro y sabe que la otra persona volverá y por tanto, no necesita estar rumiando o preocupándose al respecto. Todo lo contrario ocurre con la dependencia emocional disfuncional, donde debido al apego inseguro, los momentos en los que la pareja se separa se viven con mucha angustia y siempre tienen miedo al abandono o al rechazo.

Otro punto vital es la comunicación. Con este tipo de dependencia, las parejas son completamente conscientes de las necesidades, tanto propias como de la otra persona. Por tanto, estas son identificadas y expresadas con asertividad, para así gestionar mejor las diferencias. Yendo un paso más allá, con la comunicación, se consigue que si por ejemplo, un miembro de la pareja tiene miedo, angustia o estrés por cualquier circunstancia, la otra parte pueda servir de apoyo para aliviar esos estados más difíciles. A fin de cuentas, son parejas con mucha responsabilidad afectiva, y muy capaces de identificar, gestionar y comunicar sus emociones. Una vez más, en las parejas con un apego disfuncional, la comunicación no existe y, de hecho, se espera que la otra persona sea adivina y por consiguiente, sepa en cada momento las emociones y los pensamientos de la otra.

¿Es posible que la dependencia emocional positiva se vuelva negativa?

Causa curiosidad conocer si una relación sana, con dependencia emocional positiva, por diversas circunstancias, pueda llegar a dar un giro de 180 grados y convertirse en algo completamente disfuncional. La respuesta es sí, toda relación puede pasar de la funcionalidad a la disfuncionalidad. Por ello, es de suma importancia conocer ciertos indicadores que podrían servir como alarmas para saber cuando una relación se está volviendo disfuncional. A continuación, exponemos alguno de ellos:

  • Aparece la necesidad de control y los celos.
  • Comienzas a tener dificultad para tomar decisiones por ti mismo/a.
  • Observamos que tanto tú como tu pareja empezáis a desarrollar un miedo excesivo al abandono o al rechazo.
  • Renuncias a tus proyectos, hobbies, suelos por el simple hecho de estar siempre al lado de tu pareja.
  • Priorizas las necesidades del otro por encima de las tuyas.
  • Necesitas que tu pareja te valide constantemente porque no te sientes bien contigo mismo. Esperas que sea la otra persona quien te ofrezca mucho amor porque tu no sabes dartelo a ti mismo.
  • Piensas que la pareja es la responsable de aliviar sus angustias e inquietudes constantemente. Tienes poca autorregulación emocional. Cada uno debe saber gestionar sus emociones ya que la pareja no tiene por qué ser la figura que alivie todo.

A modo de conclusión…

Es importante aspirar a una relación con una dependencia emocional positiva, ya que los problemas, la falta de entendimiento y el desequilibrio, son los causantes de generar malestar e incomodidad en todas aquellas relaciones con una dependencia disfuncional. A fin de cuentas, las parejas felices son aquellas que atienden las necesidades del otro sin descuidar las propias. Por tanto, no dudes en disfrutar del cuidado, validación y la complicidad del ser amado, pero sin dejar de lado tu propia independencia. Ser dos en un proyecto en común exige un trabajo diario, con mucho compromiso, respeto, reciprocidad y una excelente comunicación.

A partir de ahora, recuerda que no solo existe esa dependencia tóxica y disfuncional que tanto escuchamos a nuestro alrededor. Está la variante positiva que lleva a la felicidad plena dentro de una relación. No te olvides que somos seres sociales, necesitamos del contacto del otro y por tanto, nos vinculamos y aquí es cuando todos tenemos unas necesidades básicas para que esos lazos sean gratificantes.

Psicóloga

Chiara Fabian es neuropsicóloga clínica especializada en trastornos del neurodesarrollo con especial inclinación hacia la divulgación sobre temas relacionados con la psicología. Sus intereses se centran en la investigación sobre las relaciones entre el cerebro y la conducta en sujetos con trastorno mental grave, trastornos de conducta y daño cerebral. Es una persona con muchas ganas de aprender y seguir creciendo tanto personal como profesionalmente.

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