​Los 7 principales tipos de relaciones tóxicas

Hoy clasificamos los distintos tipos de relaciones tóxicas más frecuentes.

Tipos de relaciones tóxicas

Se ha hablado anteriormente sobre las relaciones tóxicas, pero hay un hecho al que es necesario prestarle atención: este es un concepto que engloba muchos tipos de situaciones muy distintas entre sí.

Es decir, que existen varios tipos de relaciones tóxicas con características diferentes y que engloban diferentes formas de relación en la que uno o ambos miembros de la pareja experimentan malestar.

¿Por qué algunas personas se empeñan en complicarle la vida a los demás?

Hay determinadas relaciones afectivas que, a pesar de que empiezan generando muchas experiencias agradables, con el paso del tiempo se van torciendo y terminan resultando dañinas para una de las personas involucradas o incluso para ambas. Sin embargo, en muchos casos no llegan a su fin cuando ello ocurren, sino que se perpetúan, reproduciendo una y otra vez la misma dinámica de ataques, de omisiones, de insensibilidad hacia la otra persona, etc.

El modo en el que estas relaciones tóxicas tomen forma en una conexión de amistad, de parentesco o de noviazgo o matrimonio puede variar, aunque hay una serie de características comunes que se mantienen. Algunas de ellas llegan a ser directamente maltrato (y en estos casos es mejor hablar sin tapujos de malos tratos, no de relaciones tóxicas), y en otros casos la fuente del malestar está en comportamientos más bien involuntarios o semi-involuntarios que no son tan graves.

En cualquier caso, una de las características de todos los tipos de relaciones tóxicas es que hay un elemento afectivo que hace que romper con ellas resulte doloroso o, como mínimo, muy incómodo. Por eso, muchas de ellas permanecen a flote durante meses o incluso años.

Son relaciones que tienden a ir empeorando con el tiempo debido a la actitud de una persona en concreto. El problema de este tipo de relaciones es que, al final, siempre hay alguien que acaba pagando los platos rotos y sufriendo.

Tipos de relaciones tóxicas

Los principales tipos de relaciones tóxicas

Es por eso que es bueno tener en mente aunque sea un esquema sobre las principales relaciones tóxicas y el modo en el que se pueden identificar.

1. La relación en la que se cede poder de decisión

En algunas parejas, una de las dos personas toma la capacidad para tomar las decisiones importantes y llega a ser, de algún modo, el jefe o jefa de la relación. Por supuesto, esta jerarquización de la pareja no tiene ninguna justificación real, ya que a diferencia de lo que ocurre en los equipos centrados en un objetivo en concreto (vender o producir un tipo de producto), la pareja no está enfocada a realizar ciertas tareas con eficiencia: su existencia se justifica por los vínculos afectivos de sus integrantes.

Por tanto, los motivos que están detrás de esta toma de poder no pueden ser justificados atendiendo a lo útil que resulta esto para conseguir ciertas metas y, además, mina la autonomía de uno de los componentes de la pareja, que ve cómo su poder de decisión queda drásticamente reducido.

Esto puede no ser percibido como un problema al principio, ya que puede ser visto como un tipo de relación en la que la otra persona es la que asume riesgos y hace las cosas más difíciles. Sin embargo, entrar en estas dinámicas hará que una de las partes se acostumbre a mandar y la otra a obedecer sin cuestionar.

2. La relación basada en el chantaje

Algunas veces, los afectos y el amor que una vez fueron la base y la justificación de la relación son sustituidos por una forma de chantaje que alarga la vida de la relación de manera dañina y artificial.

Formas de relación tóxica

El caso del chantaje emocional es claro: una persona le tiene lástima a su pareja y le concede un trato privilegiado y favorable, lo cual sirve a su vez para que la otra persona aprenda a "ser una víctima" para cobrar sus beneficios. En esta relación la víctima principal es la que cede constantemente, ya que a la práctica está siendo controlada y manipulada por su pareja.

Esta puede hacer ver que le deja a la otra una total capacidad para tomar decisiones sobre su propia vida, pero indirectamente hace cosas para que la otra se sienta mal cuando, por ejemplo, salga de fiesta con amigos o amigas del sexo contrario y sin su "supervisión". En otras palabras, la herramienta que la parte manipuladora utiliza para salir beneficiada es su capacidad para inducir el sentimiento de culpa en la otra.

3. El otro idealizado

Este tipo de relación tóxica aparece cuando empieza a hacerse evidente que uno o los dos miembros de la pareja no se han enamorado de la persona con la que comparten afecto, sino con una versión idealizada de ella. Aunque este hecho pueda haber sido intuido ya durante los primeros meses de la relación, es posible que se le preste poca importancia y que, en todo caso, se haya solucionado esa disonancia cognitiva sobrevalorando la capacidad que tiene el otro para cambiar en un futuro y amoldarse a nuestras expectativas.

Cuando se hace evidente que la otra persona no cambiará tal y como nosotros queremos, aparece el rencor. Sin embargo, el peor de los escenarios que se puede producir desde este tipo de relación tóxica es cuando la presión que una de las dos personas ejerce sobre la otra para intentar que cambie se transforma en una forma de maltrato.

4. La relación idealizada

Al igual que se puede idealizar a una persona, también puede ocurrir lo mismo con las relaciones. Si el grado de idealización es lo suficientemente intenso, esto la transformará en un tipo de relación tóxica.

El problema fundamental que hay en este tipo e relación es que los miembros de la pareja parten con expectativas muy distintas acerca de cómo será su relación. Se trata, básicamente, de un problema de comunicación durante las primeras etapas de la relación.

Por ejemplo, si entre las viviendas de ambos hay mucha distancia, una de ellas puede dar por sentado que después de unos meses de ahorro la otra persona irá a vivir con ella, o bien se puede asumir que llegado un punto ambas se irán a vivir a una ciudad en la que ninguno de los dos haya vivido, mientras que la otra prefiere no realizar este sacrificio porque está conforme con ver a su pareja solamente durante los fines de semana.

Este es uno de los tipos de relaciones tóxicas cuyos efectos se hacen notar a largo plazo, cuando se han realizado varios sacrificios por la pareja que llegado un punto pueden verse como vanos o inútiles, lo cual puede producir mucho rencor y frustración.

5. La relación instrumental basada en la mentira

Este es un tipo de relación tóxica en la que la pareja se ve como un medio para llenar un vacío o crisis existencial, para obtener la aprobación de los demás o para tener acceso a ciertos recursos, y en la que se engaña a la otra persona sobre la naturaleza de los lazos afectivos que se han creado entre ambas partes.

También puede darse el caso de que la persona no sea completamente consciente de las motivaciones reales que le llevan a seguir con la relación.

6. Relaciones basadas en el miedo

Por supuesto, las relaciones en las que hay un maltrato claro basado en las agresiones (físicas o verbales) y el miedo a que la pareja tome represalias si se entera de ciertas cosas es no solo una relación tóxica, sino una grave amenaza cuya resolución debe ser gestionada a través del sistema judicial.

7. La relación basada en la presión social

No debemos olvidar que parte de lo que mantiene en funcionamiento muchas relaciones tóxicas reside en el contexto social en el que se da ese vínculo perjudicial. Sobre todo, esto se ve en las familias que presionan a su hijo o a su hija a maximizar sus posibilidades de mantener una relación de pareja debido a la franja de edad en la que se encuentra, para "no dejar pasar oportunidades". Esto tiene implicaciones problemáticas porque la persona siente que romper con una relación supone tener que justificarse ante muchas personas, por lo que se encuentra en una situación de vulnerabilidad e internaliza un rol de sumisión ante la otra persona si esta no afronta el mismo tipo de problemas.

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Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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