6 obras de arte sobre la Navidad: ¿cuál es su historia?

Te invitamos a un recorrido navideño por algunas de las mejores obras de arte que recogen el tema.

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Hoy en día estamos muy acostumbrados a ver representaciones que plasman escenas de la Navidad. En realidad, desde la época medieval se han sucedido obras de arte sobre este tema; desde la Natividad de Cristo hasta la adoración de los pastores y de los Magos. Sin embargo, la representación artística de la Navidad no siempre fue común.

En los primeros siglos del cristianismo, durante el denominado arte paleocristiano, el mensaje cristiano se plasmaba a través de símbolos como el pez o el buen pastor. La iconografía navideña no se universalizó hasta bien entrada la Edad Media, pero desde entonces ya no ha abandonado el panorama artístico del ámbito cristiano. Hoy te invitamos a un recorrido navideño por algunas de las mejores obras de arte que recogen el tema de la Navidad. Disfrutad.

El arte y la navidad

Desde los mosaicos bizantinos de Rávena, donde se recoge una de las primeras representaciones de la adoración de los Reyes Magos, hasta los maravillosos lienzos barrocos de la Contrarreforma; no os perdáis este pequeño repaso por 10 de las mejores obras de arte que nos hablan de la Navidad.

1. Natividad, de Federico Barocci (Museo del Prado, Madrid)

El principal encanto de esta Natividad es la íntima luz que emana del cuadro y que parece envolver amorosamente a la Virgen y al Niño, que vemos en solitario y en primer plano. En el marco de un humilde establo, María se arrodilla, extasiada, ante el milagro que acaba de acontecer. Sus ojos se fijan en el recién nacido que, depositado sobre unos trapos, yace entre las pajas del pesebre.

A diferencia de otras Natividades, en este lienzo de Barocci (1535-1612), ejecutado en 1597, María y Jesús poseen un protagonismo absoluto. San José y los pastores se encuentran en un plano mucho más lejano; el esposo de la Virgen señala la escena, alborozado, a los que entran.

El rumor no parece enturbiar lo más mínimo la ensoñación de María, que, ataviada con un ropaje de un rosa suave, rompe la tradicional iconografía mariana que la representa vestida de rojo, símbolo de la pasión. En primer plano, la cesta con el pan y el saco de trigo parece una alusión clara a la Eucaristía, así como las dos espigas de trigo que, cruzadas sobre las cabezas de madre e hijo, trenzan la forma de una cruz.

Natividad de Federico Barocci

2. Adoración de los pastores, de Caravaggio (Museo Regionale de Messina)

La absoluta genialidad de Michelangelo Merisi da Caravaggio (1571-1610) se verifica en este genial lienzo que, curiosamente, es uno de los grandes desconocidos dentro de su corpus artístico. La principal originalidad de la composición es la figura de la Virgen que, agotada tras el parto, se ha quedado dormida con Jesús en brazos, y ni siquiera se percata de la llegada de los pastores. José, sentado cerca de ella, parece velar por su sueño. La obra es una de las últimas del pintor, puesto que fue realizada un año antes de su muerte, en 1609.

El realismo del escenario y de los personajes es típico de Caravaggio y del Barroco en general. No olvidemos que la corriente barroca, como vehículo de la Contrarreforma católica, recogía parte de su tipología de la vida cotidiana, con el objetivo de acercar la fe al creyente. Por otro lado, es típico de Caravaggio inspirarse en personajes humildes e incluso de círculos bajos de la sociedad, como ya quedó patente en su Muerte de la Virgen, donde parece ser que la modelo para María fue una prostituta.

Adoración de los pastores de Caravaggio

3. Mosaico de los Magos (San Apolinar Nuevo, Rávena)

Al evocar obras de arte sobre la Navidad a menudo olvidamos los primeros ejemplos de la historia. Uno de los más geniales lo encontramos en los espléndidos mosaicos de la iglesia de San Apolinar Nuevo, ubicada en Rávena, Italia, ciudad que fue capital del exarcado ostrogodo de Teodorico y, un poco más tarde, enclave principal del imperio de Justiniano (s. VI).

No se trata de la primera representación de los Magos de Oriente, pero sí de las más tempranas. Entre los personajes de la larguísima procesión que se dirige a adorar al Niño, encontramos las tres figuras que la Biblia describe simplemente como magos o astrónomos. La condición de reyes y el número de tres les fueron otorgados más tarde, puesto que en los Evangelios no se especifica ni lo uno ni lo otro.

En el mosaico de Rávena, los tres Reyes Magos visten ricas vestiduras orientales y van tocados con el gorro frigio, en una clara alusión a los cultos mitraicos, que influyeron poderosamente en el cristianismo. Por otro lado, encima de sus cabezas leemos los nombres por los que pasarán a conocerse: Melchor, Gaspar y Baltasar.

Los tres personajes representan las tres edades del ser humano (Melchor es la ancianidad, Gaspar la adultez y Baltasar la juventud). Como curiosidad, hay que destacar que en el mosaico de Rávena todavía no se representa a este último como un hombre africano; esta representación no empezará a consolidarse hasta bien entrado el siglo XV.

Mosaico de los Magos

4. Natividad, de Andrei Rublev

Poco se sabe de este extraordinario pintor ruso del siglo XV. Canonizado por la Iglesia ortodoxa rusa en el siglo XX, sabemos que se trata de un personaje que vivió, probablemente, en el monasterio de la Santísima Trinidad y San Sergio, a unos 70 km. de Moscú. Su primera obra conocida son los frescos de la Catedral de la Anunciación del Kremlin, pero probablemente su obra más famosa es el icono de la Trinidad, donde representa las tres identidades divinas sentadas a la mesa.

La tradición de los iconos tiene un extraordinario peso en la cultura eslava, heredera de la bizantina. Si bien en Occidente el camino del arte religioso adquirió un cariz mucho más naturalista y emotivo, en Rusia siguió predominando hasta bien avanzado el siglo XX un tipo de representación más simbólica e intelectual, de forma parecida al románico europeo que, por cierto, estuvo altamente influido por los iconos que provenían del este.

El icono de la Natividad de Rublev presenta una iconografía interesantísima. En la parte superior, los cielos se abren y la luz divina en forma de rayo se divide en tres, alusión a la Trinidad. El centro de la composición la ocupa la Virgen que, extrañamente, da la espalda al Niño, como si estuviera todavía confusa por todo lo acontecido. Por otro lado, Jesús se encuentra en un pesebre-ataúd característico de la iconografía ortodoxa, que augura su martirio, muerte y resurrección.

Natividad, de Andrei Rublev

5. Natividad mística, de Sandro Botticelli (National Gallery, Londres)

Es seguramente la obra más inquietante del pintor florentino; para entenderla, debemos situarla debidamente en su contexto. El mismo Botticelli dejó escrito en el margen superior del cuadro que lo pintó “al final del año 1500 durante los conflictos de Italia”. Es decir, que la obra se ejecutó durante las invasiones francesas de la península que pusieron en jaque a la ciudad de Florencia.

Pero más allá de esto, debemos considerar la profunda carga simbólica de la tela. Se trata de una Natividad muy original, que se aleja de los cánones de la época, y que presenta figuras extraordinariamente alargadas y sinuosas, de un carácter mucho más “medieval” que renacentista. En la parte superior, doce ángeles bailan en círculo cogidos de la mano; en el centro, el establo guarda a la Sagrada Familia, con un San José que, aparentemente apesadumbrado, deja caer su rostro encima de sus rodillas.

Lo más sorprendente del cuadro es, sin embargo, los demonios que se precipitan al abismo, en la parte inferior de la tela. Por encima de ellos, ángeles y seres humanos se besan y se abrazan. Toda la obra es una alegoría mesiánica que, según muchos historiadores, está ligada con las predicaciones del fraile Savonarola, que sumergió a Florencia en una locura mística de la que Botticelli parece haberse contagiado.

Natividad mística, de Sandro Botticelli

6. Adoración de los pastores, de Leonardo da Vinci (Galería Uffizi, Florencia)

Esta obra primeriza de Leonardo está inacabada, pero, para muchos, esto es lo que le otorga su especial belleza. Tenemos constancia de unos pagos que da Vinci recibió de los monjes de San Donato de Scopeto en los meses de julio y agosto de 1481, lo que nos da una pista de un posible contrato para la realización de una obra. Sin embargo, la partida del artista a Milán interrumpió el encargo, que no se finalizó.

La composición, de forma piramidal, está marcada por las figuras de la Virgen (que constituye el vértice superior del triángulo), el Niño y los Magos que, arrodillados, adoran al niño y le entregan sus presentes. La escena central, sosegada y tranquila, contrasta ferozmente con la agitación que percibimos en los últimos planos, donde unos soldados a caballo se revuelven en una maraña de formas. Fascinantes e inquietantes a la vez son las ruinas que se dibujan en la lejanía, especialmente la escalera que no conduce a ninguna parte, y que el historiador francés Pierre Francastel (1900-1970) define como el camino hacia el Paraíso.

Adoración de los pastores, de Leonardo da Vinci
  • BANGO, I.G. y BORRÁS, G. (1996), Arte bizantino y Arte del Islam, Historia 16
  • BUSTACCHINI, G. Rávena, capital del mosaico, Ed. Salbaroli
  • CARNOTA, C., Adoración de los pastores. Negras Navidades, artículo publicado en HA! Historia del arte, diciembre de 2021
  • DE DIEGO, E. (1993), Leonardo da Vinci, dentro de la colección El arte y sus creadores, Historia 16
  • RAQUEJO GRADO, T. (1993), Sandro Botticelli, dentro de la colección El arte y sus creadores, Historia 16
  • RICO, T., Andrei Rublev, el icono de la Natividad y el misterio insondable de la fe, artículo publicado en eldebate.com, diciembre de 2021

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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