Efecto del durmiente: características de este fenómeno persuasivo

Este efecto psicológico vinculado a la asimilación de creencias y mensajes ha sido muy discutido.

Efecto del durmiente

Si nos dijeran que, en ocasiones, nos creemos más un discurso político o un anuncio propagandístico pasados unos cuantos meses de verlo que no en el mismísimo momento en el que lo estamos recibiendo, seguramente diríamos que eso es simplemente imposible.

Sin embargo, en psicología tanto social como experimental, se ha planteado la existencia del efecto del durmiente, un extraño fenómeno que ocurre cuando, pasadas unas semanas, nuestras actitudes con respecto a un mensaje persuasivo cambian de forma significativa.

Este fenómeno es extremadamente raro e, incluso, se ha planteado que no es algo que realmente suceda, sin embargo se le ha dado varias explicaciones y se ha intentado abordar de forma experimental. Veamos más a fondo de qué se trata.

Efecto del durmiente: ¿qué es?

El efecto del durmiente es un curioso fenómeno, propuesto desde la psicología social y experimental, que sostiene que, a veces, un mensaje que pretendía ser persuasivo desde un inicio, en vez de ser asimilado de inmediato, recibirá mayor fuerza cuando haya pasado cierto tiempo.

Normalmente, cuando se dice o muestra algo que lleva consigo mismo un mensaje, sea político, de opinión, ético o de cualquier índole, lo habitual es que la persona manifieste una serie de actitudes inmediatas con respecto al contenido del mensaje mismo. En función de cómo de creíble le parezca ser lo que en el mensaje se está diciendo, la persona, básicamente, va a tomar una de las siguientes dos decisiones: aceptar lo que le están diciendo o, simplemente, no aceptarlo.

Independientemente de si cree o no que la información que acaba de recibir es veraz, lo normal es que, pasado cierto tiempo, se vaya olvidando del contenido del mensaje. Es decir, si una persona es expuesta a un mensaje de cualquier tipo, lo normal es que éste le haya causado una mayor impresión inmediatamente después de haberlo recibido que no pasadas unas cuantas semanas.

Sin embargo, y de acuerdo a cómo está definido el efecto del durmiente, lo que sucede a veces es que el mensaje, que originalmente no se tomaba por creíble, es tomado en consideración pasadas las semanas. No únicamente la persona sigue acordándose de lo que se le dijo hace tiempo, sino que, además, va manifestando toda una serie de actitudes favorables o acorde a lo que se le dijo en un principio.

Este fenómeno, tal y como está descrito aquí, puede parecer contraintuitivo. Si se duda ya desde un principio del contenido de un mensaje, sobre todo porque se duda de la veracidad de la fuente de información, lo normal es que, con el paso del tiempo o se acabe olvidando o se sea todavía más crítico respecto a lo que en él se dijo.

Antecedentes históricos

Los orígenes de la definición de este particular fenómeno se pueden encontrar en tiempos de la Segunda Guerra Mundial. Estados Unidos tenía un claro interés en mantener la moral alta entre las filas, además de convencer a sus soldados de la necesidad de ayudar a sus países aliados, entre ellos Gran Bretaña. Para ello, el Departamento de Guerra de ese país se valía de entretenimiento propagandístico, en especial películas, en las que se pretendía difundir un mensaje de optimismo y simpatía hacia los aliados.

Sin embargo, pese a la gran inversión que estaba realizando Estados Unidos en la elaboración de estos filmes no parecía obtener los efectos deseados. Es por ello que, mediante una serie de experimentos, se propuso ver cómo estaba calando el mensaje entre las tropas. Mediante estos experimentos se vio que el mensaje que pretendían difundir no era tan bien recibido como creían.

Se vio que aquellos cortometrajes que tenían un carácter informativo y que buscaban fortalecer ciertas actitudes existentes relacionadas con la guerra parecían tener un impacto muy moderado a corto plazo. No obstante, pasadas unas semanas, se veía que entre las tropas había un destacado incremento de este optimismo y apoyo tanto a su nación como a los países aliados.

Teorías detrás de este fenómeno de la persuasión

Como ya íbamos comentando, el efecto del durmiente llama la atención por ser un fenómeno bastante contraintuitivo. Lo normal sería que, ante un mensaje del que dudamos, el contenido del mismo se vea de forma todavía más crítica con el paso del tiempo, no que se acabe contemplando como algo verdadero pasadas unas semanas.

Se han propuesto varios aspectos que tratan de explicar por qué y cómo sucede el efecto del durmiente, aunque a día de hoy sigue habiendo controversia al respecto y parece que, experimentalmente, es complicado replicarlo.

1. Olvidar que es dudoso

Los primeros en describir este fenómeno fueron Hovland, Lumsdaine y Sheffield en 1949. Estos investigadores, tomando el caso de los soldados estadounidenses, hipotetizaron que, pasado un tiempo después de haber recibido el mensaje, se olvida que éste tiene aspectos dudosos y permanece el contenido del mensaje en sí.

Es decir, con el paso del tiempo, las actitudes que se manifestaron en un inicio van olvidándose, lo cual hace que el contenido en sí del mensaje vaya ganando mayor protagonismo, generando nuevas actitudes.

Esto, sin embargo, no es tan sencillo. Es bastante simplista que la gente, al cabo de un tiempo, va a cambiar sus actitudes por el simple hecho de olvidar de dónde procedía un mensaje concreto o van a creerse lo que en él se decía de forma repentina.

La otra propuesta del mismo grupo investigador es que en realidad no se olvida la procedencia del mensaje, lo que sucede es que se disocia con el mensaje. Es decir, se sabe que tenía un origen dudoso, pero no se sabe cuál.

Ante este hecho, la persona le va dando una mayor importancia, e incluso le da otra oportunidad para ‘verlo’ de forma más objetiva, lo cual puede afectar a sus actitudes si el objetivo persuasivo original del mensaje llega a satisfacerse.

2. Diferente procesamiento del contenido y del origen

Años más tarde de que el grupo de Hovland propusiera lo que en el punto anterior hemos visto, el grupo de Pratkanis, Greenwald, Leipe y Baumgardner ofrecieron una hipótesis alternativa a la explicación anterior en 1988.

Este grupo investigador propuso que el efecto se daba debido a que las personas codificamos de forma diferente el contenido del mensaje en comparación con la fuente de donde procede.

Es decir, sabemos diferenciar de forma objetiva lo que el mensaje conlleva en comparación con quien es la fuente.

Al procesarse de forma distinta contenido y origen, el origen va olvidándose o perdiendo fuerza con el paso del tiempo, mientras que el contenido o el mensaje en sí permanece.

Al contemplarse el contenido separado de su origen, es más probable que se pueda tomar como algo veraz.

¿Cómo se da?

Sea cómo sea el mecanismo que pueda darle una explicación más objetiva a este extraño fenómeno, para que el mensaje sea recordado con el paso del tiempo debe cumplir las siguientes dos condiciones:

1. Impacto inicial fuerte

El efecto del durmiente solo puede darse si el mensaje que se emitió en un principio tiene un marcado y destacable impacto persuasivo.

Aunque la persona no se lo va a creer, sí que el hecho de que éste mensaje sea fuerte hace que permanezca en su memoria a largo plazo.

2. Mensaje descartado a posteriori

Cuando un mensaje es emitido por una fuente de información que no es considerada fidedigna, se tiende a desacreditar ese mensaje ya desde un principio.

Sin embargo, si se descubre que la fuente de información no es fidedigna, pero después de haberse emitido el mensaje, entonces se recordará mejor el mensaje, corriendo el riesgo de ser más sugestionable a largo plazo.

Por ejemplo, estamos viendo en la televisión un meeting político y, al acabar el candidato su discurso, sale un presentador destacando, con pruebas, todas las promesas electorales incumplidas por el mismo candidato cuando ganó unas elecciones pasadas.

Pese a que se nos han dado pruebas de que ese político no es de fiar, el haber visto las pruebas después de haber escuchado el discurso no quita que nos acordemos de qué decía mientras exponía qué haría si ganaba estas elecciones.

Pasados unos meses, es más probable que nos acordemos del contenido del discurso que no de las pruebas que se dieron después de que acabara.

Críticas a este fenómeno

La principal controversia a la que se ha expuesto a este fenómeno es la forma en la que se da. Es muy difícil contemplar la posibilidad de que un mensaje que acaba de ser emitido y cuya audiencia no se lo ha creído o lo pone muy en duda, con el paso del tiempo acabará siendo tenido en cuenta e, incluso, modificará de forma significativa las actitudes de quienes lo recibieron en un principio.

Ha sido prácticamente imposible replicar este fenómeno en condiciones de laboratorio. Las teorías planteadas, tanto del grupo de Hovland como el de Pratkanis destacan por ser para nada claras con lo que entienden por mensaje persuasivo y fuente no fidedigna. Las psicología experimental duda mucho de que este fenómeno sea plausible en la vida real más allá de su planteamiento hipotético.

Referencias bibliográficas:

  • Capon, N. & Hulbert, J., "The Sleeper Effect — An Awakening", Public Opinion Quarterly, Vol.37, No.3, (Autumn 1973), pp. 333–358.
  • Cook, T. D., Gruder, C. L., Hennigan, K. M., & Flay, B. R., "History of the Sleeper Effect: Some Logical Pitfalls in Accepting the Null Hypothesis", Psychological Bulletin, Vol.86, No.4, (July 1979), pp. 662–679.
  • Hovland, C.I., Lumsdale, A.A. & Sheffield, F.D, Experiments on Mass Communication: Studies in Social Psychology in World War II: Volume III, Princeton University Press, (Princeton), 1949.
  • Hovland, C.I., Weiss, W., "The Influence of Source Credibility on Communication Effectiveness", Public Opinion Quarterly, Vol.15, No.4, (Winter 1951), pp. 635–650.
  • Pratkanis, A. R., Greenwald, A. G., Leippe, M. R., & Baumgardner, M. H. (1988). In search of reliable persuasion effects: III. The sleeper effect is dead: Long live the sleeper effect. Journal of Personality and Social Psychology, 54(2), 203–218. https://doi.org/10.1037/0022-3514.54.2.203

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Postgrado de Actualización de Psicopatología Clínica en la UB.

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