¿Qué significa el color rosa en Psicología?

Más allá de representar lo femenino, el rosa se vincula a un amplio abanico de conceptos.

Qué significa el color rosa
Un color vinculado a la vitalidad y a la juventud.Unsplash.

En la cultura occidental, el color rosa ha estado tradicionalmente asociado con la dulzura, la ternura y lo romántico. Pero, ¿de dónde surge esto? Tal como ocurre con otros colores, el color rosa se encuentra estrechamente vinculado con valores y prácticas propias de nuestra cultura, que al perpetuarse generan códigos sociales y percepciones individuales sobre los objetos del mundo.

Lo anterior ha sido ampliamente investigado por la psicología de los colores, generando así distintas respuestas sobre los significados del color rosa, y sobre sus connotaciones o efectos en términos culturales. Veremos a continuación una breve descripción de esto.

Psicología de lo cromático

Entre otras cosas, la psicología de los colores nos ha enseñado que los estímulos cromáticos forman parte activa de nuestro desarrollo. Se encuentran en nuestro entorno y además, no son estímulos neutros: están cargados de significados culturales, a la vez que nos permiten evocar sensaciones, percepciones, pensamientos, ideas, juicios, actitudes, etcétera. Es decir, generan efectos a nivel psicológico.

Incluso nos pueden predisponer para actuar, por ejemplo, si encontramos una señal de color rojo es probable que automáticamente se activan nuestras alarmas en el sistema nervioso y nos prepararemos para huir ante un posible daño. O, sin ser necesariamente conscientes de ello, los colores pueden influir en el agregado que sentimos hacia determinados objetos, lo que finalmente tiene consecuencias en nuestro acercamiento a estos.

Es así ya que a través de percibir colores, activamos determinadas impresiones sobre los objetos, es decir, a través de ellos podemos condicionar nuestra percepción sobre lo que nos rodea. Lo anterior ocurre por los significados simbólicos que les hemos colocado a través del tiempo.

Por ejemplo, durante la asociación de los colores con los fenómenos y elementos naturales, y también a través de su asociación con variables culturales. Ya decía Goethe que los colores, que son finalmente codificaciones sensoriales de la descomposición de la luz natural, producen un efecto individual siempre vinculado con la esfera moral. Así pues, los colores transportan códigos sociales y llevan consigo la oportunidad de establecer taxonomías y posiciones individuales, en permanente vínculo con las normas sociales.

Específicamente el color rosa se obtiene de la mezcla entre el rojo y el blanco, y su nombre en castellano proviene justamente de las variedades de rosales que han florecido en muchos lugares del mundo. Dicho vocablo proviene del latín y el griego, que se utilizaron para nombrar la misma flor, y que vienen a su vez de una raíz proto indoeuropea que significa “espino”.

Significado del color rosa en psicología

De acuerdo con las investigaciones de Eva Heller (2004), pionera en los estudios sobre psicología del color, el rosa aumenta su índice de preferencia según la edad de las personas. Al ser un color juvenil, suele ser más valorado por la gente mayor.

Así mismo, suele evocar sentimientos positivos relacionados con la amabilidad, la delicadeza, la suavidad, así como con lo infantil y la ensoñación. No obstante, esto mismo genera un significado ambivalente, pues también se relaciona con “lo cursi”, que puede provocar rechazo para varias personas.

Lo anterior se vuelve más complejo cuando el rosa queda mezclado con otros colores. Por ejemplo, junto al blanco puede representar inocencia; y al lado del negro y el violeta puede relacionarse más con el erotismo y la seducción. También al mezclarse con negro puede asociarse a las tensiones entre lo delicado y lo rudo, la sensibilidad y la insensibilidad.

Para estudiar lo anterior, Manav (2007) evaluó la relación entre emociones y estímulos cromáticos, encontrando que las sensaciones de disfrute, alegría y calidez estaban relacionados con los estímulos de color rosa y amarillo, principalmente.

Algo llamativo era el uso práctico derivado de dicha asociación. Por ejemplo, los participantes mostraron una preferencia por ubicar el color rosa dentro de sus habitaciones, y especialmente en las habitaciones donde duermen los niños.

Algunas connotaciones culturales de este color

Hemos visto que en la cultura occidental el color rosa se ha relacionado tradicionalmente con lo etéreo, lo dulce y lo agradable, el amor, la ternura y la inocencia. Así mismo se ha asociado al optimismo, lo que vemos, por ejemplo en frases como “todo es color rosa”.

Por otro lado, en el catolicismo, el color rosa se ha utilizado para representar alegría, y en algunos países también de occidente, el uso político del rosa o del rojo claro simboliza el socialismo.

Además, el color rosa en algunos países orientales como en Japón tiene una asociación con el erotismo, mientras que en Europa occidental se relaciona con las novelas y las historias románticas así como con el entorno privado y la intimidad. Por su parte, en el feng shui (que relacionan los colores con actividades cotidianas), el color rosa se encuentra vinculado al matrimonio y los vínculos afectivos.

El rosa y los estereotipos de género

Lo anterior ha conectado estrechamente con los imaginarios occidentales de lo femenino, que finalmente han perpetrado una serie de estereotipos de género. En este contexto, el color rosa ha estado vinculado con los valores asociados a la feminidad, y ha repercutido de manera importante en la educación binaria de género.

Esto es visible, por ejemplo, en toda la gama de productos destinados a niñas y mujeres que se presentan mediante este color. Desde los primeros juguetes y los accesorios más sencillos hasta utensilios de higiene personal, los objetos del espacio doméstico, o las festividades relacionadas con la maternidad y el amor.

Respecto a los significados asociados al color rosa y sus diferencias de género, Rivera (2001) encontró que las mujeres relacionan el rosa con “tranquilidad” y con los adjetivos “bonito”, “tierno” y “lindo”. Por su parte, los hombres relacionaron el rosa con “cerdo”, “bebés”, “salchicha”, “carne”, “feo”, “mujer”, “jamón”, “nada” y “horrible”. Los participantes de su estudio tuvieron en común la asociación del rosa con “ternura”, “piel”, “niña”, “amor” y “pastel”.

Algunos estudios sobre la historia del uso de los colores, indican que la marcada simbología de género del rosa comenzó a finales del siglo XIX y principios del XX en Europa occidental y Estados Unidos; cuando las casas de cuidado de infantes en situación de abandono comenzaron a diferenciar a niños y niñas con colores celestes y rosas respectivamente. En épocas más recientes, a partir de las revoluciones sexuales y las reivindicaciones de género, el color rosa ha modificado paulatinamente sus usos, normalizando por ejemplo que se lleve en prendas masculinas.

Referencias bibliográficas:

  • Clarke, T. y Costall, A. (2008). The Emotional Connotations of Color: A Qualitative Investigation. Color Research and application, 33(5): 406-410.
  • Heller, E. (2004). Psicología del color. Cómo actúan los colores sobre los sentimientos y la razón. Editorial Gustavo Gili: España.
  • Koller, V. (2008). ‘Not just a colour’: pink as a gender and sexuality marker in visual communication. Visual communication, 7(4): 395-423.
  • Llorente, C. (2018). Análisis comparativo de la simbología cromática en publicidad. Nike en China y España. Vivat Academica. Revista de Comunicación, 142: 51-78.
  • Manav, B. (2007). Color-Emotion Associations and Color Preferences: A Case Study for Residences. Color Research and Application, 32(2): 145-151.
  • Rivera, M. A. (2001). Percepción y significado del color en diferentes grupos sociales. Revista Imagen, 53: 74-83.

Psicóloga | Redactora especializada en Psicología Social

Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.

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