¿Cómo saber cuándo terminar una relación?

Algunos criterios para saber en qué punto de deterioro de la relación merece la pena cortar.

¿Cómo saber cuándo terminar una relación?

Todas las relaciones tienen altibajos, lo cual es algo sano y normal. Sin embargo, a veces, tras una situación tensa o una discusión se nos plantean dudas sobre si esa relación tiene futuro o no.

El problema es que no es tan sencillo saber si nuestra pareja o matrimonio está en tan mala situación que lo mejor sería acabar de una vez por todas.

Por este motivo muchas personas se preguntan cómo saber cuándo terminar una relación, dado que decidir acabarla por algo que, en realidad, no es tan grave, puede ser un craso error, mientras que no decidir acabar cuando se está en una relación que simplemente no nos ofrece nada, tampoco es plan.

En este artículo vamos a ver pistas que nos indican que, quizás, nuestra relación ya ha llegado a un punto en el que se hace necesario terminarla.

¿Cómo saber cuándo terminar una relación?

Terminar una relación de pareja es algo muy serio. No se puede tomar a la ligera, ni esperar que, si nos hemos equivocado al cortar, en un futuro la relación se restablezca como si no hubiera pasado nada. Es por ello que se hace necesario reflexionar en profundidad sobre el estado de la relación, si realmente es necesario cortar o si hay alguna alternativa que beneficie a ambos.

A continuación, veremos preguntas que nos debemos hacer y pistas que podemos ver que nos indican que ha llegado el momento de acabar con la relación.

1. ¿Esta es la relación que quiero?

Aunque la vida no siempre es de color de rosa, sí que debemos tener claro que salir con alguien debe ofrecernos algún tipo de beneficio emocional. Cuando salimos con alguien lo deberíamos hacer porque queremos, porque nos gusta estar con él o ella.

Si queremos otra cosa, si queremos que la relación tome otro curso o, simplemente, no nos sentimos a gusto, eso podría indicarnos que no estamos saliendo con la persona adecuada.

Continuar con una relación muerta es algo que no ayudará a ninguno de los dos. Debemos dejarnos de pensamientos como el de “si la dejo sufrirá” o “es que lo está pasando muy mal y no quiero hundirla más”. Continuar con esto va a hacer que te sientas todavía más a disgusto. Es hora de tomar la acción y acabar de una vez.

2. ¿Qué gano y qué pierdo continuando o rompiendo?

Muchas veces, pese a que tenemos claro que la relación está agonizando, nos empeñamos en intentar mantenerla viva, como quien sigue regando las plantas que están más que resecas. Las plantas están muertas, como la relación.

Romper con una persona no es algo feliz. Es un evento triste para los dos, pero necesario si, continuando con la relación, perdemos nuestra libertad y bienestar emocional. El miedo a lo que podamos perder es una emoción que nos paraliza, pero si pensamos detenidamente en qué ganamos si acabamos con la relación ya quizás nos motive para tomar el primer paso.

3. ¿Se puede salvar la relación?

No se debe romper la relación sin antes pensar profundamente si todavía tiene algún tipo de solución. Puede que haya problemas de comunicación o malentendidos que hayan ido creciendo como una bola de nieve y ahora nos encontramos ante un glaciar.

Pero la nieve y el hielo se derriten. Hablando de los problemas, de lo que no se entendió o lo que se malinterpretó puede iniciar el proceso de recuperación de la pareja. Sin embargo, si la otra persona no quiere y no hay forma de tratarlo, una buena opción es acudir a terapia de pareja para que el profesional puede ofreceros pautas y estrategias para solucionar vuestra relación.

Si nada de esto funciona, o simplemente el otro no quiere hablar del problema, lo mejor será para los dos, especialmente para ti, acabar con la relación.

4. ¿Hay algo que no puedo aceptar de mi pareja?

Nadie es perfecto, y todos podemos cambiar, para bien o para mal. Hay muchas cosas de nuestra pareja que no tienen por qué gustarnos, y nos gustaría que hiciera el esfuerzo para ser una persona mejor.

Sin embargo, si estamos todo el rato pensando en que debería cambiar ella o él por nosotros, puede indicarnos que no nos gusta la persona con la que estamos intimando. También puede ser que ella o él quiera que cambiemos nosotros.

Intenta hacer de nuestra pareja alguien mejor, o que ella nos intente cambiar, es algo sano, siempre y cuando no se plantee con chantaje emocional o que se pretenda cambiar algo que forma parte de su o nuestra personalidad.

Si queremos a esa persona, o ella nos quiere a nosotros, es muy sano aceptar sus fortalezas y defectos, siempre y cuando éstos últimos no perjudiquen a la salud de ambos.

5. Te avergüenza salir en pareja

Este indicador es muy claro. Si cuando quedas con tus amigos te da mucha vergüenza que conozcan a tu pareja, o simplemente no te despierta interés ni alegría alguna el que la conozcan, esto quiere decir que no te sientes a gusto saliendo con esa persona, siempre y cuando no exista presión social en contra de que esa relación se mantenga (por ejemplo, en familias fundamentalistas religiosas).

Por regla general, a todos les hace ilusión que sus mejores amigos conocen a la persona con quien han estado intimando en los últimos meses. Todo el mundo quiere saber qué piensan sus amigos sobre su nueva pareja, y cómo ven que salgan juntos.

Ciertamente, hay personas que son más tímidas que otras, y que puede que nuestra pareja no la veamos muy en sintonía con cómo son nuestros amigos, pero de allí a no querer presentarla por vergüenza hay mucha diferencia.

Si salimos con alguien que nos gusta, no deberíamos dejarla escondida de nuestro círculo familiar ni amistades como quien se compra una prenda de ropa y la guarda en el armario porque considera que no es época para eso.

6. Sientes que es tu pareja quien se avergüenza de ti

Puede pasar justo lo contrario al caso anterior: es tu pareja quien no te quiere presentar a sus amigos ni familiares. Si bien es cierto que puede que piense que no te sentirás a gusto con sus amistades, otro motivo es el de que te considera una persona que no debe ser presentada en sociedad, ya sea porque no te ve como una relación seria o porque se avergüenza de ti.

Cada persona vale lo suyo, y lo último que debe consentir es que una persona con la que se supone que está saliendo sienta que no debe ser presentada a los demás.

Si él o ella considera que no debes conocer a sus amigos, eso se puede entender como que no quiere que formes parte de su mundo. Es una pista muy clara de que lo mejor será salir de su vida, dado que nos ha dado señales de que no quiere que estemos en su mundo.

7. Estás en una relación manipuladora

Si hay manipulación, huye. La manipulación, el chantaje emocional, el control… todas estas acciones son para nada sanas. No son dinámicas apropiadas para vivir felizmente en pareja.

No es sencillo acabar con este tipo de relaciones, y nunca se debe confiar en que estando los dos solos se podrá romper fácilmente. Es muy recomendable confiar en un amigo para que esté presente, o hacerlo a distancia si se cree que puede haber una reacción violenta.

8. No hay respeto

Es normal que en una pareja haya ciertas críticas, pero nunca debe haber humillación ni críticas abusivas.

Si tu pareja te dice algo que no quieres escuchar, pero lo hace con la intención de que seas mejor como persona y te lo dice desde el respeto, eso está bien. En cambio, si usa comentarios sarcásticos y ácidos, o simplemente te trata como basura, está claro que la relación no marcha bien y que tu salud mental está en riesgo.

9. Solo tú buscas momentos de intimidad

La intimidad, expresada en la cama o en el sofá con caricias, besos, mimos y, como no, sexo, es uno de los pilares de toda relación. A veces pasa que ella o él no quiere, algo que se debe respetar porque esto es cosa de dos, no se debe forzar a alguien a que haga lo que no quiere.

Sin embargo, puede que esté pasando que eres tú el único que propone momentos de intimidad, mientras que tu pareja los rechaza siempre, poniendo excusas que no te crees.

No se debe tener miedo a hablar de ello, y preguntarle qué le está pasando, si todo está yendo bien o si se siente a disgusto con algo. Si hay un problema, hay que tratarlo, y si no quiere, quizás esta relación esté condenada al fracaso.

10. Te presionan para tener momentos íntimos

Por otro lado, puede ser que seas tú a quien no le apetece, aunque no necesariamente siempre. Hay veces que queremos sexo y otras veces que no, y nadie nos debe obligar cuando no lo deseamos.

Si nos intentan forzar, sea hombre o sea mujer, está cometiendo una grave violación de nuestra libertad sexual, por muy poco violenta que pueda parecer. No es no, incluso dentro de la pareja.

11. Tus conocidos te han advertido de que salgas con otro

Aunque no se debe terminar una relación porque no le guste a los demás, el hecho de que nuestros familiares, amigos e, incluso, algún que otro conocido no tan cercano nos haya avisado de que nuestra relación no parece buena es un indicador a tener en cuenta.

Si tienen razones concretas o han visto algo que les parece motivo suficiente como para dejar la relación, debemos tratar de ver si realmente es así, o si están en lo cierto y piensan en nuestro bien.

12. No ves un futuro

Si eres adolescente y estás saliendo con alguien, queda claro que hablar de un futuro juntos es algo un tanto precipitado. A estas edades hablar de casarse, tener hijos y buscarse una casa son pensamientos demasiado adultos.

Sin embargo, si se es adulto, se llevan varios años teniendo una pareja, es inevitable que estos pensamientos vengan a nuestra mente y, tarde o temprano se comenten. No es que todas las parejas deban casarse y tener hijos, pero desde luego un futuro juntos es algo que se debe haber planteado, porque si no, ¿de qué sirve continuar la relación si no se cree que vaya a durar?

13. Hay problemas graves

Tu pareja abusa de ti física o verbalmente, te ha puesto los cuernos o se los has puesto tú, te da ultimátums que no se cumplen, te explota financieramente, te separa de tus amigos o familiares…

Todos estos problemas son graves y son una señal muy clara de que esta relación es peligrosa. En estos casos se debe hablar con un abogado, la policía, terapeuta y familiares para que estén al día de la situación y evitar, por todos los medios posibles, que suceda algo todavía peor.

14. Demasiados altibajos

Como ya íbamos diciendo, es normal que en las relaciones de pareja hayan altibajos. Hay momentos de gran felicidad y otros en los que hay tensión, pero se acaban solucionando.

El problema es cuando la relación es buena y mala cada día, es decir, hay demasiados momentos de tensión que luego son, aparentemente, calmados por mucha alegría. Algo no funciona.

Una relación debe ser una fuente de seguridad y bienestar, no un continuo sentimiento de inestabilidad. ¿Para qué queremos tener un novio o novia si no nos da calma ni tranquilidad?

15. Os habéis separado

Muchas personas, cuando empiezan una relación de pareja, sienten un profundo amor y son incapaces de pasar tiempo alejados el uno del otro. Esto acaba, con el paso del tiempo, siendo menos intenso, pero todavía hay mucho amor y ganas de pasar tiempo juntos.

Sin embargo, a veces pasa que los dos enamorados empiezan a distanciarse sin darse cuenta, pasando tiempo juntos muy de vez en cuando, pese a ser pareja. Esto es un indicador de que la relación se está enfriando.

Si lo único que tenéis en común es que compartís una historia, en vez de pasar tiempo juntos o hacer un esfuerzo por dedicarle una hora al día al otro, es que algo no marcha bien.

Puede darse el caso de que la relación haya evolucionado de una amorosa a una de amistad con derechos y, si bien eso no es algo malo, sí que indica que el amor está un poco muerto. Se debe hablar y ver si se potencia el afecto o pasar a ser solo amigos.

Referencias bibliográficas:

  • Biscotti, O. (2006). Terapia de Pareja: una mirada sistémica. Buenos Aires: Lumen.
  • Christensen A., Atkins D.C., Baucom B., Yi J. (2010). "Marital status and satisfaction five years following a randomized clinical trial comparing traditional versus integrative behavioral couple therapy". Journal of Consulting and Clinical Psychology. 78 (2): pp. 225 - 235.

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Postgrado de Actualización de Psicopatología Clínica en la UB.

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