Holoceno: qué es, duración y características de esta época

Veamos qué es el Holoceno y cuáles son las características de esta época geológica.

Holoceno

Las escalas temporales geológicas nos permiten colocar nuestra existencia en un punto concreto y, además, conocer cómo era la vida de nuestros antepasados y los primeros seres vivos que habitaron la Tierra.

Aunque los seres humanos hayamos transformado este planeta a nuestro gusto y necesidad, la realidad es que la Tierra es inconcebiblemente antigua, pues se coloca su origen hace 4.543 miles de millones de años. Ni siquiera somos capaces, como especie, de imaginar una escala temporal tan amplia.

La vida surgió hace unos 3.500 millones de años, provocando diversas radiaciones mediante procesos de especiación y evolución, lo que nos ha llevado al casi millón y medio de especies animales descritas en la actualidad (aunque se estima que hay más de 7 millones). El género Homo (al que pertenecemos) apareció hace aproximadamente 2,5 millones de años, cambiando el destino de nuestro planeta de forma irremediable.

Cuando hablamos de épocas y períodos geológicos, solemos remontarnos al cámbrico y su explosión de especies acuáticas con formas de crustáceos alienígenas, o al jurásico y el dominio de los dinosaurios y seres de tallas impensables. Lo que pocas veces se explora, debido a su cercanía con la actualidad, es el Holoceno, época en la cual nos encontramos tú y yo. ¿Sabes qué nos rodea a nivel temporal y qué nos depara como especie? Aquí te lo contamos.

¿Qué es el Holoceno?

El Holoceno es una división de escala temporal geológica, la última (y actual) época del período Cuaternario. El Holoceno es una época englobada en el período Cuaternario, que a su vez forma parte de la Era cenozoica. Para comprender un poco mejor todos estos términos, te ejemplificamos esta división con un pequeño esquema.

Era cenozoica: se inició hace unos 66 millones de años y continúa hasta la actualidad. Es la tercera (y última) era del eón fanerozoico.

  • Periodo paleógeno: comenzó hace unos 66 millones de años y acabó hace 23 millones de años.
  • Periodo neógeno: abarca 23 millones de años. terminó hace 5,33 millones de años.
  • Periodo cuaternario: se inició hace 2,59 millones de años y se extiende a la actualidad. Incluye el Pleistoceno (comenzó hace 2,59 millones de años y finalizó aproximadamente en el 10.000 a. C.; aquí se produjo el famoso periodo glacial); y el Holoceno (comenzó hace 11.700 años y se extiende a la actualidad y se considera el reinado absoluto de la especie humana).

Quizá con esta pequeña lista haya quedado más claro, ¿verdad? La única especie humana que ha vivido a lo largo de todo el Holoceno es el Homo sapiens y, durante ella, hemos desarrollado como sociedad el lenguaje, la agricultura y, en resumen, la civilización en la que se asientan todas las bases de nuestra supervivencia. Por desgracia, todos estos avances no han llegado sin los consecuentes detrimentos ecosistémicos, como veremos en líneas posteriores.

Características del Holoceno

Desde que se inició esta época hasta que se han comenzado a escribir estas líneas han pasado aproximadamente 11.700 años, así que es un poco complejo resumir todo lo que ha sucedido este intervalo temporal sin abarcar varios tomos de una enciclopedia. Aun así, haremos el esfuerzo para darte unas pinceladas generales sobre él.

A escala geológica y teniendo en cuenta la edad de la Tierra, unos 12.000 años es bastante poco. Por ello, se considera que los movimientos tectónicos (deriva continental) que han determinado el estudio de otras etapas aquí son casi inapreciables: menos de 1 kilómetro, una cifra irrelevante. Sin embargo, es necesario tener en cuenta que el Holoceno dio comienzo después de la última glaciación, un tipo de fenómeno climático que dominó durante el Pleistoceno.

Como todo ese hielo tenía que ir a alguna parte con la subida de las temperaturas, a principios de esta época el nivel del mar aumentó en unos 35 metros de altura y 120 metros desde el último máximo glaciar, hace alrededor de 20.000 años. Este cambio no fue paulatino, sino que se produjo en forma de “pulsos”. Resulta interesante conocer que, además, nos encontramos en un periodo interglaciar, así que no se descarta en absoluto que en un futuro la Tierra vuelva a sufrir una glaciación masiva (como ya ha pasado en otras ocasiones).

La evolución no es un mecanismo que generalmente funcione a un ritmo vertiginosamente rápido, así que poco podemos decir en lo que a cambios en la flora y fauna se refiere. Si bien durante estos más de 10.000 años se han extinguido muchas especies, a nivel ecosistémico lo que más ha marcado han sido los cambios de distribución de los taxones en las distintas zonas de la Tierra, en gran parte por la acción humana. De todas formas, se sabe que los grandes mamíferos preparados para la vida en la nieve (mamuts y tigres dientes de sable, entre otros) desaparecieron entre finales del Pleistoceno y principios del Holoceno.

Como no tenemos faunas fósiles fehacientes a las que aferrarnos (ya que no hay una diferencia marcada en los seres vivos con respecto a la actualidad), el Holoceno se mide en base a las distintas etapas del desarrollo de la humanidad. El comienzo de este período se corresponde con la época Mesolítica europea, donde tuvieron lugar las últimas sociedades de humanos cazadores-recolectores, de naturaleza primordialmente nómada. A partir de aquí, la historia se escribe por sí sola.

¿Holoceno o Antropoceno?

Continuar haciendo un recorrido histórico imparcial por el Holoceno sin tocar ciertos temas, por espinosos que sean, sería faltar a la verdad. Debemos reconocerlo: la expansión y desarrollo del ser humano se ha intercambiado por el bienestar del planeta Tierra a cambio del progreso. Por ello, una parte de la comunidad científica propuso a principios del siglo XXI el término “Antropoceno” para reemplazar a la época en la que supuestamente nos encontramos, el Holoceno.

La mayoría de ecólogos, zoólogos, conservadores (y científicos en general) están de acuerdo en una cosa: nos encontramos a los pies de una extinción masiva que está avanzando de forma aterradora. La tasa de extinción actual es, aproximadamente, de 100 a 1.000 veces mayor que lo esperado para la Tierra a nivel evolutivo. Ni siquiera los peores episodios se igualan con la actualidad, pues en estos momentos desaparecen seres vivos a una escala (como mínimo) 10 veces mayor a cualquier periodo catastrófico ya pasado que se te ocurra.

Estandarizar los cambios que está sufriendo la Tierra es algo complejo, y por ello, se intenta circunscribir el actual “Antropoceno” en una base de ideas claras y cuantificables a nivel físico-químico. Entre los posibles patrones barajados, se encuentran los siguientes:

  • Aumento del CO2 atmosférico, que es demasiado gradual.
  • Variaciones en los porcentajes de los isótopos estables (nucleidos no radiactivos) de carbono por la actividad antrópica.
  • Presencia de isótopos radiactivos debidos a las explosiones nucleares atmosféricas, debido a episodios bélicos por todos conocidos.
  • Incremento en el nivel de sulfatos registrado en las capas de hielo de ambos hemisferios, debido a la erupción del volcán Tambora en abril de 1815.

Estos son algunos de los “marcajes” que se podrían utilizar para definir al Antropoceno a nivel geológico, pero, sin duda, lo que lo determina es la extinción masiva de seres vivos y la degradación de los ecosistemas. Cuanto más se extiende la especie humana, menos espacio para la naturaleza queda disponible.

Sin ir más lejos, se estima que cada 24 horas desaparecen una media de 150-200 especies de seres vivos. Ni más ni menos que un solo día. De todas las especies monitorizadas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN), el 28% de ellas se encuentran amenazadas, unas 35.500. Podríamos seguir dando datos devastadores, pero creemos que la idea queda más que clara: el Holoceno o Antropoceno se caracteriza por el progreso humano, pero a la vez implica la muerte y destrucción del planeta tal y cómo lo conocemos.

Resumen

Tras los datos aquí expuestos, cuesta terminar en una nota positiva. El Holoceno se caracteriza por el progreso humano, con lo negativo y positivo que este conlleva. Durante este periodo hemos creado el lenguaje, y gracias a él, hemos aprendido a poner nombre al amor, el afecto, el cariño y la empatía. También hemos viajado a la luna y descubierto muchos secretos del mundo que nos rodea, pues, sin la especie humana, el término “conocimiento” seguramente ni tan siquiera habría adquirido forma.

En resumen, nuestra especie es capaz de las cosas más bellas y los peores delitos a la vez, y los sucesos recogidos a lo largo de todo el Holoceno lo ejemplifican perfectamente. Solo el tiempo dirá hacia dónde se dirige la civilización y la propia Tierra, pero, por desgracia, los datos actuales no son nada alentadores.

Referencias bibliográficas:

  • Arias-Maldonado, M. J. (2020). Antropoceno.
  • Carpenter Slavens, J., & Sánchez, G. (2013). Los cambios ambientales del Holoceno medio/Holoceno tardío en el desierto de Sonora y sus implicaciones en la diversificación del Yuto-Aztecano y la difusión del maíz. Diálogo andino, (41), 199-210.
  • Zamora, M. E., Huerta, A. H., Maqueo, O. P., Badillo, G. B., & Bernal, S. I. (2016). Cambio global: el Antropoceno. CIENCIA ergo-sum, Revista Científica Multidisciplinaria de Prospectiva, 23(1), 67-75.

Graduado en Biología por la Universidad de Alcalá de Henares (2018). Máster en Zoología en la Universidad Complutense de Madrid (2019). Durante su carrera estudiantil, se especializó en comportamiento animal, evolución, parasitología y adaptaciones morfológicas animales al medio. En su estancia en el Máster profundizó en mecanismos evolutivos y comportamientos. También formó parte de un equipo del Museo Nacional de Ciencias Naturales durante dos años, donde realizó investigaciones de índole evolutiva. Aquí adquirió extensos conocimientos sobre genética, heredabilidad y otras cuestiones relacionadas con el ADN. A día de hoy, se dedica a tiempo completo a la divulgación científica, realizando artículos de evolución animal y psicología y medicina humana.

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