Historia del Arte: ¿qué es y qué estudia esta disciplina?

Hablamos de la rama de las Humanidades que estudia las manifestaciones artísticas en la historia.

La Historia del Arte

La historia del arte no siempre ha existido. Nos explicamos. Como la mayoría de disciplinas, la rama de las Humanidades que estudia el arte es relativamente reciente. Eso sí, de todas las disciplinas humanísticas, es quizá la más antigua, junto con la ciencia histórica.

¿Cuándo empezó a estudiarse la historia del arte? ¿Cómo surgió? ¿Cuándo empezaron a crearse los primeros estudios en la materia? En este artículo te resumimos brevemente la trayectoria de los estudios de la historia del arte y te contamos en qué se basan actualmente.

¿Qué es la historia del arte?

Como su propia nomenclatura manifiesta, esta rama de las humanidades se centra en el estudio de las obras de arte y las manifestaciones artísticas dentro de su contexto histórico y estilístico. Como hemos apuntado en la introducción, esta disciplina es relativamente reciente, pues no empezó a formarse hasta la época de la Ilustración, es decir, en el siglo XVIII; eso sí, con algunos antecedentes previos.

¿Qué objeto abarca la historia del arte? Cualquier manifestación humana que tenga una finalidad ya bien estética, ya bien expresiva (por ejemplo, de una idea moral o religiosa), o ambas. La disciplina abarca, pues, desde las primeras manifestaciones artísticas del Paleolítico (por ejemplo, las pinturas de Altamira) hasta las más modernas expresiones y formas de arte.

A pesar de que el concepto “arte” es, actualmente, muy amplio e incluye ámbitos como el cine o el bodypainting, los estudios de historia del arte se suelen circunscribir a la pintura, la escultura y la arquitectura. Es usual, sin embargo, que dentro de la carrera que estudia estas disciplinas se incluyan algunas asignaturas (generalmente, de carácter optativo) que abarquen otras manifestaciones artísticas, para así tener un panorama mucho más completo.

El origen de la historia del arte como disciplina

Puede decirse que el inicio de los estudios artísticos vino con el Renacimiento. Durante los siglos medievales, no existía el concepto de “arte” ni de “artista” o, mejor dicho, no estaban relacionados con la producción de obras artísticas. Nos explicamos.

En la Edad Media, existían los estudios de las llamadas “artes liberales”, que nada tenían que ver con lo que nosotros consideramos hoy en día una carrera de bellas artes o de historia del arte. Al contrario. El “arte” estaba relacionado estrictamente con el intelecto, nunca con la producción manual, por lo que las llamadas artes liberales tenían que ver, en exclusiva, con la mente.

El concepto de artes liberales, sin embargo, no es patrimonio exclusivo del Medievo. La idea provenía de la antigüedad clásica, y era una manera de diferenciar la actividad de los eruditos y los sabios de la de los artesanos y los esclavos. Las artes liberales, como su propio nombre indica, “dignificaban” al hombre y, por tanto, solo estaban destinadas a los hombres libres y de cierto estatus. Esta aversión hacia el trabajo manual (en el que se incluía la pintura y la escultura) se expandió hasta la época moderna y, de hecho, sólo el fin del Antiguo Régimen consiguió modificar esta idea.

Pero, ¿qué eran, pues, las “artes” en la Edad Media? El mismo Agustín de Hipona enumera, en el siglo IV, a la gramática, la retórica, la dialéctica y la astronomía, entre otras. Sin embargo, es Marciano Capella quien, un siglo más tarde, establece cuáles son las artes que han de ser consideradas “liberales”; por un lado, la gramática, la retórica y la dialéctica formaban el Trivium, y, por otro, la geometría, la astronomía, la aritmética y la música configurarían el Quadrivium. Como podemos ver, ninguna de estas disciplinas tiene nada que ver con nuestro concepto moderno de “arte”.

Y ¿qué sucedía con las actividades que nosotros llamaríamos “arte”, y con las personas que actualmente serían “artistas”? Ya lo hemos dicho; eran meros trabajadores artesanos, pues realizaban su actividad con las manos y no con el intelecto. En la Edad Media, nada diferenciaba a un zapatero de un pintor de frescos, por ejemplo; ambos eran trabajadores especialistas en su propio campo. Ese es el motivo principal por el que ningún pintor o escultor de la Edad Media firma sus obras. ¿Acaso firmaba un zapatero los zapatos que realizaba?

Y, por supuesto, ningún hombre docto (ni clérigos, ni nobles), se “rebajaba” al oficio de pintar o esculpir, con la excepción, claro está, de las miniaturas de los códices medievales que, al estar insertas en los textos eruditos e ilustrar los pasajes importantes, no entraban en la clasificación de “oficio manual”.

El camino hacia la autonomía del arte

Ya hemos comentado que el Renacimiento constituye un punto y aparte en la trayectoria de los estudios de la historia del arte. Y esto es así porque, durante esta época, el artista empieza a adquirir un estatus diferente al que había gozado en los siglos precedentes. El artista ya no es sólo el mero artesano que crea con las manos (casi como si de una máquina se tratara), sino que, además, imbuye su obra de una inspiración intelectual.

León Battista Alberti (1404-1472) y sus tratados sobre el romano Vitruvio (s. I a.C.) tienen grandísima influencia en el proceso de “intelectualización” del arte y, por tanto, en su separación de los otros trabajos manuales. A partir de entonces (al menos, en Italia, puesto que en otras latitudes será un proceso más laborioso), y con el apoyo de la familia Medici de Florencia, la pintura, la escultura y la arquitectura van imponiéndose como actividades intelectuales, al mismo nivel que las otras “artes liberales” medievales.

Giorgio Vasari (1511-1574), en su obra Las vidas de los más excelentes arquitectos, pintores y escultores italianos, presenta la biografía y la obra de algunos de los artistas más sobresalientes de su época o de la época inmediatamente anterior; entre ellos, al genial Michelangelo Buonarrotti (1475-1564). El camino hacia la intelectualización del arte y, sobre todo, hacia su autonomía, está ya trazado, y será en el siglo XVIII, el Siglo de las Luces, cuando se proceda a su estudio y codificación.

La Ilustración y el inicio de la Teoría del Arte

El profesor Valeriano Bozal está indudablemente acertado al afirmar que, paralelamente a la autonomía que empieza a gozar el arte en el siglo XVIII, encontramos también la autonomía de la investigación científica. En otras palabras; tanto la ciencia como el arte se “liberan” del peso de los factores ideológicos, religiosos y morales, y empieza a prevalecer la independencia de la creación artística. Obviamente, esta supuesta “liberación” no es, para nada, absoluta, pues cada manifestación artística es obligatoriamente hija de su tiempo, ni que sea en una pequeñísima parte.

Sea como fuere, es en la Ilustración cuando empieza a teorizarse el arte. Surgen, pues, tres disciplinas relacionadas: la historia del arte propiamente dicha, la crítica del arte y la estética. La primera se “inaugura” con la publicación, en 1764, del volumen Historia del arte en la antigüedad (como no podía ser de otra manera en una época obsesionada con lo clásico), mientras que las obras pilares de las otras dos disciplinas son, respectivamente, Los Salones (1759-81) de Denis Diderot y la Estética (1750-58), de Alexander G. Baumgarten, tal y como recoge maravillosamente Gonzalo M. Borrás Gualls en su Teoría del Arte I (ver bibliografía).

¿Qué estudia actualmente la historia del arte?

Es a partir del siglo XVIII cuando estos tres caminos en cuanto a estudios artísticos difieren y se separan, a pesar de seguir alimentándose mutuamente. Así, podemos decir que la estética, en cuanto que disciplina autónoma, estudia el arte relacionado con sus cualidades, a saber: la belleza, la fealdad, la proporción, etc. Por otro lado, la crítica de arte expresa, inevitablemente, un juicio de valor, pues juzga la “calidad” de una pieza en relación con muchísimas variables.

La historia del arte, en cambio, se centra en la evolución de la expresión artística en relación con los distintos contextos históricos, sociales y culturales. Está, por tanto, muy ligada a la ciencia histórica, y ambas se nutren y se complementan. Por otro lado, la historia del arte también tiene en cuenta a los diferentes artistas y sus creaciones artísticas, no solo desde una perspectiva meramente biográfica, sino también en relación a su propio contexto.

Una de las innovaciones que se ha venido dando cada vez con mayor fuerza dentro de esta disciplina es la inclusión de la expresión artística de otras latitudes. La historia del arte, en tanto que “codificada” por la Ilustración, siempre estuvo ligada con el arte occidental; afortunadamente, en la actualidad los estudios artísticos han abierto las miras y cada vez con mayor frecuencia se incluyen los estudios de las manifestaciones artísticas de otras culturas.

  • Borrás Gualis, G.M. (1996). Teoría del arte I, Historia 16.

Periodista

Licenciada en Humanidades y Periodismo por la Universitat Internacional de Catalunya y estudiante de especialización en Cultura e Historia Medieval. Autora de numerosos relatos cortos, artículos sobre historia y arte y de una novela histórica.

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