Fagofobia (miedo a tragar): síntomas, causas y tratamiento

Este trastorno de ansiedad puede generar graves alteraciones de malnutrición.

Fagofobia
Una fobia basada en el acto de tragar.Unsplash.

Actualmente hay registradas una infinidad de fobias específicas relacionadas con todo tipo de objetos, conductas, personas o situaciones; algunas de ellas más insólitas que otras. Aunque la mayoría de las fobias no siempre tienen porqué implicar graves consecuencias para la salud, existen casos concretos en los que pueden acabar por provocar otro tipo de afecciones mucho más severas.

Este es el caso de la fagofobia, de la cual hablaremos a lo largo de este artículo y que puede estar asociada a casos anorexia y de pérdidas graves de peso. A continuación, describiremos cuales son sus principales características, síntomas, causas y posibles tratamientos.

¿Qué es la fagofobia?

La fagofobia se encuentra dentro de la categoría de los trastornos de ansiedad específicos, también llamado fobias específicas. Como el resto de fobias, se caracteriza por la aparición de graves episodios de temor y ansiedad ante la aparición de un estímulo específico. En este caso el miedo se experimenta ante el acto de tragar.

Al igual que el resto de trastornos de ansiedad provocados por un estímulo específico, la persona que padece fagofobia experimenta una fuerte reacción de temor, acompañado de las manifestaciones físicas propias de estados de ansiedad muy elevados.

Las principales características que distinguen a un temor fóbico se concretan en los siguientes puntos:

  • La persona experimenta un miedo y temor desproporcionado en comparación con la amenaza real que supone el estímulo.
  • Se trata de un temor completamente irracional. En muchas ocasiones, el propio paciente es incapaz de encontrar una explicación lógica que justifique su temor.
  • Es un miedo incontrolable, por lo que la persona es incapaz de evitar la aparición de los síntomas fóbicos.
  • Es estable a lo largo del tiempo. Aunque solamente se manifieste ante la aparición o la imaginación del estímulo fóbico, la persona mantiene la fobia a lo largo del tiempo.

Como consecuencia y si no se recibe ningún tipo de tratamiento, el paciente puede llegar a padecer severas complicaciones relacionadas con una alimentación deficitaria. En algunos casos, la fagofobia puede derivar en desinterés por la comida, pérdidas de peso graves o anorexia.

Diferencias con otras fobias

Es habitual que, en ocasiones, la fagofobia sea confundida con otros tipos de fobia específica como es la pnigofobia o temor excesivo a atragantarse o ahogarse. Aunque puedan parecer muy similares, ya ambas están vinculadas al acto de deglutir, en la fagofobia el estímulo fóbico es el mero hecho de tragar, mientras que en la pnigofobia el temor radica en la posibilidad de atragantarse y ahogarse como consecuencia del tragar.

En ambos casos, los síntomas físicos pueden ser confundidos con los de otras afecciones como son la disgafia y la odinofagia, en la que la persona padece una alteración psicológica que le imposibilita el acto de tragar o lo convierte en algo muy doloroso.

¿Qué síntomas manifiesta?

Debido a que la fagofobia se clasifica dentro de la categoría de fobias específicas, su sintomatología es similar a la del resto de trastornos de ansiedad de este tipo. El cuadro clínico de naturaleza ansiosa se caracteriza por la aparición de síntomas físicos, cognitivos y conductuales cada vez que la persona debe enfrentarse al acto temido, en este caso tragar.

En algunas ocasiones, la fobia puede estar tan fuertemente arraigada que el paciente manifiesta los síntomas solamente al pensar o imaginar que se encuentra tragando cualquier alimento, bebida o incluso medicación.

Por lo tanto, en la fagobobia aparecerán los siguientes síntomas, los cuales se encuentran ordenados por categorías:

1. Síntomas físicos

Algunos de los primeros síntomas de los que es consciente el paciente son los síntomas físicos u orgánicos. Estos se deben a la hiperactivación del sistema nervioso en respuesta a la aparición del estímulo temido. Como consecuencia de este aumento en el funcionamiento pueden aparecer todo tipo de alteraciones y cambios en el organismo.

Cuando esta sintomatología física aparece la persona puede experimentar:

  • Incremento de la tasa cardíaca.
  • Aumento de la tasa respiratoria.
  • Sensación de ahogo, asfixia o falta de aire.
  • Aumento de la tensión muscular.
  • Dolor de cabeza.
  • Alteraciones gástricas y dolores estomacales.
  • Aumento de la sudoración.
  • Vértigos o sensación de mareo.
  • Náuseas y/o vómitos.
  • Desmayos.

2. Síntomas cognitivos

Además de los síntomas físicos, la fagofobia se caracteriza también por la presencia de una serie de síntomas cognitivos que se manifiestan a través de pensamientos, creencias y especulaciones en relación a los posibles peligros que pueden aparecer o estén relacionados con el hecho de deglutir o tragar.

Estas ideas y creencias distorsionadas o irracionales impulsan el desarrollo de esta fobia y se distinguen porque la persona integra una serie de pensamientos e imaginaciones ilógicas que se mantienen de manera constante en su mente.

3. Síntomas conductuales

Finalmente, al igual que el resto de fobias, la fagofobia presenta también una serie de síntomas conductuales. Esta sintomatología relacionada con el comportamiento de la persona se manifiesta mediante conductas de evitación y conductas de escape.

En las conductas de evitación, la persona lleva a cabo todo tipo de actos o comportamientos con el objetivo principal de evitar encontrarse con el estímulo fóbico. Con ellos, consigue evitar la experimentación de sensaciones de angustia y ansiedad que le genera dicha situación.

Sin embargo, en el caso de las conductas de escape, estas aparecen cuando la persona no ha sido capaz de eludir la aparición de la situación temida, por lo que realizará cualquier clase de acto o conducta necesaria para escapar de la situación en la que se ve envuelto.

¿Qué causas tiene?

Descubrir el origen de una fobia puede resultar una tarea realmente complicada, puesto que en muchas ocasiones la propia persona no es capaz de determinar qué experiencia puede haber condicionado la aparición de dicho temor.

A pesar de esto, es conocido que existen diversos factores que pueden predisponer o potenciar la aparición y desarrollo de un trastorno de ansiedad de estas características. Es el caso de la existencia de una predisposición genética que agrave los efectos que la ansiedad tiene en la persona, acompañado de la vivencia de una situación o evento altamente traumático o con una gran carga emocional.

Estos factores o la posibilidad de un aprendizaje vicario o por imitación pueden desencadenar, muy probablemente la aparición de esta o cualquier otra fobia.

¿Existe un tratamiento?

Debido a la peligrosidad de los posibles efectos de esta fobia (pérdida de peso extrema o anorexia), resulta imprescindible que el paciente se someta a una intervención que disminuya la intensidad de los síntomas y que, incluso, haga que remitan por completo.

Existen una serie de tratamientos psicológicos que pueden conseguir que la persona mejore considerablemente. Estas intervenciones incluyen tres tipos de actuaciones diferentes y complementarias.

La primera consiste en una intervención mediante reestructuración cognitiva, la cual permite modificar todos aquellos pensamientos y creencias distorsionadas que la persona posee en relación al acto de tragar.

Esta intervención, se acompaña de técnicas de exposición en vivo o desensibilización sistemática, mediante las cuales la persona se expone de manera gradual, en directo o mediante la imaginación, al estímulo temido.

Con el objetivo de disminuir los síntomas físicos propios del enfrentamiento a la situación temida, se realiza un entrenamiento en habilidades de relajación que permite disminuir los niveles de excitación del sistema nervioso y ayuda a la persona a enfrentarse a sus miedos de una manera efectiva.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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