¿Terminaré acostumbrándome a la idea de la Muerte?

Una reflexión sobre la angustia y la desesperanza que es habitual sentir al pensar en la muerte.

¿Terminaré acostumbrándome a la idea de la Muerte?

En nuestra sociedad actual, la muerte es un tema tabú. La mayoría de las personas viven evitando pensar en la muerte, dando por hecho que aún no les concierne a ellos porque son jóvenes. Con esta visión, no hay razón para intentar lidiar con la muerte hasta que no se llega a la vejez, lo cual ocurre cada vez más tarde gracias a los avances médicos.

Por desgracia, es difícil de eludir, ya que la muerte siempre aparece de una manera u otra. No solo en cuanto a nosotros mismos, sino también en nuestro entorno cercano (familia, amigos) o lejano (conocidos de conocidos, la sociedad en general a través de las noticias…). La muerte puede seguir apareciendo a cualquier edad.

¿Qué opción nos queda entonces? ¿Habrá algún momento en el que terminaremos acostumbrándonos a la idea de la muerte? En este artículo rompemos tabúes, hablando sobre la muerte y sobre cómo terminar acostumbrándote a ella.

La muerte a lo largo de la historia

Aunque pueda sorprender, la muerte no siempre ha sido un tabú a lo largo de la historia. Debido a la falta de desarrollo tecnológico y médico, las personas fallecían más a menudo y a cualquier edad. Ante estos hechos, no podían evitar preguntarse qué ocurría con las propias personas fallecidas y que había detrás de la muerte.

De esta manera, aparecieron las religiones. En cada cultura surgieron ideas distintas de forma paralela, pero todas ellas ayudaron a explicar, entre otras cosas, qué ocurre tras la muerte. El concepto de almas permitía tratar sobre la muerte con mayor naturalidad.

La esperanza de haber algo más allá de la muerte daba la suficiente paz como para poder afrontar la muerte con aceptación. Esta tranquilidad desapareció cuando las explicaciones científicas ganaron peso, por encima de las religiosas. Y lo peor es que, incluso a día de hoy, no se ha encontrado ninguna evidencia de que pueda haber vida tras la muerte.

Fue entonces cuando volvió la fría idea de que la muerte sí es el final de nuestras vidas. En la sociedad occidental, en la que prima lo efímero y en la que todo es sustituible, pensar que nosotros también lo somos puede resultar desalentador o aterrador. Por eso, preferimos evitar el tema. En cambio, hay otras culturas en las que sí sigue tratando el tema de la muerte con naturalidad y aceptación, y en las que las creencias religiosas o populares priman ante todo.

Las emociones relacionadas con la muerte

Sea como sea, apostemos por una teoría u otra, todos tenemos algo en común: la muerte nos provoca una serie de emociones, generalmente desagradables. Estas emociones son las que nos dificultan acostumbrarnos a la idea de la muerte. Nosotros os describimos aquí cuáles son, ya que el primer paso para poder gestionar nuestras emociones es saber reconocerlas.

El duelo

Es posible que recuerdes bien cuándo fue la primera vez que tuviste la catarsis de darte cuenta que tu vida tendrá un final. Generalmente, ocurre por primera vez cuando fallece un ser querido. Obviamente, este suceso no solo es duro por este punto de inflexión, sino también por la propia pena y confusión que nos genera el que esta persona o animal ya no esté más en nuestras vidas.

De esta manera, se produce el duelo: el proceso natural psicológico que sufrimos tras una pérdida. Mayormente se caracteriza por emociones como tristeza y lástima, pero también pueden ser confusión, culpa y resentimiento. El duelo supone pasar por una serie de fases: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Cada persona vive de manera distinta sus duelos, y no siguiendo las fases en ese orden necesariamente.

El duelo no tiene que ser necesariamente por la pérdida de una persona. Puede ser de una mascota, un objeto o incluso una idea a la que nos aferrábamos, una etapa de nuestras vidas o un valor moral. Tampoco ha de estar asociada a la muerte necesariamente, ya que puede suceder tras una ruptura o tras una desaparición. Y no solo eso, sino que también puede ser un duelo anticipado: sufrimos de antemano ante la futura pérdida que ya reconocemos como inevitable.

El miedo

Además de las emociones surgidas por el duelo, la muerte tiene vinculada otra emoción primaria: el miedo. Este miedo es complejo, porque engloba diversos factores. El primero de ellos, es el miedo a lo desconocido, y es que no hay nada que nos provoque más ansiedad que la incertidumbre. Todo lo que no podamos asegurar ni controlar nos genera un gran desazón.

Como hemos mencionado, no sabemos qué ocurre tras la muerte con certeza. De esta manera, cuanto más indecisos estemos en cuanto a qué creer sobre lo que hay detrás de la muerte, mayor va a ser nuestro malestar. Incluso si nos centramos en las teorías existentes, pueden ser difíciles de imaginar de verdad, sobre todo la fría idea de que todo acaba.

A esto se le suma el miedo al sufrimiento durante el propio proceso de morir. A nadie nos gusta sentir dolor, y tenemos la idea general de que morir está asociado a sufrir, ya sea por una enfermedad o una lesión, tan graves como para causarnos la muerte. Y estos no son los únicos miedos, ya que también está el miedo a morir solo/a y el miedo a no haber vivido lo suficiente, por decirlo de alguna manera. Nos preocupa, incluso de antemano, no haber cumplido todo lo que esperábamos lograr o dejar asuntos importantes inacabados.

Estos miedos, al igual que el duelo, son naturales y racionales. El problema está cuando perduran demasiado en el tiempo y limitan la vida de la persona que sufre estos miedos. Cuando esto ocurre, el miedo ha terminado convertido en tanatofobia: el miedo intenso a la muerte. En estos casos, lo mejor es acudir a un profesional de la salud mental.

¿Terminaré acostumbrándome a la idea de la muerte?

Como has podido apreciar, la muerte es una idea compleja. No solo depende de nuestras creencias y cultura, sino también de nuestras emociones y procesos psicológicos. Y precisamente, en todo ello está la clave, lo que determinará si terminarás acostumbrándote a la idea de la muerte.

Está demostrado que las personas que tienen mayor espiritualidad afrontan de mejor manera la muerte, ya que sus creencias les permiten disminuir su incertidumbre. Además, es más esperanzador el pensar que la muerte es una puerta a otra vida y no un final. De esta manera, las personas que conectan con su espiritualidad o son religiosas, sí pueden encontrar la paz y acostumbrarse a la idea de la muerte.

En el caso de las personas más escépticas y ateas, la cosa está más complicada, pero no imposible. Lo importante realmente es hacer lo que les resulta efectivo a las personas más espirituales: hablar más a menudo sobre la muerte. Como con todos los miedos, para poder gestionar el temor a la muerte y hacerlo cada vez menor, hay que afrontar la muerte en vez de evitarla.

Esto no quiere decir que pongas en riesgo tu vida con acciones temerarias para estar más cerca de la muerte, obviamente. Por eso, recomendamos hablar con naturalidad sobre la muerte, ya que es la mejor forma de afrontarla y acostumbrarnos a ella. Además, es un tema que a todo el mundo nos da miedo e inquietud, así que no será complicado encontrar a personas que puedan empatizar contigo cuando te quieras expresar y viceversa. Te animamos a que lo hagas con tu círculo de confianza.

De manera similar, puedes acostumbrarte a la muerte leyendo sobre ella, o viendo series o películas que traten el tema de manera adecuada. Otra manera de aceptar la muerte es prevenir tus miedos: si te preocupa morir sin haber vivido lo suficiente, céntrate en vivir en el presente y busca hacer lo que realmente te haga feliz, lo que te permita sentirte autorrealizado/a. Y sobre todo, recuerda que aceptar todas tus emociones cuando ocurra una muerte cercana. Estas emociones son naturales y solo buscan ayudarte.

Psicóloga

Lucía Gómez es psicóloga general sanitaria, con formación en los modelos cognitivo-conductual y sistémico centrado en soluciones. Ofrece terapia individual, de pareja y de familia, tanto de forma presencial en Málaga como online. Apasionada de la escritura y de la psicología desde joven, ha querido juntar sus dos vocaciones para aportar su granito de arena al mundo y poder ayudar a los demás.

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