¿Soy perfeccionista u optimalista? Las diferencias entre estas actitudes

El perfeccionismo y el optimalismo son actitudes distintas para lograr metas.

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Lo contrario a ser perfeccionista es ser optimalista. Los perfeccionistas y los optimalistas pueden tener las mismas metas, los mismos ideales, ambición o pasión por lo que quieren conseguir. La diferencia entre ambos consiste en la actitud para abordar y conseguir estas metas.

Perfeccionismo y optimalismo: ¿en qué se diferencian?

Hay una idea errónea de que el perfeccionismo consiste en ser ordenado u obsesivo en el trabajo o en la casa. El perfeccionismo implica una actitud con nosotros mismos, con los demás y el mundo. En términos emocionales, equivaldría a la expresión del enfado o la ira cuando decimos: “yo debería o tendría que ser, actuar”; “ellos deberían o tendrían que ser, actuar” …; “el mundo debería o tendría que ser” …es importante desmitificar la creencia de que el perfeccionismo es algo bueno o saludable.

Es el defecto que se suele utilizar en las entrevistas de trabajo para “quedar bien”. Cuando nos preguntan en las entrevistas: “¿Qué defectos tienes? “Soy muy perfeccionista, es que me preocupo por hacer bien mi trabajo…”

¿Qué implica el perfeccionismo?

Ser perfeccionista conlleva:

  • Sentimientos de culpabilidad y crítica excesiva.
  • Sentir miedo al error, a equivocarnos, a no tomar las decisiones correctas, o a fracasar.
  • Procrastinación. Al evitar equivocarse, se pueden abandonar o postergar las metas.
  • Aumento de la ansiedad y el desánimo.
  • No aceptar los errores pasados, presentes o futuros.
  • Autosabotearse al embarcarse en metas poco realistas o difíciles de conseguir.
  • El perfeccionista se impacienta por llegar al final de su meta, en línea recta, sin cometer ningún error. No se contemplan los obstáculos como algo normal. Rechaza la realidad. Cuando no salen las cosas como “deberían de ser”, se produce un choque entre la realidad y la fantasía. Tiende a quedarse atascado y le cueste salir de ahí.
  • Si la realidad no es como “debería ser” pueden dejar de luchar, y no perseverar en su objetivo.
  • Se centran más en evitar la angustia de cometer errores, que en la motivación de conseguir sus metas.
  • Se centran en lo que no tienen y en lo que no consiguen.
  • Su atención es selectiva hacia el error, en vez de hacia el logro.
  • No son prácticos, porque se centran más en el problema que en la solución.
  • La satisfacción por conseguir la meta es momentánea y rápidamente se embarcan en otra, sin haber disfrutado de la anterior.
  • No aceptan la realidad. Sobre todo, cuando es contraria al ideal que esperan. Es como que en el mundo no debería de haber limitaciones o dificultades.
  • No aceptan las emociones negativas. “No puedo estar triste, enfadado” …” “Tengo que ser el trabajador, amigo, hijo, novio perfecto”. Tenemos que concedernos permiso para ser humanos. Todo esto provoca que disminuya la autoestima.
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¿Qué implica el optimalismo?

Ser optimalista conlleva:

  • Basar las metas y objetivos en elecciones personales. Lo que “elijo o quiero” en vez de en lo que “debo o prefiero”.
  • Centrarse en la motivación de conseguir lo que lo que se propone, más que en la presión de no cometer errores.
  • Centrarse en soluciones a los problemas, más que en no tener problemas.
  • El optimalista sabe que no todo es un camino de rosas, y se enfoca más en disfrutar del proceso, y aprender de los errores. Da por hecho que estos van a existir.
  • El optimalista sabe que no es una línea recta sino, que pretender conseguir su objetivo implica a veces dar pasos hacia atrás o desvíos del camino. Acepta la realidad, no la niega.
  • Entiende el fracaso o el error como una parte natural de la vida, y que puede estar ligado al éxito o al acierto. Se marca objetivos altos, pero son factibles o realistas porque divide la meta en submetas. Esto es, va pasito a pasito hasta que lo consigue. Saborea las submetas conseguidas, y no rápidamente pasa a otra.
  • El optimalista acepta las emociones negativas, intenta comprenderse y buscar recursos constructivos para sentirse mejor.
  • Son prácticos porque se centran en soluciones.

Conclusiones

Imaginémonos que nos ponemos como meta tocar el piano. Un perfeccionista querrá aprender a tocarlo rápido, y se frustará por cada error que cometa, mientras un optimalista, apreciará cada progreso que haga, y cuando cometa un error, aprenderá de él para corregirlo.

O en el caso de hablar en público, un perfeccionista entendería que no puede estar nervioso, cometer errores, o sentir emociones negativas, mientras que un optimalista entendería que es normal estar nervioso, cometer errores… E incluso en un momento dado, podría verbalizar en público su estado de nervios para que lo comprendiesen.

Me gustaría que en este artículo se tomara conciencia de que necesitamos dejar de idealizar ser perfeccionista, y fomentar más el optimalismo.

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Psicóloga

Granada

Carmen Rodriguez de Haro es psicóloga especializada en la atención a adultos y sexóloga, con consulta en Granada. También ofrece la opción de realizar sesiones online por videollamada.

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