Vida y retrato psicológico de Ed Gein, “el carnicero de Plainfield” (2/2)

Segunda parte de la biografía y el retrato psicológico de Ed Gein, el carnicero de Plainfield.

Lee la 1ª parte de la historia de Ed Gein: Vida y retrato psicológico de Ed Gein, el carnicero de Plainfield (1/2)

(…)

La noticia acerca de la desaparición de Mary Hogan causó un gran impacto en la pequeña localidad de Plainfield y se dispersó por los pueblos de los alrededores. Todos los habitantes del pueblo especulaban acerca de lo que le podía haber sucedido. El dueño del aserradero recordó haber visto a Ed Gein sentado al fondo de la barra de la taberna de Hogan, solo y absorto en sus pensamientos, contemplando a la propietaria con ojos fríos e inexpresivos. Él y muchos otros vecinos que habían conversado con Ed, recordaron cómo éste bromeaba frecuentemente sobre el paradero de Mary Hogan con frases como “No ha desaparecido… De hecho está ahora mismo en mi granja”. 

Pero ninguno de estos comentarios alarmaron nunca a nadie, puesto que lo atribuían a otra muestra más del comportamiento excéntrico del granjero.

Más asesinatos a sangre fría

El 16 de Noviembre de 1957, cuando el caso ya empezaba a quedar en el olvido, Ed Gein asesinó a la dueña de una ferretería, Bernice Worden, disparándole un tiro en la cabeza con un rifle de caza. De la misma manera que tres años antes, arrastró el cuerpo hasta la parte trasera del local, cargándolo en su furgoneta y llevándoselo de allí. Pero esta vez cometió un error: Ed había entrado con la excusa de comprar líquido anticongelante para su furgoneta y su nombre figuraba apuntado en el libro de contabilidad de la tienda como último cliente.

Mientras dos agentes de policía arrestaban a Ed, otros dos fueron a registrar su granja y lo que vieron al entrar en el cobertizo de las herramientas les heló la sangre: el cadáver de una mujer colgaba boca abajo de unas poleas, decapitado y desnudo. Había sido abierto en canal desde el pecho hasta la base del abdomen y vaciado por dentro. Las tripas estaban metidas dentro de una bolsa de esparto y en otra bolsa apareció la cabeza de Bernice Worden. Tenía unos garfios atravesando las orejas, preparada para colgar del techo a modo de decoración.

La policía se percata de los actos macabros de Ed Gein

Al seguir inspeccionando la granja, además de una gran acumulación de basura y desperdicios, encontraron un espectáculo macabro: una colección de cráneos humanos, algunos enteros y otros cortados transversalmente para ser usados como cuencos, máscaras hechas con piel humana que decoraban la habitación de Ed Gein, así como sillas y varias prendas de vestir confeccionadas de la misma manera. Había cajas con huesos humanos dentro, y en la cocina hallaron una olla hirviendo con el corazón de Bernice Worden en ella. También hallaron La cabeza de Mary Hogan en una de las bolsas. La única habitación de toda la casa que estaba intacta era la de su madre, que estaba sellada con tablones de madera desde que falleció.

Ya en comisaría, Ed admitió que muchas veces sentía la necesidad de acudir al cementerio y exhumar los cadáveres de las mujeres muertas que le recordaban a su madre, muchas de las cuales había conocido en vida. A veces se llevaba los cuerpos enteros, mientras que otras veces simplemente aquellas partes que más le interesaban. Según dijo, nunca había mantenido sexo con los cuerpos, porque decía que “olían mal”.

Asimismo, Ed Gein reconoció que muchas noches oía la voz de su madre antes de dormirse y que de alguna manera, le instaba a matar. De acuerdo con esto, según la clasificación de Holmes y DeBurger (1988) de los asesinos en serie, formaría parte del tipo de asesino “visionario”, que es aquel que mata movido por un trastorno mental evidente. Este trastorno provoca en quien lo padece una ruptura con la realidad y, debido a delirios y alucinaciones (la mayoría de veces de tipo auditivo), cumple las órdenes de matar a un tipo de personas, que suelen reunir unas características comunes entre ellas. Estos mandatos suelen provenir de seres de otro mundo o del mismísimo diablo, pero también de seres que, por una razón u otra, han ejercido un gran dominio sobre los asesinos, los cuales llegan a percibirlos como deidades de innegable autoridad.

Los traumas del carnicero de Plainfeld

En este caso, los sentimientos de amor y odio que Ed tenía hacia su madre lo llevaron a verla como alguien que seguía teniendo una enorme influencia a pesar de llevar años fallecida. Según declaró ante el sheriff, Mary Hogan y Bernice Worden eran el tipo de mujeres que encarnaban todo lo que su madre detestaba, así que siguiendo el estricto código moral que ella le impuso, las asesinó para intentar evitar que continuaran con su (según creía él) indecente vida pecaminosa. La acumulación de pruebas forenses en la escena del crimen (el cartucho de escopeta, rastros de sangre o las marcas en la nieve de la furgoneta, por no hablar de todo lo encontrado en su granja) sería otro factor más a la hora de considerar a Ed Gein dentro de esta tipología.

Sin embargo, parece que hay elementos que no encajan, ya que los asesinos visionarios suelen abandonar el arma y el cadáver en la misma escena del crimen. Asimismo, sus víctimas son elegidas al azar y, por lo que alegaron los testigos y el propio Ed Gein, éste les había estado rondando durante algún tiempo.

Existe un elemento añadido de gran relevancia en esta historia, y es que el propósito de Ed Gein al matar a aquellas mujeres y desenterrar los cuerpos del cementerio no era únicamente el de revivir a su madre, sino que quería convertirse en ella: la confrontación del amor que sentía, con los sentimientos de ira y frustración por negarle el contacto con mujeres, mezclados con un desarrollo sexual tardío y anómalo, causaron que, al morir Augusta, Ed Gein diera rienda suelta a fantasear con la transexualidad. Estas ideaciones de cambio de sexo y su admiración por la muerte y los desmembramientos fue lo que llevó a Ed Gein a confeccionar todas aquellas prendas de vestir con la piel de sus víctimas. Muchas noches se enfundaba en sus trajes y se paseaba por su casa imitando los gestos y voz de Augusta, comportándose como si continuara viva, sentándose en su butaca, etc.

En el interrogatorio policial se le administró la prueba de inteligencia de Weschler, cuyos resultados reflejaron una inteligencia dentro de la media, llegando incluso a superarla. Pero también se detectaron grandes dificultades para expresarse y comunicarse. Complementariamente a estas conclusiones, los psicólogos del hospital donde fue internado dictaminaron que padecía un trastorno emocional que le llevaba a comportarse de forma irracional, combinado con periodos de lucidez durante los cuales sentía remordimientos por los crímenes que acumulaba en su historial.

Internamiento y muerte

Ed Gein ingresó en el manicomnio de Mendota en 1958 por tiempo indefinido, decisión que no gustó a los familiares de las víctimas, que pedían un juicio que nunca llegó a celebrarse. Tras convertirse en un recluso modélico, destacando por su buen comportamiento tanto con guardias como con el resto de los internos, así como realizando labores y varios trabajos que le valieron una buena reputación, en 1974 pidió la libertad. El juez que llevaba el caso solicitó que se le practicara un segundo informe llevado a cabo por cuatro psicólogos, que determinaron unánimemente que Gein continuara confinado.

Ed Gein murió por una insuficiencia respiratoria el 26 de Julio de 1984 en el Hospital Geriátrico para Enfermos Mentales de Mendota. De la vida de Ed Gein podemos extraer ciertas conclusiones acerca de los factores de riesgo que condujeron su vida criminal hasta el extremo de ser catalogado como un asesino en serie:

  • Su procedencia de un hogar disfuncional, con una historia familiar de desatención parental, abuso de alcohol y malos tratos, entre otros, fue el primer componente que posibilitó el desarrollo de su personalidad psicopática y violenta.
  • En segundo lugar, el aislamiento social sufrido durante la adolescencia le incapacitó para entablar las relaciones sociales necesarias durante este periodo y así ser capaz de conectar emocionalmente con las personas.
  • Y por último, el retraimiento y la soledad que le llevaron a la generación de fantasías y al desarrollo del comportamiento antisocial, basado en la creencia de que el mundo es un lugar hostil. Cuanto más solitario se volvía Ed Gein, más incrementaba la dependencia hacia sus fantasías. Con el tiempo, estas fantasías se volvieron más violentas y retorcidas.

Psicólogo Forense en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Forense y Criminal

Alex Grandío (Barcelona, 1990) es graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona y también cursó el Máster en Psicología Forense y Criminal. Trabajó como psicólogo voluntario en el Centro Penitenciario de Hombres de Barcelona, donde realizaba la conducción de grupos de tratamiento de deshabituación de drogas y la promoción de hábitos de vida saludables. Allí también llevaba a cabo las entrevistas de inclusión y posterior seguimiento de los miembros que pertenecían a dichos grupos. Desde siempre se ha sentido fascinado por la parte oscura de la mente humana y todos los elementos que envuelven a la personalidad criminal; además de por el cine y la literatura, tal y como se demuestra en sus artículos.

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