Mitos sobre el Síndrome de Tourette (y por qué son falsos)

El síndrome de Tourette es una enfermedad rodeada de mucho estigma.

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El síndrome de Gilles de la Tourette, más conocido como síndrome de Tourette, es un trastorno neurológico que se caracteriza por muchos tics motores y fónicos que perduran durante más de un año. Se manifiesta primero en la infancia o en la adolescencia, antes de los 18 años y a nivel mundial, solo lo padece un 3% de la población. Es un síndrome curioso que causa mucha polémica entre la gente y por consiguiente, se han creado muchos mitos y falsas creencias sobre el mismo.

¿Qué es el síndrome de Tourette?

Como comentábamos, los síntomas que se presentan principalmente son los movimientos involuntarios o tics, en los brazos, en el cuello, en el tronco, en la cara y en los miembros del cuerpo. El más común de estos movimientos involuntarios es el tic facial, en párpados, las muecas en el rostro y la nariz. Estos tics no pueden ser controlados por el paciente y en casos extremos, puede perjudicar de forma significativa la vida de la persona. Afortunadamente, la mayoría de los casos corresponden a la categoría leve y el individuo es capaz de llevar una vida funcional.

Se desconoce la causa exacta del síndrome, y por tanto, se asume un componente multifactorial desencadenado a causa de una combinación de factores heredados, genéticos, y ambientales. Asimismo, las investigaciones también apuntan a que ciertos neurotransmisores tales como la dopamina y la serotonina, pueden estar involucrados.

No obstante, sí que existen factores de riesgo relacionados tales como tener antecedentes familiares del síndrome de Gilles de la Tourette o de otros trastornos de tics y el género. De hecho, los hombres tienen entre tres y cuatro veces más probabilidades que las mujeres de desarrollar el síndrome de Gilles de la Tourette.

En suma, la combinación de la clara visibilidad de los tics y la poca información que existe tanto en la sociedad como en la comunidad de los profesionales sanitarios, hace que florezcan creencias erróneas acerca del síndrome que como consecuencia, dificultan la integración de estas personas, su diagnóstico y por supuesto, las soluciones terapéuticas. En el artículo de hoy, analizaremos esto en profundidad.

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Tics

Antes de seguir, resulta importante hacer un inciso en los tics. Éstos son la sintomatología más común del Síndrome de Tourette y por ello, es crucial comprenderlos bien. Los tics se definen como espasmos, movimientos o sonidos repentinos que las personas hacen en forma repetida y que no pueden controlar voluntariamente. Para que nos hagamos a la idea, es como tener hipo. Puede ser que uno no quiera tener hipo, pero el cuerpo lo hace de todas maneras. A este respecto, hay dos tipos de tics, motores y vocales:

  • Tics motores: Son movimientos del cuerpo. Algunos ejemplos son parpadear, encogerse de hombros o sacudir un brazo.
  • Tics vocales: Son sonidos que la persona hace con su voz, tales como tararear, aclararse la garganta o gritar una palabra o una frase.

Esto no se termina aquí. Los tics también pueden ser simples o complejos:

  • Tics simples: Involucran sólo unas pocas partes del cuerpo como entrecerrar los ojos o emitir un sonido como el que se hace al olfatear.
  • Tics complejos: Involucran a varias partes del cuerpo y pueden tener un patrón. Un claro ejemplo es cabecear y sacudir un brazo a la vez y luego saltar.

Mitos sobre el síndrome de Tourette

Ahora que comprendemos mejor el Síndrome de Tourette y los tics, a continuación, exponemos los mitos más frecuentes acerca del Síndrome de Tourette:

  • “Los movimientos y sonidos pueden ser controlados”. Por supuesto que no. Los tics son consecuencia de la función y de una estructura cerebral alterada. Por tanto, son completamente involuntarios e incontrolables.

  • “Solo dicen palabras obscenas”. No es cierto. Esto se da sólo en un 15% o 19% de las personas diagnosticadas con el síndrome. Es un mito que ha sido retratado habitualmente en los medios de comunicación, no obstante, es fundamental rectificar ya que, genera prejuicios contra estas personas.

  • “Una infancia infeliz es la causa”. El estrés es capaz de agravar toda la sintomatología, no obstante, esta afirmación no es cierta. Como comentábamos al principio, se desconocen las causas y se asume un componente multifactorial.

  • “Son personas peligrosas”. Es un trastorno neurobiológico, no están locos ni son peligrosos. Aunque pueda haber una comorbilidad psiquiátrica con ansiedad o depresión, no estamos hablando de una enfermedad mental.

  • “Tienen un retraso mental”. Todo lo contrario. Tienen un nivel de inteligencia normal e incluso en muchas ocasiones superior a la media de la población.

  • “Es contagioso y te puedes morir”. Es una condición que se hereda y en algún momento del desarrollo se manifiesta. No hablamos de un virus que se pueda contagiar por la tos ni por la saliva. Además no causa la muerte ni se necesita tratamiento de por vida.

  • “Manifiesta los mismos síntomas todo el tiempo”. No es cierto. En la mayoría de los casos (80%), el trastorno mejora. El resto continúa igual y de ellos sólo un pequeño porcentaje empeora a lo largo del tiempo. Yendo un paso más allá, incluso los tics cambian en cantidad y forma.

  • “Si no tiene tics, está bien”. Los tics se pueden disminuir temporalmente, algunos síntomas van y vienen pero no nos confundamos, esto no significa que no existan. Esa afirmación es completamente falsa.

  • “Tienen tics porque son nerviosos”. Si bien es cierto que los tics se agravan cuando estos individuos se ponen nerviosos, es su condición genética y neurológica los que originan los mismos.

  • “Es más común en algunos grupos étnicos”. Completamente erróneo. No se presenta en ningún grupo étnico o racial en especial.

  • “No permite llevar una vida con normalidad”. Para los casos extremos, esto es cierto. No obstante, muchos logran vivir su vida satisfactoriamente y llena de plenitud. De hecho, consiguen ser excelentes estudiantes llegando a convertirse en grandes profesionales.

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Psicóloga

Chiara Fabian es neuropsicóloga clínica especializada en trastornos del neurodesarrollo con especial inclinación hacia la divulgación sobre temas relacionados con la psicología. Sus intereses se centran en la investigación sobre las relaciones entre el cerebro y la conducta en sujetos con trastorno mental grave, trastornos de conducta y daño cerebral. Es una persona con muchas ganas de aprender y seguir creciendo tanto personal como profesionalmente.

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