​Teoría del Mundo Justo: ¿tenemos lo que nos merecemos?

La culpabilización de la víctima, un sesgo que nos impulsa a creer en una justicia universal.

Malvin J. Lerner, padre de la Teoría del Mundo Justo, afirmaba que las personas: “tienen una necesidad de creer que viven en un mundo donde cada uno, generalmente, obtiene lo que se merece.” (1982).

La creencia en un mundo justo se manifiesta, en forma de sesgo cognitivo, en la idea de que a las personas buenas tenderán a pasarle cosas buenas y, por el contrario, a las personas malas tenderán a pasarle cosas malas. Esta forma de ver el mundo suele mantenerse en gran parte de la población, a pesar de que esto no suela cumplirse.

Función psicológica de la creencia en un mundo justo

En muchas ocasiones, las personas buenas y respetuosas no tienen la suerte en la vida que merecerían. En otras tantas, aquellos que viven a costa de aprovecharse de los demás triunfan y su vida va viento en popa. Frente a estos hechos, que observados de manera fría resultan injustos, el ser humano ha desarrollado un sesgo que le permite asimilarlo de forma positiva.

Por ello, pensar en el mundo como un lugar justo en el que cada uno tiene lo que se merece, como afirma Furnham (2003), servirá como factor protector frente al estrés provocado por los sucesos desagradables que presenciamos. Lerner argumenta que esta creencia permite ver nuestro entorno como un lugar estable y ordenado y que, sin ella, se dificultaría el proceso motivacional que nos permite marcarnos metas a largo plazo ya que nos hace pensar que realmente controlamos nuestro propio destino.

Esta creencia es realmente difícil de eliminar debido a lo dura que sería la percepción de la realidad sin su efecto protector. Por ello, nuestra cognición utiliza un determinado método para mantener y reforzar esta idea.

Culpabilización de la víctima

El proceso más frecuente es la culpabilización de la víctima ante una situación injusta. Por ejemplo, no es infrecuente escuchar de boca de algunas personas que si alguien es pobre es porque no se ha esforzado lo suficiente en su vida. Tampoco faltan aquellos que, ante una violación, argumentan que la mujer debería haber ido acompañada o debería vestir una ropa que provoque menos a los violadores. 

Estos peligrosos argumentos protegen a quienes tienen esta creencia sesgada, ya que, al pensar que no realizan nada que pueda tener consecuencias negativas, la percepción de vulnerabilidad y del riesgo de sufrir determinadas situaciones será reducido.

Efecto a posteriori

El efecto a posteriori también reforzaría estos pensamientos. Este efecto es una ilusión cognitiva que nos hace pensar, al conocer los resultados de un suceso, que hubiéramos sabido cómo solucionarlo mucho mejor que la víctima. 

Un ejemplo sencillo de esto es el de los “expertos de barra de bar” que, tras haber visto el partido de fútbol del domingo, conocen (mejor que el propio entrenador) las tácticas que hubieran llevado a su equipo a la victoria.

Sesgo confirmatorio

Otro sesgo que mantendría estos prejuicios es el confirmatorio. Este hace referencia a la tendencia del ser humano a buscar argumentos que apoyen sus teorías, obviando aquellos que las contradicen.

La zona de control

La creencia en un mundo justo también ayuda a proteger la propia autoestima y se fundamenta en el sesgo del propio interés. A la hora de atribuir las razones de un éxito, un individuo pensará que estas se deben a factores que están dentro de su zona de control, como el esfuerzo que ha realizado o sus propias habilidades. De forma inversa, cuando se produce un fracaso este se atribuye a características ambientales como la mala suerte. Estas percepciones, como hemos visto, son distintas cuando observamos la conducta de otras personas.

Al ver la situación desde fuera, el observador se fija en mayor medida en las características de la personalidad y las acciones de aquel que sufre (Aronson, 2012). De esta manera se ignoran, por falta de conocimiento, las características del ambiente que afectaron a esa persona. Por ejemplo, en el caso de una persona sin hogar, un foco reducido ignoraría que esa persona ha podido llegar hasta ahí debido a una secuencia de acontecimientos imprevisibles y no por su propia pereza. La crisis económica, suceso que ninguna persona de a pie pudo predecir, ha podido dejar a esta persona sin trabajo. Esto ha podido dar lugar a una acumulación de deudas, tensiones familiares, padecimientos mentales como un trastorno depresivo, etc.

¿Qué factores de personalidad influyen en esta creencia?

A nadie le agrada vivir en un entorno de incertidumbre y pensar que, por casualidad, esto pueda sucederle. Por ello, hay personas que recurren en sus esquemas de pensamiento a estos sesgos. Para Marvin Lerner, la creencia de que cada cual tiene lo que se merece, sería una falsa ilusión, es decir, un auto-engaño. Vendría a ser una falsa creencia motivada por un deseo de seguridad y control (Furnham, 2003).

El principal rasgo de personalidad que definiría estas ideas es el locus de control, concretamente el interno. Las personas con este locus de control perciben que las consecuencias de sus comportamientos se dan de manera contingente a estos, es decir, asumen la responsabilidad de sus actos. Por el contrario, aquellos con un locus de control externo tienden a atribuir lo que sucede en su entorno a factores como la suerte o la casualidad.

Otros factores de personalidad que modulan la creencia en un mundo justo y la moderan son el altruismo y la empatía. También influye la similitud o no entre el sujeto y la víctima. Esto puede provocar comportamientos discriminatorios como el sexismo o el racismo. Otros estudios han asociado estas creencias con ideologías conservadoras y autoritarias (Furnham, 2003).

¿Cómo afecta esta creencia a la sociedad?

La creencia en un mundo justo no sería inherente al ser humano, como puede serlo el lenguaje, sino que se adquiriría como parte de la cultura en la que el individuo se desenvuelve. Esto puede verse reflejado en un elemento de la sociedad como es la religión.

En la creencia católica tradicional, así como en otras, se sostiene la existencia de Dios, que sería el encargado de recompensar las buenas pautas mientras que castigaría a aquellos que incumplen su ley. Estos castigos y recompensas se efectuarían tanto en vida como tras la muerte, por lo que motivan al individuo que sigue esta doctrina a mantener sus creencias estables. La fe en la religión y en una fuerza omnipresente podría servir como un mecanismo psicológico para el afrontamiento del estrés.

La influencia del "mundo justo" en los valores compartidos

La creencia en un mundo justo, por una u otras razones, no tiene efectos únicamente en la forma de ver la vida de un individuo, en su autoestima y en sus prejuicios, sino que puede afectar a los comportamientos de la sociedad a nivel colectivo. Una ideología política que se sostiene sobre la base de que cada individuo tiene lo que ha merecido, dará lugar a prácticas que secunden estas ideas.

Haciendo alusión a la expresión francesa laissez faire, para una persona con estas creencias, el Estado no debería encargarse de distribuir los recursos de la sociedad y corregir las desigualdades de oportunidades provocadas por el ambiente sino el encargado de esto debería ser el propio individuo con su esfuerzo. Las creencias sobre la relación entre el esfuerzo y la recompensa merecida afectarían tanto a las políticas de impuestos, como a la redistribución de la riqueza y a la forma de remuneración de los empleados por parte de su empresa (Frank et al., 2015).

La idea del mundo justo también afecta a otros aspectos como la política carcelaria. Si observamos únicamente las acciones y las consecuencias de alguien que ha delinquido, la práctica a seguir sería privarle de la vida en sociedad el tiempo establecido. En contraposición, teniendo en cuenta que puede haber circunstancias del ambiente como la pobreza, el bajo nivel educativo, desestructuración en la familia, etc. que predispongan a la comisión de delito, las políticas podrían orientarse a la prevención, intervención y readaptación a la sociedad de gran parte de los convictos. 

Estas ideas varían entre países y se mantienen con facilidad a lo largo del tiempo, siendo difícil su modificación, tanto en un sentido como en el otro. Por tanto, una visión holística de la situación de una persona podría ayudar a cambiar actitudes respecto a esta y a facilitar el entendimiento.

Referencias bibliográficas:

  • Aronson, E. & Escohotado, A. (2012). El animal social. Madrid: Alianza.
  • Frank, D. H., Wertenbroch, K., & Maddux, W. W. (2015). Performance pay or redistribution? Cultural differences in just-world beliefs and preferences for wage inequality. Organizational Behavior and Human Decision Processes, 130, 160-170.
  • Furnham, A. (2003). Belief in a just world: research progress over the past decade. Personality And Individual Differences, 34(5), 795-817.
  • Lerner, Melvin J. (1982). The Belief in a Just World: A Fundamental Delusion. New York, NY: Plenum Press.

Psicólogo

Graduado en Psicología por la Universidad de Salamanca, Experto Universitario en Divulgación Científica por la Universidad Isabel I de Castilla y Máster Universitario en Neurociencias por la Universidad Complutense de Madrid. Investigador predoctoral en psicología y neurociencias en esta última institución. Interés de investigación y conocimiento en el ámbito de la neurofisiología, especialmente en el área de la memoria, la atención y la percepción.

Psicólogo/a

¿Eres psicólogo?

Date de alta en nuestro directorio de profesionales

Artículos relacionados

Artículos nuevos

Quizás te interese