Cómo pedir perdón: 7 claves para superar el orgullo

Aprender a disculparse ante alguien querido o en una relación formal puede marcar la diferencia.

Saber cómo pedir perdón cuando el momento lo requiere es una de esas habilidades que, por sencillas que parezcan, marcan la diferencia en las relaciones personales. Y es que hay gente que experimenta serios problemas a la hora de disculparse, incluso aunque la otra persona sea alguien querido con quien se tiene confianza.

Pero, al igual que ocurre con muchas otras capacidades, es posible aprender cómo pedir perdón a alguien querido o incluso a alguien con quien se tiene una relación más formal o profesional. A continuación veremos cuáles son las claves para conseguirlo.

Cómo pedir perdón: varios consejos

Para aprender a pedir disculpas hay que modificar ciertos hábitos y creencias relacionadas con la autoimagen y con las expectativas acerca de cómo deben ser las relaciones sociales. Veámoslo en profundidad.

1. Interioriza la idea de que nadie es perfecto

Muchas personas que experimentan dificultades a la hora de disculparse en realidad tienen unas expectativas poco realistas acerca de cómo deben ser percibidas por los demás.

Concretamente, son excesivamente perfeccionistas, y sienten un rechazo a la idea de pedir perdón porque ven esto como una escenificación de su propio fracaso. Es decir, una acción que, al ser vista por más personas, hace que algo subjetivo ("tengo motivos para pedir perdón") quede objetivado.

Así, pedir perdón a alguien supone realizar un esfuerzo que, a la vez, contradice la propia autoimagen, muy idealizada.

Sin embargo, hay que tener claro que nadie es perfecto. Incluso las grandes figuras históricas, las más admiradas, vistas desde el presente están llenas de fallos, incluso errores que los niños de hoy día no cometerían.

2. Sal del bucle de autocrítica

Muchas personas empiezan a juzgarse a sí mismas con crueldad por no pedir perdón. Sin embargo, esto es por un lado innecesario y poco razonable, y por el otro una excusa que justifica la ausencia de unas disculpas como es debido. Es decir, se trata de una estrategia para purgar responsabilidades sin tener que pedir perdón y haciendo que todo quede "de puertas para adentro", sin que nadie más que uno mismo pueda beneficiarse de esto.

Por eso es importante reconocer esta rutina de pensamientos como lo que es: una excusa. Hay que romper con este ritual cognitivo.

3. Practica la aceptación del error

La aceptación del error es la actitud más madura Nadie puede escapar de las equivocaciones, tal y como hemos visto.

Por eso, es bueno que te acostumbres a realizar pequeños rituales de disculpa, aunque al principio tan solo sea pedir perdón por las pequeñas cosas del día a día. El mismo hecho de hacer esto de manera repetida, aumentando progresivamente la importancia del contexto en el que pedimos disculpas, nos predispone a seguir haciéndolo de manera espontánea.

4. Entrena la empatía

Es crucial que dediques esfuerzos a empatizar, ponerte en el lugar de la otra persona cognitiva y emocionalmente. Para ello, haz justamente eso: imagina que eres esa persona y que ves las cosas desde su punto de vista. Si te acostumbras a hacer esto en momentos con una carga emocional significativa, poco a poco te costará menos empatizar de manera espontánea.

5. Concéntrate en detectar las molestias causadas

Quien se propone pedir perdón pero no lo consigue, seguramente tampoco ve la magnitud de los daños y molestias que ha causado. De algún modo, el propio orgullo es más importante que reconocerle a la otra persona que está en una situación injusta.

Es por eso que hay que pararse a reflexionar acerca del daño que se ha hecho; no solo en lo más superficial y aparente, sino también en los detalles y efectos indirectos que nuestras acciones han causado.

Por ejemplo, llegar muy tarde a una reunión no solo implica pasar unos minutos de incomodidad esperando; también implica perder parte del día, o incluso quedar en una situación de vulnerabilidad si se trata de una reunión con potenciales clientes, por ejemplo.

6. Haz un guión sencillo

Las primeras veces que intentes pedir perdón esforzándote por que todo salga como es debido, es posible que experimentes un grado relativamente alto de ansiedad. Este estado de activación puede hacer que caigas en un patrón de comportamiento algo caótico y desorganizado.

Es por eso que lo mejor es realizar un pequeño guión acerca de lo que tienes que decir y hacer. Eso sí, debe ser muy sencillo y breve, con dos o tres ideas de una línea, y nada más. Si te escribes literalmente todo lo que quieres decir, es posible que esto te genere aún más estrés, ya que acordarte de todo es un trabajo extra que en realidad no tienes por qué hacer.

Simplemente, recuerda las ideas que estructuran tu disculpa y exprésalas tal y como te salgan en el momento. Seguramente no te saldrá perfecto, pero esto es normal.

7. Observa lo que ocurre

Ver cómo reacciona la otra persona después de que nos hayamos disculpado es, aunque no lo parezca, la parte más importante del proceso de aprender a decir perdón. El motivo es que en realidad esto no es algo que hagamos para nosotros, sino para la otra persona. Por eso s punto de vista nos ayudará a limar las imperfecciones de nuestra forma de comunicarnos y nos permitirá ayudar al otro en lo que necesite en ese momento para sentirse mejor.

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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