La teoría epistemológica de Voltaire

Este filósofo francés fue uno de los grandes defensores de la libertad de expresión y de la ciencia.

Si lo piensas, es posible que llegues a la conclusión de que gran parte de nuestras vidas puede ser resumida en una tarea: saber gestionar nuestras dudas. Somos incapaces de conocer completamente todo lo que nos rodea, o incluso nosotros mismos, pero a pesar de eso nos frustramos por ello, aunque no se pueda evitar. Eso nos lleva a sentirnos obligados a posicionarnos ante esas preguntas sin respuesta: ¿por cuál de las posibles opciones apostaremos?

Voltaire, el gran filósofo francés de la época de la Ilustración, decidió abordar justamente este tema. Dado que hay muchas cosas de las que no podemos estar seguros, ¿qué criterio deberíamos seguir para confiar más en ciertas creencias y menos en otras? A continuación veremos en qué consistió esta teoría de Voltaire y cómo se puede aplicar a nuestro día a día.

¿Quién fue Voltaire?

La palabra Voltaire es en realidad un pseudónimo utilizado por el filósofo y escritor francés François Marie Arouet, nacido en 1694 en París en el seno de una familia de clase media. Aunque estudió Derecho en la universidad, desde muy joven destacó especialmente por sus dotes de escritor, y siendo un adolescente ya había escrito una tragedia de nombre Amulius y Numitor.

En el año 1713, François consiguió entrar a trabajar en la embajada francesa en La Haya, y a pesar de que fue expulsado de ella pronto por un escándalo en el que estuvo involucrada una refugiada francesa, a partir de ese momento empezó a ganar fama como escritor y dramaturgo, aunque su popularidad también le trajo problemas. De hecho, fue encarcelado más de una vez por insultar a la nobleza, y terminó siendo desterrado de Francia. Para entonces, ya había adoptado el pseudónimo Voltaire; concretamente lo hizo durante uno de sus destierros a una localidad rural francesa.

Así pues, Voltaire fue expulsado de Francia en el año 1726, y se dirigió hacia Inglaterra, lugar en el que se empapó de la filosofía y la epistemología propias del lugar. Cuando regresó a Francia en el año 1729, publicó escritos defendiendo la línea de pensamiento de filósofos materialistas como John Locke y la ciencia de Newton áreas de conocimiento que Voltaire consideraba que aún no habían llegado a una Francia dogmática e irracional.

Mientras tanto, Voltaire empezó a enriquecerse mediante la especulación y sus escritos, si bien muchos fueron prohibidos dado, entre otras cosas, sus críticas contra el fanatismo religioso de raíz cristiana que abundaba en el país. Murió en el año 1778 en París.

La teoría de Voltaire sobre el conocimiento

Las principales características de la obra de Voltaire son las siguientes.

1. La certeza es absurda

El punto de partida filosófico de Voltaire puede parecer pesimista, pero en realidad, en el contexto de su época, era revolucionario. En Europa, hasta la época de la Ilustración, la tarea de la filosofía y de buena parte de la ciencia había sido racionalizar explicaciones acerca del modo en el que la existencia del dios cristiano quedaba revelada a través de lo que se podía investigar. Básicamente, se daba por buena la palabra de la Iglesia sobre cualquier tema, de manera que el conocimiento se erigía sobre una estructura de dogmas que, como tales, no podían ser cuestionados.

La teoría epistemológica de Voltaire empieza a partir de un rechazo total al dogmatismo y una búsqueda proactiva de conocimiento válido obtenido mediante la contrastación empírica.

2. Rechazo al innatismo

Voltaire rompió totalmente con la tradición racionalista que había arraigado en Francia de un modo tan fuerte desde que René Descartes publicó sus obras. Eso implica, entre otras cosas, que para Voltaire no nacemos con conceptos innatos en nuestros cerebros, sino que aprendemos totalmente mediante la experiencia.

3. La duda es lo razonable

Como solo dependemos de la experiencia para aprender, y como esta es siempre incompleta y mediada por unos sentidos que muchas veces nos traicionan, Voltaire llega a la conclusión de que es imposible llegar a conocer de un modo fiel toda la verdad acerca de lo que es real y lo que no. Esto puede resultar desalentador, pero cualquier otra conclusión no puede ser lógica.

4. Podemos gestionar la duda

Más allá de que podamos o no llegar a conocer el reflejo exacto de lo que existe, Voltaire cree que lo importante es lo que hacemos con las dudas que tenemos, y el modo en el que aprendemos a discriminar entre posibilidades razonables y otras que no lo son. ¿Cómo conseguir esto?

5. Rechazar los dogmas

Este punto se deriva de los anteriores. Si dudar es lo razonable y los conocimientos innatos no existen, no hay motivo para dar por buenas ciertas ideas simplemente porque están muy aceptadas o ciertas instituciones las defienden con mucha vehemencia.

6. La importancia de la educación y la ciencia

Puede que las certezas absolutas hayan muerto, pero eso, a su vez, nos da la posibilidad de crear un conocimiento más genuino, mucho mejor construido. Gracias a la libertad de expresión, al pensamiento crítico alimentado por la educación y al sometimiento a prueba de las hipótesis mediante la ciencia, es posible hacer que nuestras ideas se acerquen más a la verdad.

Así pues, lo necesario para gestionar las dudas es, según la teoría de Voltaire, una actitud que nos lleve a dudar de todo, la capacidad para desarrollar maneras de ver cómo nuestras creencias encajan con la realidad, y la ciencia, que para este filósofo no sería una institución más, sino una nueva forma perfeccionada culturalmente para obtener información mucho más fiable a lo que estábamos acostumbrados.

Por supuesto, no todos tenemos aparatos de medición científicos ni conocimientos y herramientas de análisis de datos, pero estos principios filosóficos nos ayudan a entender algo importante. Para conocer algo, hay que dedicar esfuerzo a ello, analizarlo críticamente, y acudir a fuentes de información basadas en la evidencia.

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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