Teoría del Valle Inquietante: aversión a lo que parece humano

Cuando una animación 3D o robot parecen muy humanos, nos causan rechazo. ¿Por qué ocurre esto?

Robot
Las caras que emulan los rasgos humanos suelen producir este curioso fenómeno psicológico de aversión.Wikimedia Commons.

Si al observar un robot con apariencia casi humana experimentas una serie de sensaciones desagradables, es posible que te encuentres bajo un fenómeno explicado por la Teoría del Valle Inquietante.

Esta teoría intenta dar una explicación a las reacciones que vive una persona ante la presencia de una figura o imagen excesivamente humana, pero que por otra parte no lo es suficiente.

¿Qué es la Teoría del Valle Inquietante?

La Teoría del Valle Inquietante, así como el término Valle Inquietante en sí, son conceptos relativos al mundo de la robótica y la animación 3D que hacen referencia a una curva de la reacción de las personas ante la presencia de una figura antropomórfica. Es decir, ante la presencia de una figura u objeto no vivo, pero con una gran apariencia de persona. Estas figuras antropomórficas pueden hacer referencia a robots androides o a animaciones 3D de gran realismo.

El término "Valle Inquietante" fue creado por el profesor y especialista en robótica Masahiro Mori en el año 1970, y su nombre en japonés era Bukimi no Tani Gensho. Bajo la traducción conocida como Valle Inquietante, se encuentra una metáfora que intenta esclarecer las reacciones que experimentan las personas ante la presencia de un robot con forma humana.

Según esta teoría, la reacción de una persona ante un robot antropomorfo es cada vez más positiva y empática conforme la apariencia de la figura sea cada vez más humana. Sin embargo, existe un punto de inflexión en la que esta reacción cambia completamente; convirtiéndose en una respuesta de aversión debido al exceso de semejanza.

El nombre “valle” hace referencia a la inclinación de la curva presente en el gráfico elaborado por Mori, el cual calcula cómo de favorable es la respuesta humana ante la presencia de una figura antropomórfica: va ascendiendo a medida que su apariencia humana también crece, hasta que llega un punto en el que la primera cae en picado cuando la segunda es muy alta.

Por otra parte el término “inquietante” hace referencia a la sensación de extrañeza o de aversión que provoca la percepción de algo que parece humano pero que en realidad no lo es.

¿Qué causa esta aversión?

Aunque todavía no se ha podido llegar a una conclusión completamente válida acerca de las causas de esta sensación, existen diversas teorías que intentan explicar el porqué de este fenómeno.

1. Hipótesis del rechazo a la enfermedad

Una hipótesis desarrollada por la psicóloga Thalia Wheatley indica que, tras siglos de evolución, los seres humanos hemos desarrollado la habilidad de detectar cualquier tipo de distorsión en otros humanos e identificarla o asociarla a cualquier tipo de enfermedades físicas o mentales.

Por lo tanto, la sensación de aversión ante algo que parece humano, pero que muestra claras señales de que no lo es, no sería más que una defensa natural de nuestro cerebro ante la idea de enfermedad e incluso de la muerte.

Esto quiere decir que todas aquellas distorsiones o rarezas que percibimos ante una figura antropomórfica son directamente asociadas, por nuestro cerebro, a la idea o imagen de personas considerablemente enfermas o incluso muertas, originando así una respuesta de aversión o asco.

2. La paradoja sorites

También conocida como paradoja del montón. Aunque esta explicación no esté directamente relacionada con la Teoría del Valle Inquietante, muchos expertos y teóricos la han utilizado para intentar encontrar la causa de este.

Esta paradoja se manifiesta cuando una persona intenta utilizar el sentido común sobre un concepto vago, impreciso o poco claro. En el caso del Valle inquietante, las figuras con aspecto humano acaban por socavar nuestro sentido de la identidad al intentar buscar una explicación lógica a qué es lo que estamos observando. Esto genera un sentimiento negativo y de rechazo ante aquello que no entendemos.

3. Hipótesis de la violación de las normas humanas

Según esta hipótesis si una figura o robot tienen una apariencia que se podría identificar con la humana genera un cierto grado de empatía. Sin embargo, cuando esta figura solamente se parece en parte a un humano, poseyendo características no humanas notables (como una falta de expresión clara de los sentimientos o movimientos corporales poco naturales) generando una sensación de incertidumbre y una reacción de repulsión.

4. Hipótesis de la definición religiosa de persona

En unas sociedades fuertemente influidas por los estándares y conceptos religiosos acerca del ser humano, la existencia de objetos o figuras artificiales y antropomórficas supone una amenaza para la idea de ser humano tal y como fue concebida por las distintas religiones.

5. Hipótesis del “especialismo”

El psiquiatra estadounidense Irvin Yalom explica que los seres humanos, ante el temor a la muerte, creamos una serie de defensas psicológicas que frenan la ansiedad causada por la certeza de que algún día vamos a morir. Una de estas defensas es el “especialismo”. Esto se trata de una creencia irracional e inconsciente por la cual asumimos que la muerte es algo inherente a la vida pero que es algo que solamente se aplica a los demás, no a nosotros mismos.

Por lo tanto, la confrontación a un objeto o robot con un alto semblante humano puede llegar a ser tan intensa que provoca una discrepancia entre la el “especialismo” y las defensas existenciales, generando una sensación de angustia vital.

Críticas al modelo de Mori

Como en la mayoría de teorías no probadas científicamente, la Teoría del Valle Inquietante no se ha librado de las críticas. Una parte de los expertos del mundo de la robótica rechazan la idea de Mori bajo la justificación de que no existe ninguna base que justifique la curva de reacción creada por este.

Además, se apoyan sobre el hecho de que por el momento solamente es posible crear robots parcialmente parecidos a los humanos, por lo que la teoría no tendría los fundamentos suficientes. En su lugar, afirman que en todo caso podría generarse una especie de disonancia cognitiva por la cual nuestro cerebro genera unas expectativas acerca de cómo debería ser un humano, expectativas que con este tipo de figuras humanoides no se verían cubiertas.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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