Lavado cerebral: ¿se puede controlar el pensamiento de alguien?

Se dice que si se controla las ideas de las personas, se controla también su comportamiento.

Un gran número de personas utilizan el concepto del lavado de cerebro para hacer referencia a un amplio rango de fenómenos que implican el uso de la persuasión para modificar la conducta de otras personas, en particular en contra de su voluntad. No obstante, desde la psicología se ha cuestionado el lavado cerebral por lo ambiguo de su definición. Veamos qué se entiende por lavado de cerebro y qué precedentes existen.

¿Qué es el lavado cerebral?

El concepto de “lavado cerebral” es muy cercano al de “control mental”. Se trata de una idea sin base científica estricta que propone que la voluntad, los pensamientos y otros hechos mentales de los individuos pueden ser modificados a través de técnicas de persuasión, con las que se introducirían ideas no deseadas en la psique de una “víctima”.

Si definimos de este modo el concepto, vemos que guarda una similitud marcada con otro más propio del vocabulario de la psicología: el de la sugestión, que se refiere a la influencia que pueden ejercer unos individuos en los contenidos mentales de otros (o en los propios; en tal caso hablamos de autosugestión). No obstante, el término “sugestión” es menos ambicioso.

Aunque la idea del lavado cerebral no es del todo incorrecta, este concepto popular tiene unas connotaciones acientíficas que han llevado a muchos expertos a rechazarlo en favor de otros más modestos. A esto ha contribuido el uso instrumental del término en procesos legales, sobre todo en disputas sobre la custodia de menores.

Ejemplos de lavado de cerebro

Es habitual que fenómenos complejos como el terrorismo suicida sean explicados por muchas personas a través del concepto del lavado cerebral, especialmente en casos en que los sujetos son vistos como personas jóvenes e influenciables. Algo parecido se aplica a las sectas, a las religiones, a la conducta durante las guerras o a las ideologías políticas radicales.

En relación a este último caso, cabe mencionar que el lavado cerebral se ha utilizado sobre todo en intentos para dar una explicación simple a hechos relacionados con la violencia, como las masacres que se produjeron en el contexto del nazismo y de otros tipos de totalitarismo.

La publicidad subliminal es otro hecho que podemos relacionar con la idea del lavado cerebral. Este tipo de promoción, que está prohibido en países como el Reino Unido, consiste en la inclusión de mensajes que no llegan a alcanzar el umbral de la consciencia, sino que son percibidos de forma automática.

Por otra parte, con frecuencia la propia psicología ha sido acusada de ser un método de lavado de cerebro. Particularmente conocido es el caso del conductismo de Pavlov y de Skinner, criticados por otros expertos y en obras como “La Naranja Mecánica”. El psicoanálisis y técnicas como la reestructuración cognitiva han recibido muestras de rechazo similares.

Historia y popularización del concepto

El concepto del lavado cerebral surgió por primera vez en China para describir la persuasión a la que sometía el Partido Comunista Chino sobre los opositores al gobierno maoísta. El término “xinao”, que se traduce literalmente como “lavar cerebro”, era un juego de palabras que hacía referencia a la limpieza de la mente y del cuerpo promovida por el taoísmo.

En la década de 1950 el Gobierno y el Ejército de Estados Unidos adoptaron el término y lo aplicaron para justificar el hecho de que algunos prisioneros estadounidenses hubieran colaborado con sus captores durante la Guerra de Corea. Se ha argüido que su objetivo pudo ser limitar el impacto público de la revelación de que se habían usado armas químicas.

Posteriormente el historiador ruso Daniel Romanovsky afirmó que los nazis habían utilizado técnicas de lavado de cerebro (incluyendo los programas de reeducación y la propaganda masiva) para promover sus ideas en la población de Bielorrusia, en particular la concepción de los judíos como una raza inferior.

No obstante, la popularización del lavado cerebral se debe fundamentalmente a la cultura popular. Antes que “La Naranja Mecánica” apareció la novela “1984” de George Orwell, en la que un gobierno totalitario manipula a la población a través de la mentira y la coacción. El control mental de Sauron en “El Señor de los Anillos” también se ha asociado al lavado de cerebro.

Visión desde la psicología

La psicología por lo general entiende los fenómenos atribuidos al lavado cerebral a través de conceptos más operativos y de alcance más limitado, como la persuasión y la sugestión, dentro de la cual se engloba la hipnosis. En estos casos los cambios en la conducta dependen en gran medida de la autosugestión del sujeto a partir de estímulos externos.

En el año 1983 la American Psychological Association, el organismo hegemónico en el ámbito de la psicología, encargó a la psicóloga clínica Margaret Singer que liderara un grupo de trabajo para investigar el fenómeno del lavado cerebral. Sin embargo, acusaron a Singer de presentar datos sesgados y especulaciones y el proyecto fue cancelado.

No se puede afirmar de forma categórica que el lavado cerebral exista como fenómeno independiente a causa de lo ambiguo de su formulación. En cualquier caso, muchos autores defienden que el uso de técnicas de persuasión de gran alcance resulta evidente en contextos como los medios de comunicación y la publicidad; sin embargo, conviene evitar los tópicos.

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