Condicionamiento encubierto: qué es, cuáles son sus fases, y técnicas

Este modelo, asociado al conductismo, se basa en el entrenamiento psicológico basado en imaginación.

Condicionamiento encubierto
Un repaso a este concepto de la psicología conductista.

El conductismo es uno de los paradigmas de la psicología más conocidos a lo largo de la historia, siendo característica su prácticamente exclusiva centración en la conducta humana basándose en los principios del aprendizaje a través de la asociación entre estímulos. Nacido como opuesto al psicoanálisis, proponía la necesidad de centrarse únicamente en los aspectos observables, y sin considerar en su mayoría la participación de la mente como algo científicamente estudiable.

No sería hasta la llegada del cognitivismo que la cognición y otras capacidades mentales harían aparición en los modelos científicos y empíricos de nuestra mente y conducta, si bien antes de su aparición ya fue existiendo una apertura por parte de la corriente conductista a la exploración e incorporación de aspectos menos directamente observables.

Así, ambos paradigmas están muy relacionados, llegando incluso a existir algunos modelos teóricos y modalidades terapéuticas que trabajan desde un punto intermedio entre ambos paradigmas. Ejemplo claro de ello es el llamado condicionamiento encubierto.

El condicionamiento encubierto

Entendemos por condicionamiento encubierto uno de los más conocidos modelos psicológicos basados en el condicionamiento de las conductas. Como el resto de condicionamientos, el modelo considera que nuestras conductas pueden ser entendidas en base a la asociación realizada entre estímulos, respuestas y consecuencias de estas últimas (más estímulos), generandose nuevas asociaciones al coordinarse su aparición, y que es posible alterar la frecuencia de una respuesta concreta a partir de sus consecuencias. Aplicado en terapia, ello nos permitiría modificar una respuesta disfuncional o aprender una conducta concreta.

Sin embargo, al contrario que en los modelos no encubiertos, los elementos que se utilizarían para modificar la conducta serían cognitivos y no físicos. De hecho, se observa la existencia de factores no observables directamente o encubiertos (como el pensamiento) que son la base de la modificación de la conducta y que sirven de base para el condicionamiento encubierto. Concretamente, uno de los factores más relevantes es el uso de la imaginación como variable fundamental.

Se considera que el principal padre y propulsor del condicionamiento encubierto fue Joseph Cautela, el cual empezaría a aplicar los principales principios del condicionamiento a elementos cognitivos como la simbolización, el lenguaje y la imaginación. Sin embargo también cabe destacar el importante papel de otros autores como Wolpe y Homme, quienes servirían de precursores al crear el primero la desensibilización sistemática (de la cual parte en gran medida una proporción considerable de las técnicas encubiertas) y el segundo al demostrar que elementos como el lenguaje podían controlarse a nivel experimental.

Su teoría

Este modelo no parte de la nada, sino que se basa en diferentes supuestos o principios básicos.

En primer lugar se parte del principio de homogeneidad entre conductas manifiestas y encubiertas, es decir se asume que las conclusiones extraíbles de los fenómenos manifiestos pueden aplicarse también a los encubiertos.

El segundo de los principios es el de interacción entre ambos: lo manifestado y los procesos encubiertos interactúan (por ejemplo para relajarnos físicamente pensamos en situaciones concretas). El tercero y último propone que tanto lo observable y manifesto como lo encubierto siguen las mismas leyes del aprendizaje.

La investigación realizada parece reflejar estos supuestos, pudiendo emplearse las mismas técnicas en imaginación que en vivo y viéndose que existe un efecto palpable de la interacción entre elementos encubiertos y manifiestos.

Procedimiento básico: fases

El condicionamiento encubierto puede ser aplicado a través de distintas técnicas, que veremos más adelante. Sin embargo, independientemente de la técnica empleada se suele emplear un proceso concreto dividido en distintas fases.

1. Fase educativa

En un primer momento el profesional explica el modelo y la técnica a emplear al paciente, despejando las dudas de este y justificando el porqué de la utilización de dicha técnica.

2. Fase de evaluación y entrenamiento en imaginación

El uso de las técnicas basadas en el condicionamiento encubierto requieren de cierta capacidad de imaginación y visualización, siendo estos aspectos algo en que los distintos pacientes pueden diferir en gran medida. Así, será necesario valorar la capacidad del paciente para formarse imágenes mentales y ponerse en distintas situaciones a través de la imaginación, y en casos en que sea necesario entrenarlo en ello.

3. Fase de aplicación del condicionamiento encubierto en consulta

A lo largo de esta fase se va a proceder a aplicar, en una situación controlada, el condicionamiento encubierto. Inicialmente se va a generar un condicionamiento asociando imágenes mentales de conductas y consecuencias, realizando un gran número de emparejamientos. Se recomienda alrededor de un veintena de ensayos. Poco a poco el paciente va ir reduciendo el nivel de ayuda que obtiene del profesional según vaya dominando la técnica.

4. Fase de consolidación y generalización

Esta última fase se centra en lograr que el paciente sea capaz de hacer por sí solo el condicionamiento y en hacerle cada vez más autónomo, programándose también tareas para casa.

Técnicas basadas en este modelo

Anteriormente hemos reflejado las fases básicas de las técnicas basadas en el condicionamiento encubierto. Sin embargo, existen una gran cantidad de técnicas que pueden ser empleadas en el tratamiento de los problemas que presente el paciente. Algunas de las más relevantes son las que siguen.

1. Reforzamiento positivo/ reforzamiento negativo encubierto

El reforzamiento encubierto, sea positivo o negativo, se basa en el hecho de generar algún tipo de estimulación o consecuencia que provoque un aumento de la probabilidad de repetición de la conducta que se quiere generar o incrementar, pero en imaginación.

Se busca acercar al paciente a la realización de la conducta, a menudo utilizándose junto a desensibilización sistemática para reducir reacciones como la ansiedad. En el caso del reforzamiento positivo emplearíamos algún tipo de estimulación apetitiva para el sujeto, mientras que en el reforzamiento negativo utilizaríamos la retirada de un estímulo aversivo. Se utiliza en situaciones tales como la exposición en fobias, conductas inhibidas o evitadas en otros trastornos o para el aprendizaje de habilidades.

2. Sensibilización encubierta

La sensibilización encubierta se basa en la reducción de la probabilidad de emisión de una conducta a través de la presentación de un estímulo aversivo contingente a dicha conducta. Se busca inhibir o reducir la respuesta generando respuestas negativas como la ansiedad a la aparición de la conducta. Se utiliza en adicciones y parafilias, por ejemplo.

Sería equivalente al castigo positivo, en que se reduce una conducta (castigo) añadiendo (positivo) un estímulo indeseable y molesto. Al ser encubierta, lo que se haría es imaginar la conducta problemática a reducir o eliminar asociada a situaciones aversivas.

Existe una modalidad, la encubierta asistida, en que en realidad sí se aplica una estimulación real a pesar de que la aversividad es imaginaria. En casos en que haya mucha ansiedad o dificultades para imaginarse a sí mismo, puede hacerse de manera vicaria: imaginando a otra persona haciendo la conducta y sufriendo las consecuencias negativas.

3. Coste de respuesta encubierto

Equivalente al castigo negativo o coste de respuesta, se basa en la disminución de probabilidad de realización de una conducta a través de la retirada de un estímulo apetitivo. Se hace que el sujeto asocie la realización de conducta con la retirada de algún reforzador. Se usa por ejemplo en parafilias o en otro tipo de respuestas desadaptativas.

4. Modelamiento encubierto

El modelamiento es una técnica en la que se busca la observación y posterior repetición de una conducta a través de la visualización de un modelo que la realice. En el caso del modelamiento encubierto, el modelo en cuestión no existiría físicamente sino que el sujeto deberá imaginar a un sujeto diferente de sí mismo llevando a cabo la actividad que se quiere entrenar. Poco a poco y a través de las repeticiones el modelo imaginado se va pareciendo cada vez más al sujeto.

Se recomienda primero que el modelo se encuentre titubeante y que presente alguna que otra dificultad, para posteriormente realizar la acción con gran dominio. Finalmente se pide que el paciente se imagine a sí mismo realizando la acción sin dificultades y dominando la situación. Se busca principalmente el aprendizaje de nuevas conductas, de manera similar al reforzamiento positivo.

5. Aserción encubierta

Basada en el autocontrol, esta técnica se basa en la reducción de emociones y cogniciones negativas hacia uno mismo que dificultan alcanzar el éxito en el cumplimiento de objetivos o el afrontamiento o superación de una situación mediante el uso de verbalizaciones positivas. Así, se trataría de reducir la autocrítica a través de la generación de aserciones positivas que generen bienestar.

6. Tríada de autocontrol

Técnica diseñada por el propio Cautela que incluye elementos como la detención de pensamiento (que en sí es otra técnica de condicionamiento encubierto) o conducta en la el sujeto se ordena subvocalmente el cese de la conducta o pensamiento a reducir, para posteriormente realizar ejercicios de relajación como la respiración y posteriormente la visualización de escenas positivas.

Referencias bibliográficas

  • Dahab, J.; Rivadeneira, C. y Minici, A. (2005). Las técnicas del condicionamiento encubierto. Revista de Terapia Cognitivo Conductual, 9. CETECIC.
  • Almendro, M.T.; Díaz, M. y Jiménez, G. (2012). Psicoterapias. Manual CEDE de Preparación PIR, 06. CEDE: Madrid.

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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