Los 6 motivos más frecuentes por los que las parejas discuten

Hay situaciones que favorecen que se discuta y que aparezcan conflictos en la pareja.

Pareja discutiendo.
Hay temas especialmente propensos a la creación de conflictos.Free to use

Las relaciones de pareja exigen un grado de compromiso y una fuerza de voluntad que ya de por sí convierten la experiencia en un reto. A pesar de los mitos sobre el amor romántico que circulan, lo cierto es que para que un romance funcione es necesario invertir tiempo y esfuerzo, y hacerlo de manera proactiva.

Es por eso que el conflicto en las relaciones es relativamente común. Simplemente, los matrimonios y los novios comparten entre ellos demasiado tiempo y actividades como para que no surjan ciertos roces de vez en cuando.

Ahora bien… ¿cuáles son los motivos más frecuentes por los que las parejas discuten? Puestos a asumir que el choque de voluntades es casi inevitable, es bueno saber si estas pequeñas crisis se parecen a las que tienen el resto de relaciones o si realmente hay algún problema más específico y único que nos está jugando una mala pasada.

Las razones más frecuentes por las que las parejas discuten

En mi experiencia, estas son las causas típicas que hacen que aparezca el conflicto y la discordia en las relaciones de pareja.

1. Tiempo libre

El tiempo libre es uno de los grandes desencadenantes de discusiones en el contexto amoroso. ¿Por qué? Porque responde a necesidades biológicas casi tan básicas como la alimentación. El tiempo libre es en definitiva hacer lo que el cuerpo nos pide, ya sea cultivar un hobby o descansar. Teniendo en cuenta que cultivar el bienestar de la pareja es prácticamente un trabajo, es normal que de vez en cuando surja la necesidad de desvincularse de hacer vida propia independientemente de lo que haga la persona amada en ese momento.

Así pues, las discusiones acerca del tiempo libre pueden aparecer de tres maneras distintas. La primera de ellas tiene que ver con la cantidad de tiempo libre que cada una de las personas necesita; fácilmente, una de ellas requerirá más tiempo a hacer lo que le apetezca, y la otra, menos, con lo cual aparecerá un desequilibrio que hay que saber gestionar.

La segunda manera en la que estas discusiones de pareja acostumbran a aparecer no se basa tanto en la cantidad como en la calidad de esas actividades. Hay aficiones que requieren de condiciones especiales, y la otra persona puede ver con malos ojos lo que se hace. Por ejemplo, se a una persona le gusta hacer alpinismo, puede tener problemas con su pareja porque esta se muestra preocupada por el peligro que eso entraña.

La tercera forma en la que aparecen estos conflictos tiene que ver con las expectativas acerca de si el tiempo libre se experimenta cada uno por su lado o si se hace en pareja. Algunas personas dan por hecho que “lo normal” es la primera opción, mientras que para otras ocurre lo contrario.

2. Problemas de orden y limpieza

Otra de las grandes causas de discusiones en las relaciones de pareja es el orden que hay que procurar mantener en casa, y la limpieza del hogar. Y es que lo más normal es que cada uno tenga su propia concepción de lo que significa vivir en un hogar ordenado y limpio, y el desfase más ligero entre estas genera mucho malestar tanto en quien quiere verlo todo más recogido como en la persona a la que se exige constantemente que recoja sus cosas y su suciedad.

Además, lo más problemático de esto es que no hay un motivo racional que permita justificar el criterio que cada uno sigue para considerar si una habitación está recogida o no. Al final, como en la mayoría de los casos, la solución llega negociando y ateniéndose a compromisos.

3. Intimidad

La intimidad es, tal y como el propio concepto indica, algo muy personal. Es por so que no siempre es fácil hacer que encaje a la perfección con las expectativas que se establecen en la relación de pareja, que por definición es interpersonal.

Cada individuo tiene un umbral que considera que los demás no deberían cruzar, y cuando la otra persona va más allá de este, la sensación es tan desagradable como difícil de justificar.

Esto se nota tanto en la sexualidad y el contacto físico como en lo que concierne a algunos secretos que no queremos que sean conocidos ni por nuestra pareja. Cada individuo tiene su trastienda psicológica, pero hay que saber gestionar las expectativas que el otro tiene a la hora de conocer cómo se ve el mundo desde nuestros ojos.

4. Dinero

Puede parecer banal discutir por el dinero, pero cuando se comparte una buena porción del patrimonio, las ocasiones en las que nace el conflicto por culpa de esto son numerosas. Es normal, ya que puede haber en juego gastos muy grandes y productos muy caros.

Al final, solo queda asmir que por mucho que compartamos la vida con una persona a la que amamos nunca seremos tan buenos como la otra persona al detectar las injusticias que ella sufre (normalmente, sin que las descompensaciones económicas hayan sido buscadas por nosotros, eso sí.

5. Problemas con la familia

La familia extendida viene con la pareja que elegimos, pero no tiene por qué encajar con nosotros. Pero el modo en el que actuemos ante este tipo de fricciones puede determinar si a este problema se le añadirá otro que sí tocará de lleno el núcleo de nuestra relación de pareja y que causará muchas discusiones. Y es que la desidia, la actitud pasivo-agresiva o las indirectas sobre los suegros no tienen por qué ser bien recibidas por la otra persona.

6. Celos

Las discusiones a causa de los celos son algo menos frecuentes que las que hemos visto hasta ahora, porque suelen ser algo que cuesta reconocer abiertamente. Sin embargo, el rastro del amor romántico basado en el mito de que poseemos a la otra persona aún causan este tipo de espejismos, según el cual el honor de algunas personas depende del grado en el que su pareja se acerque a individuos que pueden ser considerados competidores en lo romántico.

En este caso, lo mejor que se puede hacer es tener claro que si hay celos esto es problema de uno mismo, y que lo mejor que puede hacerse es simplemente cortarlos de raíz, pues no traen nada bueno ni para uno mismo ni para la otra persona que forma la pareja.

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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