Neuroblastos: los precursores de las células nerviosas

Durante la generación del tejido nervioso, estas células se transforman en neuronas y en neuroglía.

Neuroblastos.
Los neuroblastos pueden degenerar en un tipo de cáncer conocido como neuroblastoma.

Hoy en día el término neurona es ampliamente conocido por la mayoría de la población. Sabemos que se trata del principal tipo de célula que forma parte de nuestro sistema nervioso, siendo la unidad básica de dicho sistema, y que transmiten impulsos bioeléctricos a lo largo del sistema con el fin de transferir órdenes o información a las diferentes partes de nuestro organismo.

Pero, ¿sabemos cómo o a partir de qué surgen? ¿En que momento de nuestro desarrollo aparecen? La respuesta a estas preguntas está en los neuroblastos, que vamos a conocer a lo largo de este artículo.

Los neuroblastos: ¿qué son?

Los neuroblastos son un tipo de célula embrionaria de origen ectodérmico que se caracteriza por ser la precursora de las células nerviosas, concretamente de neuronas y neuroglía.

Se trata de un tipo de células que aparecen durante la gestación, naciendo en la placa neural a partir de tejido del ectodermo para empezar a madurar y migrar hacía su localización final y terminar por configurar nuestro sistema nervioso.

Los neuroblastos se encuentran especialmente activos y visibles durante la gestación, disminuyendo en gran medida tras nacer a pesar de que aún pueden hallarse activos. Se trata del precursor inmediato de la neurona, transformándose en ella tras un proceso de maduración.

El desarrollo del sistema nervioso

Como hemos dicho los neuroblastos son células embrionarias, que se producen durante la gestación de un futuro individuo. Antes de llegar a poder formarse el tejido nervioso ha sido necesario que se produzca cierto desarrollo en el feto y se inicie la neurulación.

Ello ocurre aproximadamente a la tercera semana desde la fecundación. En este momento el ectodermo se ve estimulado para terminar generando el neuroectodermo, hasta terminar generando la placa neural.

Esta placa, una capa de células inicialmente epiteliales (que se denominarán células de la matriz), procederá a crecer y expandirse de manera cefalocaudal e irán generando pliegues, en los cuales empezarán a diferenciarse células ectodérmicas. La placa se cerrará sobre sí misma generando el conocido como tubo neural, el cual terminará por cerrar sus extremos durante la cuarta semana.

Las células de la matriz se dirigen hacia la cavidad o zona hueca del tubo y, en este punto, proceden a dividirse y replicarse de manera contínua, lo que hará que el tubo neural aumente en tamaño. Empezarán a madurar y a formarse los primeros neuroblastos como tales, perdiendo la capacidad de replicarse (con pequeñas excepciones) y pudiendo en adelante únicamente acabar de madurar para transformarse en célula nerviosa madura.

A partir de este momento, el neuroblasto procederá a migrar en pos de su localización final, el punto en que se terminará por transformar en una neurona. Generalmente a mayor antigüedad de la neurona mayor la profundidad a la que se encontrará.

Un ejemplo lo podemos ver en la médula espina. Una vez formados, los neuroblastos empiezan a migrar hacia la periferia del tubo neural, llegando a la llamada zona intermedia que terminará siendo la sustancia gris de la médula, donde empezarán a madurar y crecer de forma periférica hasta generar la zona marginal (futura sustancia blanca). Otros tipos de célula también serán generados por la matriz, como las células gliales y la microglía.

Formación de la neurona

El neuroblasto no se transforma en neurona inmediatamente, sino que requiere de un proceso de maduración para poder llegar a formarla. Inicialmente la célula a partir de la cual se va a formar el neuroblasto y futura célula nerviosa poseen un núcleo y una protodendrita, estando insertada en la pared de la placa neural. Sin embargo, en el momento de migrar hacia la cavidad para empezar a replicarse pierde dicha dendrita, volviéndose un núcleo esférico apolar.

Finalizado el proceso de replicación y según el neuroblasto empieza a formarse como tal, aparecen progresivamente dos prolongaciones opuestas, formando algo semejante a una neurona bipolar. Una de dichas prolongaciones se alarga y se acabará transformando en axón, mientras que el otro se fragmenta para generar las futuras dendritas. Estos elementos van a ir madurando a lo largo del tiempo hasta terminar configurando una neurona adulta.

¿Existen en adultos?

Aunque anteriormente se pensaba que sólo se podían encontrar neuroblastos en la gestación y en los primeros años de vida, con el descubrimiento de la neurogénesis adulta en algunas regiones del cerebro se ha podido observar como en algunas regiones se forman neuroblastos durante toda nuestra vida, especialmente en la zona subventricular del tercer ventrículo y en el giro del hipocampo.

Estos neuroblastos son principalmente dirigidos al bulbo olfatorio o al propio hipocampo, para generar neuronas inhibitorias de tipo gabaérgico o excitadoras glutamatérgicas, y permiten que puedan mantenerse una gran cantidad de funciones.

La neurogénesis que supone su existencia es fundamental para permitir la plasticidad mental, el aprendizaje, y la discriminación de estímulos. A nivel de patología, puede permitir la superación de ictus, accidentes cerebrovasculares y traumatismos y la recuperación al menos parcial de funciones perdidas.

Posibles problemas y enfermedades asociadas

Habida cuenta de que los neuroblastos son el paso previo a la existencia de neuronas, estamos ante uno de los tipos de células embrionarias más relevantes para nuestro desarrollo. Sin embargo, como ocurre en todos los tipos de células podemos encontrarnos con diferentes problemas a lo largo de su generación y maduración.

Es posible que los neuroblastos no consigan llegar a madurar para formar neuronas completas, que se produzca un crecimiento incontrolado, súbito y perjudicial en su número, que no migren a las zonas en que sería necesaria su existencia o que por algún motivo no haya suficientes en el organismo.

Las causas de estas alteraciones pueden ser adquiridas, pero teniendo en cuenta que gran parte de la formación y migración de neuroblastos se produce durante la gestación resulta mucho más probable que los casos se deban a trastornos genéticos, problemas durante la gestación del feto o aparición de mutaciones.

Dos ejemplos de trastornos que se vinculan a los neuroblastos los podemos encontrar en en la presencia de una anencefalia o en la existencia de tumores malignos vinculados a estas células conocidos como neuroblastomas.

Referencias bibliográficas:

  • Snell, R.S. (2007). Neuroanatomía clínica. 6ª edición. Editorial Médica Panamericana. Madrid, España.
  • López, N. (2012). Biología del desarrollo. Cuaderno de trabajo. McGraw Hill.

Psicólogo en Barcelona | Redactor especializado en Psicología Clínica

Barcelona

Graduado en Psicología con mención en Psicología Clínica por la Universidad de Barcelona. Máster en Psicopedagogía con especialización en Orientación en Educación Secundaria. Cursando el Máster en Psicología General Sanitaria por la UB.

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