Los 55 mejores Poemas Cortos (de autores famosos y anónimos)

Una recopilación de versos inspiradores para dejar volar la imaginación con varios poemas breves.

Los mejores poemas cortos
Los poemas cortos más inspiradores.George Henry Harlow.

Los poemas breves son una muestra de que la expresión artística puede ocurrir con unas pocas palabras. En el género literario de los poetas hay ejemplos de que no es necesario escribir páginas enteras para contar una historia o para transmitir un sentimiento o una sensación; por eso tantas personas acuden a los versos para encontrar en ellos un refugio emocional.

En este artículo encontrarás una selección de poemas cortos de autores famosos y anónimos para celebrar el potencial que la poesía tiene en la sencillez. Se trata de obras de arte pequeñas y a la vez grandes, y que pueden ser leídas en segundos.

Los mejores Poemas cortos

La palabra “poesía” viene del latín poiesis, que significa “cualidad de crear, hacer o producir”. Se trata de un acto creativo en donde se manifiestan la estética y la belleza a través de la palabra. La poesía es un género literario asociado a la capacidad expresiva y la sensibilidad artística que toma la forma de un verso, o en ocasiones de prosa.

Son innumerables los poetas y las poetisas que nos han regalado parte de su sensibilidad artística a través de maravillosos textos. A modo de muestra, en este artículo encontrarás poemas cortos recomendados, obras de famosos autores latinoamericanos y españoles, así como de algunos poetas anónimos. Son obras de poesía breve para dedicar, para reflexionar, para inspirarte o para leer junto a alguien.

1. Aquí (Octavio Paz)

Mis pasos en esta calle

Resuenan

En otra calle

Donde

Oigo mis pasos

Pasar en esta calle

Donde

Sólo es real la niebla.

2. Cada vez que pienso en ti (Anónimo)

Cada vez que pienso en ti,

mis ojos rompen en llanto;

y muy triste me pregunto,

¿por qué te quiero tanto?

3. Síndrome (Mario Benedetti)

Todavía tengo casi todos mis dientes

casi todos mis cabellos y poquísimas canas

puedo hacer y deshacer el amor

trepar una escalera de dos en dos

y correr cuarenta metros detrás del ómnibus

o sea que no debería sentirme viejo

pero el grave problema es que antes

no me fijaba en estos detalles.

4. A un general (Julio Cortázar)

Región de manos sucias de pinceles sin pelo

de niños boca abajo de cepillos de dientes

Zona donde la rata se ennoblece

y hay banderas innúmeras y cantan himnos

y alguien te prende, hijo de puta,

una medalla sobre el pecho

Y te pudres lo mismo.

Julio Cortázar

5. En las noches claras (Gloria Fuertes)

En las noches claras,

resuelvo el problema de la soledad del ser.

Invito a la luna y con mi sombra somos tres.

6. Deletreos de armonía (Antonio Machado)

Deletreos de armonía

que ensaya inexperta mano.

Hastío. Cacofonía

del sempiterno piano

que yo de niño escuchaba

soñando... no sé con qué,

con algo que no llegaba,

todo lo que ya se fue.

7. Despedida (Alejandra Pizarnik)

Mata su luz un fuego abandonado.

Sube su canto un pájaro enamorado.

Tantas criaturas ávidas en mi silencio

y esta pequeña lluvia que me acompaña.

8. Desvelada (Gabriela Mistral)

Como soy reina y fui mendiga, ahora

vivo en puro temblor de que me dejes,

y te pregunto, pálida, a cada hora:

«¿Estás conmigo aún? ¡Ay, no te alejes!»

Quisiera hacer las marchas sonriendo

y confiando ahora que has venido;

pero hasta en el dormir estoy temiendo

y pregunto entre sueños: «¿No te has ido?»

9. Rima LX (Gustavo Adolfo Bécquer)

Mi vida es un erial,

flor que toco se deshoja;

que en mi camino fatal

alguien va sembrando el mal

para que yo lo recoja.

Gustavo Adolfo Bécquer

10. Recuerdo que dejo (Nezahualcoyotl)

¿Con qué he de irme?

¿Nada dejaré en pos de mi sobre la tierra?

¿Cómo ha de actuar mi corazón?

¿Acaso en vano venimos a vivir,

a brotar sobre la tierra?

Dejemos al menos flores

Dejemos al menos cantos

11. Tus ojos son lucero (Anónimo)

Tus ojos son luceros,

tus labios, de terciopelo,

y un amor como el que siento,

es imposible esconderlo.

12. La montaña rusa (Nicanor Parra)

Durante medio siglo

La poesía fue

El paraíso del tonto solemne.

Hasta que vine yo

Y me instalé con mi montaña rusa.

Suban, si les parece.

Claro que yo no respondo si bajan

Echando sangre por boca y narices.

13. Cuando el mar sea redondo (Anónimo)

Cuando el mar sea redondo

y el sol deje de brillar,

ese será el día

en que te pueda olvidar.

14. América, no invoco tu nombre en vano (Pablo Neruda)

AMÉRICA,

no invoco tu nombre en vano.

Cuando sujeto al corazón la espada,

cuando aguanto en el alma la gotera,

cuando por las ventanas

un nuevo día tuyo me penetra,

soy y estoy en la luz que me produce,

vivo en la sombra que me determina,

duermo y despierto en tu esencial aurora:

dulce como las uvas, y terrible,

conductor del azúcar y el castigo,

empapado en esperma de tu especie,

amamantado en sangre de tu herencia.

15. Las seis cuerdas (Federico García Lorca)

La guitarra

hace llorar a los sueños.

El sollozo de las almas

perdidas

se escapa por su boca

redonda.

Y como la tarántula,

teje una gran estrella

para cazar suspiros,

que flotan en su negro

aljibe de madera.

Federico García Lorca

16. Mi árbol pequeño (Antonio García Teijeiro)

Mi árbol tenía

sus ramas de oro.

Un viento envidioso

robó mi tesoro.

Hoy no tiene ramas

Hoy no tiene sueños

mi árbol callado

mi árbol pequeño.

17. Crisis (Francisco Gálvez)

Tu voz parece de otro tiempo,

ya no tiene aquel tono cálido

de antes, ni la complicidad

de siempre, sólo son palabras

y su afecto es ahora discreto:

en tus mensajes ya no hay mensaje.

18. Yo no soy yo (Juan Ramón Jiménez)

Yo no soy yo.

Soy este

que va a mi lado sin yo verlo,

que, a veces, voy a ver,

y que, a veces olvido.

El que calla, sereno, cuando hablo,

el que perdona, dulce, cuando odio,

el que pasea por donde no estoy,

el que quedará en pie cuando yo muera…

19. Menos tu vientre (Miguel Hernández)

Menos tu vientre,

todo es confuso.

Menos tu vientre,

todo es futuro

fugaz, pasado

baldío, turbio.

Menos tu vientre,

todo es oculto.

Menos tu vientre,

todo inseguro,

todo postrero,

polvo sin mundo.

Menos tu vientre,

todo es oscuro.

Menos tu vientre

claro y profundo.

20. Fe mía (Pedro Salinas)

No me fío de la rosa

de papel,

tantas veces que la hice

yo con mis manos.

Ni me fío de la otra

rosa verdadera,

hija del sol y sazón,

la prometida del viento.

De ti que nunca te hice,

de ti que nunca te hicieron,

de ti me fío, redondo

seguro azar.

21. El poeta es un fingidor (Fernando Pessoa)

El poeta es un fingidor.

Finge tan completamente

que hasta finge que es dolor

el dolor que en verdad siente,

Y, en el dolor que han leído,

a leer sus lectores vienen,

no los dos que él ha tenido,

sino sólo el que no tienen.

Y así en la vida se mete,

distrayendo a la razón,

y gira, el tren de juguete

que se llama corazón.

22. Al oído de una muchacha (Federico García Lorca)

No quise.

No quise decirte nada.

Vi en tus ojos

dos arbolitos locos.

De brisa, de risa y de oro.

Se meneaban.

No quise.

No quise decirte nada.

23. Amo, amas… (Rubén Darío)

Amar, amar, amar, amar siempre, con todo

el ser y con la tierra y con el cielo,

con lo claro del sol y lo oscuro del lodo:

amar por toda ciencia y amar por todo anhelo.

Y cuando la montaña de la vida

nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,

amar la inmensidad que es de amor encendida

¡y arder en la fusión de nuestros pechos mismos!

24. Mademoiselle Isabel (Blas de Otero)

Mademoiselle Isabel, rubia y francesa,

con un mirlo debajo de la piel,

no sé si aquél o ésta, oh mademoiselle

Isabel, canta en él o si él en ésa.

Princesa de mi infancia; tú, princesa

promesa, con dos senos de clavel;

yo, le livre, le crayon, le...le..., oh Isabel,

Isabel..., tu jardín tiembla en la mesa.

De noche, te alisabas los cabellos,

yo me dormía, meditando en ellos

y en tu cuerpo de rosa: mariposa

rosa y blanca, velada con un velo.

Volada para siempre de mi rosa

-mademoiselle Isabel- y de mi cielo.

25. Cuchillos en abril (Pere Gimferrer)

Odio a los adolescentes.

Es fácil tenerles piedad.

Hay un clavel que se hiela en sus dientes

y cómo nos miran al llorar.

Pero yo voy mucho más lejos.

En su mirada un jardín distingo.

La luz escupe en los azulejos

el arpa rota del instinto.

Violentamente me acorrala

esta pasión de soledad

que los cuerpos jóvenes tala

y quema luego en un solo haz.

¿Habré de ser, pues, como éstos?

(La vida se detiene aquí)

Llamea un sauce en el silencio.

Valía la pena ser feliz.

26. Amor (Salvador Novo)

Amar es este tímido silencio

cerca de ti, sin que lo sepas,

y recordar tu voz cuando te marchas

y sentir el calor de tu saludo.

Amar es aguardarte

como si fueras parte del ocaso,

ni antes ni después, para que estemos solos

entre los juegos y los cuentos

sobre la tierra seca.

Amar es percibir, cuando te ausentas,

tu perfume en el aire que respiro,

y contemplar la estrella en que te alejas

cuando cierro la puerta de la noche.

27. Pasa y olvida (Rubén Darío)

Peregrino que vas buscando en vano

un camino mejor que tu camino,

¿cómo quieres que yo te dé la mano,

si mi signo es tu signo, Peregrino?

No llegarás jamás a tu destino;

llevas la muerte en ti como el gusano

que te roe lo que tienes de humano...

¡lo que tienes de humano y de divino!

Sigue tranquilamente, ¡oh, caminante!

Todavía te queda muy distante

ese país incógnito que sueñas...

Y soñar es un mal. Pasa y olvida,

pues si te empeñas en soñar, te empeñas

en aventar la llama de tu vida.

28. Contigo (Luis Cernuda)

¿Mi tierra?

Mi tierra eres tú.

¿Mi gente?

Mi gente eres tú.

El destierro y la muerte

para mi están adonde

no estés tú.

¿Y mi vida?

Dime, mi vida,

¿qué es, si no eres tú?

29. En el árbol de mi pecho (Gloria Fuertes)

En el árbol de mi pecho

hay un pájaro encarnado.

Cuando te veo se asusta,

aletea, lanza saltos.

En el árbol de mi pecho

hay un pájaro encarnado.

Cuando te veo se asusta,

¡eres un espantapájaros!

30. Deseo (Luis Cernuda)

Por el campo tranquilo de septiembre,

del álamo amarillo alguna hoja,

como una estrella rota,

girando al suelo viene.

Si así el alma inconsciente,

Señor de las estrellas y las hojas,

fuese, encendida sombra,

de la vida a la muerte.

31. XXV (Pablo Neruda)

¿Por qué para esperar la nieve

se ha desvestido la arboleda?

¿Y cómo saber cual es Dios

entre los Dioses de Calcuta?

¿Por qué viven tan harapientos

todos los gusanos de seda?

¿Por qué es tan dura la dulzura

del corazón de la cereza?

¿Es porque tiene que morir

o porque tiene que seguir?

32. Copla VIII (Garcilaso de la Vega)

Nadi puede ser dichoso,

señora, ni desdichado,

sino que os haya mirado.

Porque la gloria de veros

en ese punto se quita

que se piensa en mereceros.

Así que, sin conoceros,

nadi puede ser dichoso,

señora, ni desdichado,

sino que os haya mirado.

33. ¿Qué es el amor? (Anónimo)

¿Qué es el amor? si no es lo que siento por ti.

¿Qué es el dolor? si no es lo que siento cuando estás lejos de mí.

¿Quién soy yo sin ti?

34. Un tren descarrilado (Joaquin Sabina)

El sexo es una guerra incivil, la única guerra

sin héroes ni vencidos, ni mártires ni santos,

cuando tú y yo buscamos lo mismo, ¡qué dulce cuerpo a tierra!

tan cerca del abismo, del éxtasis, del llanto.

Cuando se pudra el cielo, cuando silben las balas,

sabrás que dejo todo si tú me dices ven,

porque sigues contando conmigo por las malas,

por más que descarrile mi penúltimo tren».

35. Cuarto solo (Alejandra Pizarnik)

Si te atreves a sorprender

la verdad de esta vieja pared;

y sus fisuras, desgarraduras,

formando rostros, esfinges,

manos, clepsidras,

seguramente vendrá

una presencia para tu sed,

probablemente partirá

esta ausencia que te bebe.

36. Zorongo (Federico García Lorca)

Las manos de mi cariño

te están bordando una capa

con agremán de alhelíes

y con esclavina de agua.

Cuando fuiste novio mío,

por la primavera blanca,

los cascos de tu caballo

cuatro sollozos de plata.

La luna es un pozo chico,

las flores no valen nada,

lo que valen son tus brazos

cuando de noche me abrazan,

lo que valen son tus brazos

cuando de noche me abrazan.

37. Una rosa es una flor (Anónimo)

Una rosa es una flor,

un tesoro es una fortuna

y a alguien como tú,

no la cambio por ninguna.

38. David (Pier Paolo Pasolini)

Apoyado en el pozo, pobre joven,

vuelves hacia mí tu cabeza gentil,

con una risa grave en los ojos

Tú eres, David, como un toro en un día de abril,

que de la mano de un muchacho que ríe

va dulce a la muerte.

39. Como si cada beso (Fernando Pessoa)

Como si cada beso

Fuera de despedida,

Cloé mía, besémonos, amando.

Tal vez ya nos toque

En el hombro la mano que llama

A la barca que no viene sino vacía;

Y que en el mismo haz

Ata lo que fuimos mutuamente

Y la ajena suma universal de la vida.

40. El lápiz (Anónimo)

Llorando tomé el lápiz,

Llorando te escribí,

Llorando te suplico

Que no te olvides de mí.

41. Ars Magna (Leopoldo María Panero)

Qué es la magia, preguntas

en una habitación a oscuras.

Qué es la nada, preguntas,

saliendo de la habitación.

Y qué es un hombre saliendo de la nada

y volviendo solo a la habitación.

42. En ti pensaba (José Martí)

En ti pensaba, en tus cabellos

que el mundo de la sombra envidiaría,

y puse un punto de mi vida en ellos

y quise yo soñar que tú eras mía.

Ando yo por la tierra con los ojos

alzados -¡oh, mi afán!- a tanta altura

que en ira altiva o míseros sonrojos

encendiólos la humana criatura.

Vivir: -Saber morir; así me aqueja

este infausto buscar, este bien fiero,

y todo el Ser en mi alma se refleja,

y buscando sin fe, de fe me muero.

43. Hasta cuándo (Idea Vilariño)

Hasta cuándo los gestos

las señas las palabras

la sabida comedia

la máscara atroz

esta triste aventura

de ser cálido y fuerte

y andar entre las cosas

inanimadas frías

a cuyo estado un día

llegaremos sin duda.

44. Ya no mana la fuente, se agotó el manantial... (Rosalía de Castro)

Ya no mana la fuente, se agotó el manantial;

ya el viajero allí nunca va su sed a apagar.

Ya no brota la hierba, ni florece el narciso,

ni en los aires esparcen su fragancia los lirios.

Sólo el cauce arenoso de la seca corriente

le recuerda al sediento el horror de la muerte.

¡Mas no importa! A lo lejos otro arroyo murmura

donde humildes violetas el espacio perfuman.

Y de un sauce el ramaje, al mirarse en las ondas,

tiende en torno del agua su fresquísima sombra.

El sediento viajero que el camino atraviesa,

humedece los labios en la linfa serena

del arroyo que el árbol con sus ramas sombrea,

y dichoso se olvida de la fuente ya seca.

45. Lluvia (Roberto Bolaño)

Llueve y tú dices es como si las nubes

lloraran. Luego te cubres la boca y apresuras

el paso. ¿Como si esas nubes escuálidas lloraran?

Imposible. Pero entonces, ¿de dónde esa rabia,

esa desesperación que nos ha de llevar a todos al diablo?

La Naturaleza oculta algunos de sus procedimientos

en el Misterio, su hermanastro. Así esta tarde

que consideras similar a una tarde del fin del mundo

más pronto de lo que crees te parecerá tan sólo

una tarde melancólica, una tarde de soledad perdida

en la memoria: el espejo de la Naturaleza. O bien

la olvidarás. Ni la lluvia, ni el llanto, ni tus pasos

que resuenan en el camino del acantilado importan;

Ahora puedes llorar y dejar que tu imagen se diluya

en los parabrisas de los coches estacionados a lo largo

del Paseo Marítimo. Pero no puedes perderte.

46. Días y noches te he buscado (Vicente Huidobro)

Días y noches te he buscado

Sin encontrar el sitio en donde cantas

Te he buscado por el tiempo arriba y por el río abajo

Te has perdido entre las lágrimas

Noches y noches te he buscado

Sin encontrar el sitio en donde lloras

Porque yo sé que estás llorando

Me basta con mirarme en un espejo

Para saber que estás llorando y me has llorado

Sólo tú salvas el llanto

Y de mendigo oscuro

Lo haces rey coronado por tu mano

47. Se despertó una mañana (Rafael Alberti)

Se despertó una mañana.

Soy la yerba,

llena de agua.

Me llamo yerba. Si crezco,

puedo llamarme cabello.

me llamo yerba. Si salto,

puedo ser rumor de árbol.

Si grito, puedo ser pájaro.

Si vuelo...

(Hubo temblores de yerba

aquella noche en el cielo)

48. Grande y sabio (Concepción de Estevarena)

Alcé los ojos: tu mirada, entonces,

brilló intensa en mis lágrimas,

como un rayo de sol que ardiente cae

sobre trémulas aguas.

Te dejé de mirar, por parecerme

que te causaba pena,

aunque yo, contemplándola, sentía

satisfacción secreta.

Volví a mirarte cuando ya a mis labios

atrajo una sonrisa:

llorando estabas tú, pero tus lágrimas

eran lágrimas mías.

Grande es tu corazón, porque consuela

con el triste sufriendo:

tu corazón es sabio porque sabe

llorar males ajenos.

49. Miramos largamente el mar... (Fabio Morábito)

Miramos largamente el mar

después del pleito, sin hablarnos.

No la pasamos bien en Cádiz

esos dos días.

Sentí al decir que no quería

tener un hijo por ahora,

que había llegado a un punto divisorio.

Por vez primera fui muy claro.

Adiós ambigüedad,

me dije, bien precioso,

ya comenzó la cuenta regresiva.

Supe que existirías,

que era cuestión de tiempo.

Si iba a seguir con ella, claro.

Si iba a seguir contigo, en suma.

Y ella también,

después de arrinconarme

entre su ser y el mar, lo supo,

el mar que nos quedamos,

después del pleito,

mirando largamente sin hablarnos.

No la pasamos bien en Cádiz

esos dos días.

Ve alguna vez a Cádiz

junto al mar, sin nadie,

y mira el mar como nosotros lo miramos

y fúmate un cigarro, absorto, y piensa

que estás donde empezaste.

50. A la luna (Encarnación Cubas Báez)

Ya se tiñe el horizonte

de indecisa claridad

Silenciosa está la noche

y en su lecho duerme el mar.

Las estrellas palidecen

cansadas de velar ya,

y la luna se despide

otro mundo a iluminar.

Su mirada cariñosa

al tenderse con afán

sobre las doradas tierras

que en su curso alumbrará,

solo llanto y desconsuelo

por do quiera va a encontrar.

¡Oh, luna, tal vez por eso

es tan triste tu mirar!

51. Isla (Virgilio Piñera)

Aunque estoy a punto de renacer,

no lo proclamaré a los cuatro vientos

ni me sentiré un elegido:

sólo me tocó en suerte,

y lo acepto porque no está en mi mano

negarme, y sería por otra parte una descortesía

que un hombre distinguido jamás haría.

Se me ha anunciado que mañana,

a las siete y seis minutos de la tarde,

me convertiré en una isla,

isla como suelen ser las islas.

Mis piernas se irán haciendo tierra y mar,

y poco a poco, igual que un andante chopiniano,

empezarán a salirme árboles en los brazos,

rosas en los ojos y arena en el pecho.

En la boca las palabras morirán

para que el viento a su deseo pueda ulular.

Después, tendido como suelen hacer las islas,

miraré fijamente al horizonte,

veré salir el sol, la luna,

y lejos ya de la inquietud,

diré muy bajito:

¿así que era verdad?

52. Alba de mi Silencio (Julia de Burgos)

En ti me he silenciado...

El corazón del mundo

está en tus ojos, que se vuelan

mirándome.

No quiero levantarme de tu frente fecunda

en donde acuesto el sueño de seguirme en tu alma.

Casi me siento niña de amor que llega hasta los pájaros.

Me voy muriendo en mis años de angustia

para quedar en ti

como corola recién en brote al sol...

No hay una sola brisa que no sepa mi sombra

ni camino que no alargue mi canción hasta el cielo.

¡Canción silenciada de plenitud!

En ti me he silenciado...

La hora más sencilla para amarte es ésta

en que voy por la vida dolida del alba.

53. Tu nombre (Jaime Sabines)

Trato de escribir en la oscuridad tu nombre.

Trato de escribir que te amo.

Trato de decir a oscuras todo esto.

No quiero que nadie se entere,

que nadie me mire a las tres de la mañana

paseando de un lado a otro de la estancia,

loco, lleno de ti, enamorado.

Iluminado, ciego, lleno de ti, derramándote.

Digo tu nombre con todo el silencio de la noche,

lo grita mi corazón amordazado.

Repito tu nombre, vuelvo a decirlo,

lo digo incansablemente,

y estoy seguro que habrá de amanecer.

54. Amor empieza por desasosiego (Sor Juana Inés de la Cruz)

Amor empieza por desasosiego,

solicitud, ardores y desvelos;

crece con riesgos, lances y recelos;

susténtase de llantos y de ruego.

Doctrínanle tibiezas y despego,

conserva el ser entre engañosos velos,

hasta que con agravios o con celos

apaga con sus lágrimas su fuego.

Su principio, su medio y fin es éste:

¿pues por qué, Alcino, sientes el desvío

de Celia, que otro tiempo bien te quiso?

¿Qué razón hay de que dolor te cueste?

Pues no te engañó amor, Alcino mío,

sino que llegó el término preciso.

55. La dulce boca (Luis de Góngora)

La dulce boca que a gustar convida

un humor entre perlas destilado,

y a no invidiar aquel licor sagrado

que a Júpiter ministra el garzón de Ida,

¡amantes! no toquéis si queréis vida:

porque entre un labio y otro colorado

Amor está de su veneno armado,

cual entre flor y flor sierpe escondida.

No os engañen las rosas que al Aurora

diréis que aljofaradas y olorosas

se le cayeron del purpúreo seno.

Manzanas son de Tántalo y no rosas,

que después huyen dél que incitan ahora

y sólo del Amor queda el veneno.

El potencial inspirador de los poemas breves

Para muchas personas, la poesía es una forma de arte complicada, casi inaccesible; al desafiar la lógica por la que suele regirse el lenguaje hablado, puede parecer intimidante ponerse a leer un poemario. Ante este hecho, los poemas cortos son una gran ayuda para familiarizarse con este tipo de literatura.

Pero a la vez, la labor de los poetas es más que un entretenimiento o que una manera de evadirse de la realidad. Pueden ayudarnos a conocernos mejor, a descubrir matices de la realidad que habían permanecido ocultos. E incluso se usan en la biblioterapia.

En estos ejemplos de obras breves que han pasado a la Historia, encontrarás una oportunidad para conectar emocionalmente con el mundo de la lírica, puedes incluso transformar en un hábito la lectura de esta clase de textos.

  • Cohen, J. (1984). Estructura del Lenguaje Poético. Madrid: Editorial Gredos.
  • Harpham, G.G.t; Abrams, M.H. (2011). A glossary of literary terms (10th ed.). Wadsworth Cengage Learning.

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