La Terapia Centrada en el Cliente de Carl Rogers

Esta aproximación psicoterapéutica es una de las más importantes de la Psicología Humanista.

La psicoterapia actual otorga una gran importancia a la relación entre el terapeuta y el cliente, al que se considera como un igual que debe ser comprendido y respetado. No obstante, esto no siempre fue así.

Carl Rogers y su terapia centrada en el cliente, o en la persona, marcaron un giro muy significativo en la concepción de la psicoterapia. En este artículo describiremos la terapia de Rogers, así como los análisis de este autor en torno al proceso clínico en general y a las actitudes del terapeuta que permiten que la intervención sea exitosa.

Carl Rogers y la terapia centrada en el cliente

La terapia centrada en el cliente fue desarrollada por Carl Rogers en las décadas de 1940 y 1950. Sus aportaciones fueron fundamentales para el desarrollo de la psicoterapia científica tal y como la conocemos en la actualidad.

La obra de Rogers se enmarca en el humanismo psicológico, un movimiento que reivindicó la bondad del ser humano y su tendencia innata al crecimiento personal frente a las perspectivas más frías y pesimistas del psicoanálisis y del conductismo. Rogers y Abraham Maslow son considerados los pioneros de esta orientación teórica.

Para Rogers la psicopatología se deriva de la incongruencia entre la experiencia del organismo (“yo organísmico) y el autoconcepto, o sentido de la identidad; así, los síntomas aparecen cuando la conducta y las emociones no son coherentes con la idea que tiene la persona de ella misma.

En consecuencia la terapia debe focalizarse en que el cliente alcance dicha congruencia. Cuando lo haga podrá desarrollarse plenamente, mostrándose abierto a las experiencias del presente y sintiendo confianza en su propio organismo.

Probablemente la aportación más importante de Rogers fue la identificación de factores comunes que explican el éxito de distintas terapias. Para este autor -y para muchos otros después de él- la eficacia de la psicoterapia no depende tanto de que se apliquen determinadas técnicas como de que pase por unas fases concretas y de las actitudes del terapeuta.

Fases de la terapia

A partir de sus investigaciones Rogers propuso un esquema básico y flexible del proceso psicoterapéutico; a día de hoy este modelo sigue utilizándose, independientemente de la orientación teórica del terapeuta, si bien cada tipo de terapia puede focalizarse en una etapa concreta.

Posteriormente autores como Robert Carkhuff y Gerard Egan sometieron a investigación la propuesta de Rogers y la desarrollaron. Veamos cuáles son las tres fases principales de la terapia psicológica.

1. Catarsis

La palabra “catarsis” proviene de la Grecia clásica, donde se usaba para hacer referencia a la capacidad de la tragedia para purificar a las personas al hacerlas sentir compasión y miedo intensos. Posteriormente Freud y Breuer llamaron “método catártico” a su técnica terapéutica, consistente en la expresión de emociones reprimidas.

En este modelo, la catarsis es la exploración de las propias emociones y de la situación vital por parte del cliente. Egan habla de esta fase como “identificación y clarificación de situaciones conflictivas y oportunidades no aprovechadas”; se trata de que la persona logre centrar la problemática para poder resolverla durante las etapas siguientes.

La terapia centrada en la persona de Rogers se centra en la fase de catarsis: promueve el desarrollo personal del cliente para que más adelante éste pueda comprender y resolver sus problemas por sí mismo.

2. Insight

“Insight” es un término anglosajón que se puede traducir como “intuición”, “introspección”, “percepción”, “comprensión” o “profundización”, entre otras alternativas. En la terapia este término denota un momento en que el cliente reinterpreta su situación en conjunto y percibe “la verdad” -o al menos pasa a identificarse con una narrativa determinada.

En esta fase es clave el papel de las metas personales del cliente; según Egan, en la segunda etapa se construye una nueva perspectiva y se genera un compromiso con los nuevos objetivos. El psicoanálisis y la terapia psicodinámica se focalizan en la etapa de insight.

3. Acción

La fase de acción consiste, como su nombre indica, en actuar para lograr los nuevos objetivos. En esta fase se preparan y se aplican estrategias para solucionar los problemas que bloquean el bienestar o el desarrollo personal.

La terapia de modificación de conducta, que utiliza técnicas cognitivas y conductuales para resolver problemas concretos de los clientes, es probablemente el mejor ejemplo de psicoterapia focalizada en la fase de acción.

Actitudes terapéuticas

Según Rogers el éxito de la terapia depende fundamentalmente de que se cumplan ciertas condiciones; considera que estas son necesarias y suficientes para el cambio terapéutico, y por tanto más importantes que cualquier técnica concreta.

Entre estos requisitos, que se refieren a actitudes del cliente y del terapeuta, Rogers destaca los tres que dependen del clínico: la autenticidad, la empatía y la aceptación incondicional del cliente.

1. Contacto psicológico

Debe existir una relación personal entre el terapeuta y el cliente para que la terapia pueda funcionar. Además esta relación debe resultar significativa para ambas partes.

2. Incongruencia del cliente

La terapia sólo tendrá éxito en caso de que exista una incongruencia entre el yo organísmico del cliente y su autoconcept****o. Como hemos explicado previamente, el concepto de “yo organísmico” se refiere a los procesos fisiológicos y el de “autoconcepto” al sentido de la identidad consciente.

3. Autenticidad del terapeuta

Que el terapeuta sea auténtico, o congruente, significa que se encuentra en contacto con sus sentimientos y que los comunica al cliente de forma abierta. Esto ayuda a crear una relación personal sincera y puede implicar que el terapeuta haga autorrevelaciones con respecto a su propia vida.

4. Aceptación positiva incondicional

El terapeuta debe aceptar al cliente tal y como es, sin juzgar sus actos o pensamientos, además de respetarlo e interesarse sinceramente por él. La aceptación positiva incondicional permite que el cliente perciba sus experiencias sin la distorsión propia de las relaciones cotidianas, y por tanto que pueda reinterpretarse a sí mismo sin juicios apriorísticos.

5. Comprensión empática

Para Rogers la empatía implica la capacidad de introducirse en la perspectiva del cliente y de percibir el mundo desde ésta, así como de experimentar sus sentimientos. La comprensión por parte del terapeuta facilita que el cliente se acepte a sí mismo y a sus experiencias.

6. Percepción del cliente

Aunque el terapeuta sienta verdadera empatía por el cliente y lo acepte de forma incondicional, si éste no lo percibe la relación terapéutica no se desarrollará adecuadamente; por tanto, el terapeuta debe ser capaz de transmitir al cliente las actitudes que le ayudarán a cambiar.

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