​El maltrato animal en menores: ¿cosas de niños?

Un reportaje sobre los casos de crueldad contra los animales.

Cuando un caso de crueldad animal aparece en los medios de comunicación, la mayoría de la gente se cuestiona el por qué alguien haría algo así, siendo mucho más impactante cuando el autor es un menor de edad. Así, es normal que aparezcan multitud de incógnitas sobre el tema. ¿Por qué algunos niños maltratan a animales? ¿Qué se les pasa por la cabeza? ¿Supone un juego para ellos? ¿Son “cosas” de niños?

En los últimos 40 años muchos investigadores de diferentes lugares del mundo han tratado de dar respuesta a estas preguntas, en parte debido a la mayor sensibilización pro-animalista en nuestra sociedad. A decir verdad, muchas de ellas siguen sin poder responderse de forma inequívoca, pues por el momento las investigaciones son insuficientes para comprender la dimensión del problema, hecho que podría atribuirse, entre otros aspectos, a que los ataques se producen específicamente hacia una especie distinta a la nuestra, lo que puede ser denominado especismo.

¿Qué entendemos por crueldad hacia los animales?

Pero... ¿qué es exactamente lo que puede ser calificado como “crueldad hacia los animales”? La definición más aceptada en la literatura científica es la de uno de los más reconocidos investigadores de esta área, Frank R. Ascione: “comportamiento socialmente inaceptable que causa de manera intencional un sufrimiento, dolor o distrés innecesario y/o la muerte del animal”.

No se incluyen, por tanto, y aunque causen sufrimiento innecesario a los animales, comportamientos más socialmente aceptados como la ganadería intensiva que termina en mataderos, la caza legal, la cría de animales para obtener su piel, la experimentación científica con animales, espectáculos con animales (corridas de toros, circo, zoos...). Sin embargo, la definición de crueldad hacia los animales también debería incluir, según varios autores, los actos de maltrato por negligencia cuando existe la intencionalidad de causar daño.

¿Por qué algunos niños maltratan a los animales?

Después de haber entrevistado a varios adolescentes agresores, los investigadores Ascione, Thompson y Black propusieron en el año 1997 distintas respuestas a esta pregunta en base a las motivaciones subyacentes que los más jóvenes pueden tener al agredir a animales domésticos o salvajes.

De acuerdo con estos autores, los niños/adolescentes que maltratan a animales lo hacen básicamente por estos motivos:

  • Para satisfacer su curiosidad/exploración (p. ej., el animal es dañado o matado en el proceso de ser examinado).
  • Presión del grupo de iguales (p. ej., como un proceso de iniciación ritualístico para introducirse en un determinado grupo de jóvenes).
  • Para subir el estado de ánimo (p. ej., para combatir el aburrimiento y/o la depresión).
  • Gratificación sexual (conocida en inglés como “bestiality”).
  • Abuso forzoso (p. ej., el menor es obligado a abusar del animal por otra persona más poderosa, muy frecuente en casos de Violencia Doméstica, donde el menor puede llegar a ser el agresor del animal para prevenir una muerte más dolorosa/lenta del mismo por parte de la persona poderosa).
  • Fobia animal (el menor mata o hiere al animal como un ataque preventivo).
  • Juego Postraumático (el menor recrea escenas de alta carga violenta a modo de descarga emocional).
  • Entrenamiento para la violencia interpersonal con humanos (p. ej., el menor practica sus técnicas con animales antes de atreverse a dañar a personas).
  • Vehículo para el abuso emocional (p. ej., dañar a la mascota de un familiar para asustarlo).

Otras explicaciones

Otros autores añaden algunas motivaciones a partir de entrevistas a internos de Kansas y Connecticut, los cuales habían agredido a animales en su adolescencia/juventud. Todos los ejemplos son reales:

  • Para controlar al animal (se pretenden eliminar comportamientos del animal que no agradan, por ejemplo, dar una patada a los testículos a un perro para que pare de ladrar).
  • Para vengarse del animal (p. ej., vengarse de un gato que ha arañado el sofá quemándolo vivo).
  • Para satisfacer un prejuicio contra alguna especie o raza en concreto (muy común el odio a los gatos).
  • Para expresar la propia agresividad humana a través del animal (por ejemplo, infligir daño al animal para preparar al perro para peleas con otros animales.
  • Por diversión y para conmocionar a los demás (p. ej., atar a dos gatos de la cola y quemarlos para ver como corren de forma desesperada).
  • Sadismo no especificado (deseos de herir, torturar y/o matar a un animal sin haber percibido ningún tipo de provocación y sin ningún sentimiento a priori hostil contra el animal; se mata por placer, por disfrutar del proceso de muerte). Estos niños serían los que peor pronóstico presentarían.

¿Son "cosas de niños"?

A nivel psicológico, el maltrato animal nos está indicando que existen disfuncionalidades cognitivas (formas erróneas de interpretar el poder y el control) y/o ambientales en el menor. Son varios los autores que a lo largo de la historia han alertado de este fenómeno como indicador de desajuste psicológico (por ejemplo, Pinel en el año 1809, o Margaret Mead en el 1964).

De hecho, la Asociación Americana de Psiquiatría incluyó en el año 1987 la crueldad animal como uno de los 15 síntomas del conocido Trastorno de Conducta Infantil. Además, los niños que cometen actos de crueldad hacia los animales tienen mayor probabilidad de tener problemas de conducta más severos que los que presentan otros síntomas.

Maltrato animal y otras formas de conflictividad

También es importante destacar que la crueldad hacia animales se relaciona con la violencia doméstica, con el abuso sexual infantil y con el bullying o acoso escolar, entre otros. 

Los niños expuestos a violencia doméstica y/o que son abusados (ya sea físicamente, sexualmente o psicológicamente) tienden a ser más violentos con los animales que niños que no han pasado por esas situaciones desfavorables. Estos niños pueden estar expresando el dolor que comporta su propio proceso de victimización a través del abuso de víctimas más vulnerables: los animales.

En otras palabras: la crueldad animal en la infancia puede ser un signo de alerta conforme el ambiente familiar/escolar está siendo violento o abusivo para el menor, por lo que es recomendable prestar especial atención al menor en cuanto una situación de maltrato animal tiene lugar.

Por tanto, no se deben considerar estos actos como un simple juego pasajero de niños ni restarles importancia; detrás de estos episodios de crueldad pueden descubrirse muchas situaciones traumáticas en las que el menor ha sido la víctima.

¿Cómo se puede prevenir el maltrato animal?

Diversas investigaciones han puesto de manifiesto que educar a los menores transmitiendo valores positivos hacia todos los seres vivos del planeta es un elemento muy importante de cara a la prevención de actos crueles contra animales y el tratamiento, facilitando el desarrollo de la empatía inclusive hacia los humanos.

Estos programas educativos ayudan a desarrollar el sentido de la responsabilidad, de preocupación por los demás, además de colaborar en el desarrollo de la autoestima, la socialización y cooperación.

Las implicaciones que esto tiene a escala global son claras: si se tuviera en cuenta la crueldad hacia los animales como una forma más significante de agredir y/o de muestra de comportamiento antisocial, se avanzaría en la comprensión y prevención de la violencia infantojuvenil y adulta.

Enlaces de interés:

"Tres menores se fugan del centro de Abegondo y matan 40 conejos" (La Voz de Galicia)
"Un grupo de menores atemoriza a los vecinos de Marinaleda tras matar a casi 30 animales" (El Correo de Andalucía)
"PACMA denuncia a los chicos que mataron a un gatito a patadas en Cuenca" (Huffington Post)

Referencias bibliográficas:

  • Arluke, A., Levin, J., Luke, C. & Ascione, F. (1999). The relationship of animal abuse to violence and other forms of antisocial behavior. Journal of Interpersonal Violence, 14(9), 963-975. doi: 10.1177/088626099014009004
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  • Ascione, F. R. (2001). Animal Abuse and Youth Violence, US Department of Justice, Office of Justice Programs, Washington: Office of Juvenile Justice and Delinquency Prevention.
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  • Duncan, A., Thomas, J. C., & Miller, C. (2005). Significance of family risk factors in development of childhood animal cruelty in adolescent boys with conduct problems. Journal of Family Violence, 20(4), 235-239. doi: 10.1007/s10896-005-5987-9
  • Hensley, C. & Tallichet, S. E. (2005). Animal cruelty motivations: assessing demographic and situational influences. Journal of Interpersonal Violence, 20(11), 1429-1443. doi: 10.1177/0886260505278714
  • Luk, E. S., Staiger, P. K., Wong, L., & Mathai, J. (1999). Children who are cruel to animals: A revisit. Australia and New Zealand Journal of Psychiatry, 33, 29-36. doi: 10.1046/j.1440-1614.1999.00528.x

Psicóloga Forense y Sanitaria

Psicóloga graduada en Psicología por la Universitat de Barcelona. Ha realizado el Postgrado en Peritaje Forense y Asesoramiento Psicológico en Derecho Civil, Familiar y Laboral y el Postgrado en Peritaje Psicológico Penal Forense en la UAB.

Cuenta con el Máster Universitario en Psicología General Sanitaria (MUPGS) de la UB y dos años de formación intensiva cognitivo-conductual como psicoterapeuta en la Unidad de Terapia de Conducta de la UB.

Además de haber trabajado con personas que padecían trastorno mental severo, está especializada en terapia en depresión, ansiedad, relaciones tóxicas, baja autoestima, control de la ira, traumas, víctimas de violencia de género, etc. También realiza peritajes psicológicos en materia civil, familiar, laboral y penal.

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