Hipersomnia en niños: qué es este trastorno de sueño de la infancia

Descansar bien es muy importante en la infancia, y la hipersomnia altera la calidad del sueño.

Hipersomnia en niños
Un trastorno del sueño que puede deteriorar mucho la calidad de vida de los pequeños.Pixabay.

La hipersomnia en niños es una alteración del sueño que puede presentarse en etapas tempranas del desarrollo. Tal como su nombre lo indica, consiste en un exceso de sueño que puede afectar de manera importante las actividades diarias de la persona. Es la alteración de sueño contraria al insomnio.

Aunque puede tratarse de algo pasajero, la hipersomnia suele causar muchas molestias y también puede ser indicador o precursor para el desarrollo de trastornos del sueño a largo plazo, con lo cual, es importante atender esta alteración de manera oportuna.

En este artículo veremos qué es la hipersomnia en niños, cuáles son sus características y causas, y finalmente algunos de los tratamientos más recomendados.

Artículo relacionado: "Hipersomnia: tipos, síntomas, causas y tratamientos"

¿Qué es la hipersomnia en niños?

La hipersomnia (o hipersomnia primaria) es un Trastorno No Orgánico del Sueño, también conocido como hipersomnia no orgánica, según la CIE (Clasificación Internacional de las Enfermedades, de la OMS).

Este trastorno del sueño pueden desarrollarlo tanto adultos como niños. En términos generales, la hipersomnia infantil se caracteriza por la presencia de somnolencia diurna excesiva, es decir, por la incapacidad de los niños de mantenerse despiertos.

Algunos indicadores pueden ser, por ejemplo, si el niño se duerme en el colegio, parece estar adormilado, o le cuesta mucho poner atención a las actividades cotidianas que le exigen un ritmo adecuado para su edad.

Relacionado con lo anterior, algunas dificultades que se asocian a la hipersomnia en niños son el bajo rendimiento escolar, la presencia de alteraciones del humor, y alteraciones del sistema inmune, el sistema endocrino o el sistema metabólico.

Cuando la hipersomnia se presenta hacia la adolescencia, puede conducir incluso al consumo de estimulantes (como cafeína) o depresores (como alcohol), porque se utilizan como herramientas para mantener el estado de vigilia o para estimular el sueño.

Síntomas y criterios diagnósticos de la OMS

Se estima que, en promedio, un recién nacido duerme 16 horas. El lactante duerme de 12 a 14 horas; un niño que tiene de 3 a 5 años duerme 11 horas; y entre los 9 y 10 años de edad, el niño duerme alrededor de 10 horas.

A partir de la adolescencia y hacia la adultez, se estima que la persona duerme de 7 a 8 horas diarias. Por esta disminución progresiva de las horas de reposo, la infancia tardía es considerada como la etapa donde nuestro sueño tiene la mejor calidad.

No obstante, puede pasar que las horas de sueño que tiene el niño, parezcan no ser suficientes para que alcance el descanso adecuado y mantenga las actividades correspondientes en vigilia.

Si además esto se presenta por un tiempo prolongado, podemos sospechar que se trata de hipersomnia. Para su diagnóstico, la OMS considera los siguientes criterios:

  • Excesiva somnolencia o ataques de sueño diurnos, que aparecen luego de un sueño nocturno adecuado.
  • Periodo de transición del sueño a la vigilia muy prolongado, es decir, dificultad pronunciada y duradera para despertar.
  • Se presenta diariamente durante un mes o más, y causa molestias intensas o interfiere de maner importante en las actividades diarias del niño.
  • No hay otros síntomas que en conjunto puedan diagnosticarse como narcolepsia o apnea de sueño.
  • No hay alguna alteración neurológica o médica que explique la somnolencia.

Al no existir factores orgánicos o enfermedades médicas que expliquen la somnolencia, la presencia de hipersomnia puede ser indicador de que hay una alteración psicológica más global. Por ejemplo, la hipersomnia a menudo se relaciona con el desarrollo de trastornos afectivos o depresivos.

Posibles causas

Las causas de los trastornos del sueño varían de acuerdo con la edad de la persona. Algunas pueden ser fisiológicas, otras causas pueden ser psicológicas y otras pueden estar relacionadas con los hábitos del propio niño y su familia.

1. Cambios en la actividad cerebral

El cerebro funciona bajo tres periodos fundamentales: vigilia, sueño REM (movimientos rápidos de ojo, por sus siglas en inglés) y sueño no-REM. Durante cada periodo, el cerebro se mantiene activo y responde a los estímulos externos de distintas maneras.

Los periodos que regulan la actividad durante el sueño son el sueño REM y el sueño no-REM, que se alternan en diferentes fases cada 80-100 minutos. El sueño REM, que está regulado por la activación del sistema noradrenérgico, y sus fases aumentan de duración conforme se acerca el amanecer.

Una de las causas de la hipersomnia y de otros trastornos del sueño puede ser los cambios naturales en la fisiología del cerebro. Por ejemplo, conforme el desarrollo y la edad cronológica aumentan, la profundidad y la continuidad del sueño se modifican considerablemente; los estados de vigilia son mayores, y algunas de las fases del sueño REM y el sueño No REM disminuyen.

2. Factores psicológicos y sociales

Muchas veces los trastornos del sueño en los niños están relacionados con eventos estresantes que no se han manejado adecuadamente, pero también tiene que ver con cuestiones más específicas como la forma en que los cuidadores dirigen las actividades que ocurren antes y después del sueño.

Por ejemplo, los trastornos de sueño en niños menores de 2 años pueden estar relacionados con los estilos de crianza y con las respuestas de los padres hacia los comportamientos de niño relacionados con el sueño. Un ejemplo aún más específico es la forma en la que se involucran los padres en el sueño y la vigilia del niño (a la hora de acostarlos).

En la edad escolar, que suele ser a partir de los 3 años, los trastornos del sueño suelen relacionarse con la forma de establecer límites a la hora de acostarse. También se relacionan con los hábitos previos y que estimulan a los niños de maneras distintas, por ejemplo, mirar la TV, la tablet, o leer cuentos pueden tener consecuencias diferentes en el reposo.

Así mismo, la hipersomnia y otros trastornos del sueño pueden relacionarse con el agotamiento emocional y las condiciones médicas crónicas que causan despertares nocturnos.

¿Cómo evaluar y cuál es el tratamiento?

Para evaluación hipersomnia en la infancia es necesario conocer el historial de sueño del niño, es decir, tener acceso a una descripción detallada de la frecuencia, los ciclos y las circunstancias o hábitos asociados al reposo, y a los periodos de actividad e inactividad.

Así mismo es necesario conocer las posibles enfermedades médicas, traumatismos o infecciones; y las actividades que lleva a cabo durante el día (por ejemplo, sus horarios en la alimentación).

Esto es importante porque permite detectar si el sueño se ha modificado desde edades tempranas o si tiene relación con un evento específico. La técnica más eficaz para conocer esto es por medio de una entrevista a los cuidadores y educadores, e incluso hacia el mismo niño dependiendo de la edad.

Para el tratamiento es importante considerar que el sueño se regula por sincronizadores internos (como la melatonina, la temperatura corporal o el cortisol), y por sincronizadores externos (como la luz y la oscuridad, los sonidos, los hábitos o los eventos estresantes).

Estos últimos son los que determinan en gran medida el funcionamiento de los primeros, y son además los más fáciles de modificar. Por eso, una de las formas de tratar la hipersomnia en niños es modificar los sincronizadores externos, lo que repercutirá finalmente en los sincronizadores internos.

Referencias bibliográficas

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  • Amaro, F. (2007). Trastornos del sueño en la infancia y la adolescencia. Recuperado 09 de mayo de 2018. Disponible en http://www.paidopsiquiatria.cat/files/trastornos_del_sueno.pdf.
  • Montañés, F. y Taracena, L. (2003). Tratamiento del insomnio y de la hipersomnia. Medicine, 8(102): 5488-5496.

Psicóloga | Redactora especializada en Psicología Social

Licenciada en Psicología por la Universidad de las Américas Puebla (México). Máster en Investigación e Intervención Psicosocial por la Universitat Autònoma de Barcelona, con experiencia profesional en inclusión social y educativa así como docencia en psicopedagogía. Cuenta con estudios en política pública y derechos humanos y actualmente es doctoranda en Psicología Social en la Universitat Autònoma de Barcelona, donde trabaja temas relacionados con metodologías cualitativas, salud pública, salud mental, diversidad funcional y perspectiva de género.

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