¿Cómo se relaciona el estrés con los trastornos alimenticios?

Un vínculo estrecho documentado científicamente.

Estrés y trastornos alimenticios

En los últimos años, el estrés y sus efectos tanto sobre nuestro cuerpo como sobre nuestra mente, se han convertido en uno de los principales motivos de consulta en los despachos de médicos y psicólogos. Si a este estrés, sumamos algún tipo de trastorno alimenticio el impacto sobre la salud de la persona es todavía mayor.

El estrés suele conllevar conductas impulsivas, por lo que para las personas que padecen un desorden alimentario los factores estresantes presentes en el ambiente y en la sociedad pueden conllevar un empeoramiento de los síntoma, ya que se refleja es restricciones de comida más graves o en el aumento de los atracones y las conductas purgativas.

¿Qué efectos tiene el estrés en los trastornos alimenticios?

Para comprender mejor cómo el estrés afecta al desarrollo de los trastornos alimentarios, deberemos conocer cómo el estrés afecta, en general, a nuestro cuerpo. En situaciones de estrés, nuestro organismo libera altos niveles de cortisol al torrente sanguíneo.

Esta hormona, conocida como hormona del estrés, desencadena una serie de reacciones como un aumento en la tasa respiratoria y la elevación del ritmo cardíaco, entre muchos otros. Cuando estos niveles de cortisol permanecen de manera crónica, pueden aparecer una gran cantidad de alteraciones en el organismo como problemas de sueño y desórdenes de los sistemas digestivos, cardiovasculares e inmunológicos.

Causas de los trastornos alimenticios

En el caso de personas con algún tipo de trastorno alimentario, los altos niveles de estrés suelen estar causados tanto por factores sociales como ambientales, entre los que se incluye la presión que ejerce la sociedad en cuanto a los ideales o cánones de un cuerpo perfecto.

Además, los factores emocionales como son los sentimientos de culpa y vergüenza que la persona siente acerca de su propio cuerpo o imagen favorecen y potencian el desarrollo de estos estados de estrés y tensión contínua.

Sin embargo, no todo es negativo cuando hablamos de estrés. El estrés no siempre tiene que estar relacionado con sensaciones negativas de ansiedad y angustia. Si la personas es capaz de aprender e interiorizar mecanismos de afrontamiento del estrés eficaces, como son las respuestas de relajación, es posible canalizar esta energía para convertirla en combustible para nuestra motivación para la acción y el cambio.

Con las herramientas y técnicas adecuadas, los niveles saludables de estrés pueden ser aprovechados como fuerza motivadora. En los casos concretos de las personas que padecen un trastorno alimenticio, con la ayuda adecuada, el estrés puede ser la fuerza motriz que otorgue a estas personas el poder y la motivación suficiente para encontrar una alternativa a sus impulsos con la comida.

Este empuje o energía motivadora puede servir para encontrar una forma de reconciliarse con la comida y con su propio cuerpo, encontrando también actividades que resulten placenteras y que los ayude a sentirse en paz en ellos mismos.

Técnicas para manejar y disminuir el estrés

No obstante, la capacidad para convertir el estrés en motivación y energía positiva no aparece por arte de magia. Existen una gran cantidad de técnicas que, llevadas a cabo de manera constante y tenaz pueden ayudar a la persona con un trastorno alimentario a aliviar y disminuir los efectos que el estrés tiene sobre su organismo y sobre su mente.

A continuación presentamos una serie de recomendaciones sumamente útiles para manejar el estrés y sus consecuencias.

1. Técnicas de relajación muscular

Mediante las técnicas de relajación muscular la persona toma conciencia del estado de sus músculos y en consecuencia es capaz de relajarlos. Cuando nuestra musculatura está relajada se envían señales a nuestro cerebro para disminuir el estado de tensión en el que se encuentra, lo que facilita la disminución de los niveles de estrés.

Al comenzar, la persona debe de tensar de manera voluntaria los diferentes grupos musculares del cuerpo para, a continuación liberar la tensión de estos. Este ejercicio implica desde extremidades hasta incluso los músculos faciales.

2. Masaje muscular

Siguiendo con las técnicas de relajación físicas, la terapia de masaje muscular en las áreas musculares de tensión provoca una respuesta de relajación que ayuda a reducir el estrés y alivia el dolor provocado por la tensión física acumulada a lo largo del día.

Realizar un masaje en zonas como el cuello, la espalda y los hombros nos otorga un momento de relajación y libera el estrés que no resulta beneficioso. Aunque estos masajes pueden ser realizados por uno mismo, es recomendable acudir a un especialista para minimizar posibles daños y disfrutar todavía más de este momento relajante.

3. Actividades como el yoga o el tai chi

Practicar actividades físicas relajantes como yoga o tai chi ayudará a, además de estar en forma, a desarrollar una gran cantidad de técnicas de conciencia corporal las cuales potencian la autoaceptación.

A través del yoga es posible centrar la mente y el cuerpo, realizando todo tipo de movimientos que aportan fuerza y equilibrio. Numerosos estudios han revelado que este tipo de actividades favorecen la autoaceptación y el desarrollo de un autoconcepto positivo. Lo que resulta particularmente útil en los trastornos alimenticios.

Además, otras actividades como la lectura o escuchar música nos ayudan a distraernos y a tranquilizarnos, proporcionando una salida productiva a la energía que nos queda al final del día.

4. Ejercicios de meditación

Existen innumerables técnicas de meditación que pueden resultar de gran utilidad para desarrollar la atención plena sobre los patrones de alimentación y pensamientos en torno al cuerpo y la comida.

Ejercicios de atención plena, meditación de la respiración y meditación de exploración corporal son algunas de las técnicas más útiles. Las cuales generan estados de relajación y fomentan la autoaceptación.

5. Relacionarse con otros

Cuando nos encontramos estresados, resulta particularmente útil buscar el contacto con otras personas. Relacionarse con amigos, familiares y personas que apreciamos hace que nos sintamos mucho mejor. Contar las preocupaciones o problemas a personas de confianza humaniza nuestras experiencias y nos ayuda a liberar tensiones

6. Conectar con la naturaleza

Realizar actividades y paseos al aire libre, respirar aire fresco y dejar que el sol aumente nuestros niveles de vitamina D, nos ayudará a reconstruir nuestros pensamientos y a liberar la tensión y el estrés.

Mediante la práctica constante de estas técnicas y actividades relajantes, la persona con trastorno alimentario encontrará una salida a su sensación de estrés y ansiedad. Esto favorecerá el desarrollo de la fuerza de voluntad y, junto con la ayuda de un profesional de la salud o en psicología, ayudará en el proceso de reconciliación con su propio cuerpo.

Referencias bibliográficas:

  • Calvo Sagardoy, Rosa (2002) Anorexia y bulimia: guía para padres, educadores y terapeutas. Barcelona: Planeta prácticos.
  • Esteban, M.L (2004) Antropología del cuerpo. Género, itinerarios corporales, identidad y cambio, Barcelona, Edicions Bellaterra.
  • Fundación Imagen y Autoestima. “Guía básica sobre prevención y detección de trastornos del comportamiento alimentario para educadores/as”.
  • Toro y Vilardell, E. (1987) Anorexia nerviosa. Martínez Roca, Barcelona.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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