Brontofobia: síntomas, causas y tratamiento

Esta fobia es frecuente en niños y niñas de corta edad, y puede llegar a ser muy intensa.

Brontofobia
Este trastorno de ansiedad se manifiesta especialmente cuando hay tormentas cerca.Pxhere.

Si nos propusiéramos realizar un listado completo y exhaustivo de todos lo temores y miedos fóbicos padecen los seres humanos sería una tarea casi imposible, puesto que cualquier objeto o situación es susceptible de convertirse en un estímulo fóbico.

No obstante algunos de estos miedos son fáciles de reconocer, ya es bastante probable que lo hayamos vivido en algún momento de nuestra vida, incluyendo la niñez. La brontofobia es uno de estos miedos que son tan comunes en los más pequeños, pero que si no son abordados correctamente pueden acabar por arraigarse en la edad adulta.

¿Qué es la brontofobia?

La brontofobia se encuentra dentro del inmenso listado de trastornos de ansiedad específicos y está relacionada con el temor fóbico a las tormentas, incluyendo truenos y relámpagos.

Las personas que padecen brontofobia tienden a experimentar un temor exagerado, irracional e incontrolable hacia los truenos y relámpagos, desarrollando una respuesta de ansiedad intensa cada vez que se ven expuestos a estos agentes de la naturaleza. Aquello que produce terror suele ser la posibilidad de recibir un rayo, pero existen personas que temen otros aspectos de la tormenta, como por ejemplo el peligro de que caiga demasiada agua y se derrumben estructuras cercanas o en las que se está en ese momento.

Como consecuencia esta respuesta de ansiedad tiende a originar todo un repertorio de conductas, actos y comportamiento que se llevan a cabo con la intención de evitar la situación temida o de escapar de ella lo antes posible.

Esta fobia suele presentar una incidencia mucho más alta en niños y niñas de edades más tempranas. Durante la niñez, experimentar un cierto grado de miedo a las tormentas es algo natural, no obstante si este miedo se intensifica y fortalece a lo largo del tiempo puede acabar por convertirse en una fobia real e intensa en edades adultas.

La brontofobia puede llegar a interferir de manera importante en la vida de la persona, sobre todo en aquellas situaciones o localizaciones en las que las condiciones climatológicas propicien el origen de truenos y relámpagos. No obstante, la investigación en psicología ha desarrollado una serie de tratamientos altamente eficaces, gracias a los cuales la persona puede llegar a sobreponerse a la brontofobia y restituir la normalidad en su vida.

Características de este trastorno de ansiedad

Dado que la brontofobia forma parte de la categoría de trastornos de ansiedad específicos, esta comparte síntomas, causas y tratamientos con ellos. La consecuencia más directa de la brontofobia es que aquella persona que la sufre, evita o rehuye constantemente todas aquellas situaciones o lugares en las que la generación de una tormenta, de relámpago o de truenos sea posible.

Al igual que el resto de fobias específicas, la brontofobia se caracteriza por ser un temor fóbico con un estímulo aversivo concreto, en este caso las tormentas, y que presenta las siguientes características:

  • La persona experimenta un miedo excesivo y desproporcionado teniendo en cuenta la amenaza real que supone el estímulo fóbico.
  • El miedo no posee ninguna lógica. Es decir, es irracional o basado en ideas erróneas.
  • Quien sufre el miedo fóbico es incapaz de controlarlo, así como las respuestas que este ocasiona.
  • La aparición del estímulo fóbico o la previsión de que este pueda aparecer desencadena automáticamente una serie de conductas evitativas y de escape.
  • Si la persona no se somete a tratamiento el temor puede volverse permanente y constante a lo largo del tiempo.

¿Cuáles son los síntomas?

El síntoma más distintivos de la brontofobia, y del resto de fobias específicas, es la manifestación de altos niveles de ansiedad en la persona que lo sufre. No obstante, esta sintomatología no tiene porqué surgir de la misma manera y con la misma intensidad en todas las personas.

Aún así, para que el temor pueda ser catalogado como fóbico, la persona deberá presentar algunos de los síntomas propios de las tres categorías asociadas a las fobias: síntomas físicos, síntomas cognitivos y síntomas conductuales.

1. Síntomas físicos

Al igual que el resto de respuestas relacionadas con la ansiedad, la experimentación de un miedo exacerbado suele acarrear una serie de cambios y alteraciones en el organismo. Estos cambios son originados por la hiperactividad que el sistema nervioso autónomo experimenta ante la aparición del estímulo aversivo.

Esta sintomatología incluye:

  • Aumento de la frecuencia cardiaca.
  • Aceleración de la respiración.
  • Sensación de ahogo y falta de aire.
  • Tensión muscular.
  • Aumento de los niveles de sudoración.
  • Cefaleas.
  • Alteraciones y problemas gástricos.
  • Vértigos.
  • Náuseas o vómitos.
  • Desmayos y pérdidas de consciencia.

2. Síntomas cognitivos

Además de los síntomas físicos, la brontofobia se acompaña de una serie de ideas irracionales y creencias distorsionadas acerca del estímulo fóbico, en este caso las tormentas, los rayos y los truenos. Esta sintomatología cognitiva puede manifestarse de las siguientes maneras:

  • Ideas intrusivas e incontrolables acerca del peligro que suponen las tormentas.
  • Especulaciones obsesivas relacionadas con el estímulo fóbico.
  • Imaginación catastrófica relacionada con este fenómeno meteorológico.
  • Miedo a perder el control y no saber gestionar la situación adecuadamente.
  • Sensación de irrealidad.

3. Síntomas conductuales

Finalmente, todas las fobias específicas comparten una serie de síntomas o patrones conductuales que aparecen en respuesta al afrontamiento del estímulo fóbico. Estos síntomas conductuales aparecen con el objetivo de evitar la situación temida, o de huir cuando el estímulo aversivo ya ha aparecido. Dichas conductas son conocidas como conductas de evitación o de escape.

Las conductas que tienen como meta evitar el encuentro con una tormenta, o conductas de evitación, hacen referencia a todos aquellos comportamientos o actos que la persona realice para esquivar la posibilidad de encontrarse con ellas. De esta manera se esquiva momentáneamente la experimentación de sentimientos de angustia y ansiedad que generan estas condiciones ambientales en la persona.

Por otra parte, las conductas de escape aparecen cuando la persona con brontofobia se encuentra ya sumergida en la situación temida. Durante este período de tiempo, la persona realizará todo tipo de actos o comportamientos que le permitan escapar de la situación de la manera más rápida posible.

¿Qué causa esta fobia?

Por el momento, no se han desarrollado técnicas o métodos de evaluación que permitan conocer de manera completamente fiable el origen de una fobia. En muchas ocasiones la persona no es consciente del porqué de este temor, y no es capaz de asociarlo a ninguna vivencia.

De todas formas, debido a la componentes comunes que existen entre las fobias, es estima que las causas de estas pueden ser comunes. Por lo tanto, una posible predisposición genética a los efectos nocivos del estrés, acompañado de la vivencia de una situación altamente traumática o con mucho contenido emocional y relacionada con las tormentas, pueden asentar las bases para el desarrollo de esta y cualquier fobia.

No obstante, existen otros factores a tener en cuenta tales como la personalidad, los estilos cognitivos o el aprendizaje por imitación, que pueden favorecer la aparición y desarrollo del miedo irracional a cualquier tipo de objeto o situación.

¿Existen tratamientos?

Tal y como se comentaba anteriormente, la brontofobia puede ser altamente incapacitante, sobre todo en aquellos climas que favorecen la aparición de tormentas, por lo que la persona puede ver condicionado su día a día por la aparición de estos fenómenos, así como el desgaste que supone soportar constantemente los altos niveles de estrés que provoca.

Por suerte, existe la posibilidad de realizar un abordaje del trastorno desde la psicoterapia. A lo largo de las investigaciones se ha comprobado de la terapia cognitivo-conductual obtiene fantásticos resultados en el tratamiento de las fobias.

Estos casos se llevan a cabo una serie de técnicas que tienen como fin la disminución y eliminación de los tres grupos de síntomas. Mediante la reestructuración cognitiva se pretende modificar aquellas creencias irracionales que la persona tienen con respecto a las tormentas.

En cuanto a los estímulos físicos y conductuales, prácticas como la desensibilización sistemática o la exposición en vivo, acompañadas de un entrenamiento en técnicas de relajación han resultado ser de gran ayuda.

Este tipo de técnicas aplicadas a pacientes a lo largo de sesiones realizadas con periodicidad semanal ayudan a que la persona con fobia a las tormentas venza su miedo al ir, poco a poco, asociando esos estímulos temidos con la experiencia de que no pasa nada malo. Se empieza por las situaciones más fáciles de afrontar y se termina por aquellas que constituyen un reto mayor, siguiendo una curva de dificultad suave pero en constante ascenso.

Por lo tanto, la combinación de todas esta técnicas ayudará a que la persona sea capaz de superar su temor fóbico y rehacer su vida de manera normal.

Referencias bibliográficas:

  • American Psychiatric Association (2013), Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders (5th ed.), Arlington: American Psychiatric Publishing.
  • Craske, M.; Martin M.A.; Barlow, D.H. (2006). Mastering your fears and phobias. US: Oxford University Press.
  • Whalen, P.J.; Phelps, E.A. (2009). The Human Amygdala. New York: The Guilford Press.
  • Hamm, A.O. (2009). Specific phobias. The Psychiatric Clinics of North America. 32(3): pp. 577 - 591.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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