Automisofobia (miedo a ensuciarse): síntomas y tratamiento

Este trastorno de ansiedad está basado en el miedo a la suciedad.

Automisofobia
Una fobia específica vinculada a la suciedad y las manchas.

Suciedad, mugre, roña, impurezas, etc. Existen infinidad de palabras para describir la falta de higiene y limpieza y todas ellas tienen algo en común: generan toda una serie de sentimientos de aversión y asco en las personas.

A pesar de que estos sentimientos son normales y están justificados, cuando se convierten en un miedo o temor desproporcionado es muy posible que nos encontremos ante un caso de automisofobia, un tipo de fobia específica que describiremos a lo largo de este artículo.

¿Qué es la automisofobia?

La automisofobia se clasifica dentro de los trastornos de ansiedad específicos o fobias específicas. Estas alteraciones psicológicas se caracterizan por provocar en la persona un temor exacerbado e irracional hacia un estímulo u objeto específico y en caso de la automisofobia se trata del miedo a estar sucio, mancharse o ensuciarse.

Si tenemos en cuenta las raíces etimológicas del término podemos separar la locución en tres vocablos diferentes de origen griego. El primero de ellos “autós” se puede traducir casi literalmente como mismo o propio, “mysos” hace referencia a la suciedad y finalmente encontramos “phobos” que significa miedo o temor. En base a esto podemos definir la automisofobia como la experimentación un temor exagerado ante la propia suciedad o ante la posibilidad de que uno mismo se encuentre sucio o se pueda manchar.

Como ocurre con el resto de trastornos fóbicos, cuando las personas con automisofobia se encuentran o piensan que van a encontrar frente al estímulo temido, en este caso ir sucio, experimentarán una serie de emociones y manifestaciones físicas pertenecientes a estados de ansiedad muy elevados.

Aunque resulta lógico pensar que el hecho de ir sucio o manchado puede generar sentimientos de repulsión y asco, en el caso de la automisofobia el asco se convierte en terror. Este sentimiento de temor puede llevar a la persona a realizar todo tipo de conductas como lavarse de manera compulsiva.

Si la fobia se presenta en un grado muy alto, cabe la posibilidad de que estos comportamientos en torno a limpieza se conviertan en compulsiones, llegando a generar reacciones y alteraciones cutáneas debido al exceso de conductas de lavado.

¿Cuándo considerarlo una fobia?

Con el objetivo de diferencias entre un sentimiento aversivo o de asco habitual y un temor patológico o fobia específica, deberemos determinar las características específicas de este tipo de miedo, así como las consecuencias o efectos directos que este tiene en el desarrollo de la vida diaria de la persona.

Hay que tener en cuenta toda una serie de requisitos y cualidades características de los trastornos de miedo, los cuales definen a una fobia y hacen posible su diagnóstico. Estos requisitos son los siguientes:

1. Resulta un miedo desproporcionado

La principal diferencia entre una reacción o sensación aversiva normal y un miedo fóbico, es que en la automisofobia la persona experimenta un temor completamente exagerado y desproporcionado en comparación con la amenaza real que el estímulo fóbico, es en este caso la propia suciedad, representa.

2. Es irracional

En una fobia el miedo experimentado no posee una base lógica, sino que se alimenta de ideas y creencias irracionales. Las propias personas con automisofobias son incapaces de encontrar una explicación razonable al temor que están experimentando.

3. La persona no puede controlarlo

Además, el miedo que padece una persona con automisofobia es completamente incontrolable. Esto quiere decir que, aunque la persona acepte que el estímulo fóbico puede resultar inofensivo, esta es incapaz de evitar la aparición de los síntomas de ansiedad y temor.

4. Perdura a lo largo del tiempo

Finalmente, para que un miedo pueda ser considerado como fóbico o patológico, las reacciones y respuestas de temor deben de haberse presentado en más de una ocasión y de manera constante y consistente a lo largo de las situaciones que impliquen la aparición del estímulo temido.

¿Cuáles son los síntomas?

En vistas que la automisofobia se clasifica dentro de la categoría de fobias específicas, el cuadro clínico que presenta es similar al del resto de trastornos de ansiedad de este tipo. Estos síntomas de naturaleza ansiosa aparecen cada vez que la persona sienta o perciba que está sucia o que puede llegar a estarlo.

Esto generará una respuesta de ansiedad elevada en la que aparecen síntomas de tipo físico, síntomas cognitivos y síntomas conductuales.

1. Síntomas físicos

Ante la aparición del estímulo fóbico, o solamente al pensar en él, se produce una hiperactividad del sistema nervioso que da pie a todo tipo de cambios y alteraciones orgánicas. Entre los principales síntomas físicos de la automisofobia se incluyen:

  • Aumento de la tasa cardíaca.
  • Incremento de la tasa respiratoria.
  • Sensación de ahogo o falta de aire.
  • Aumento de la tensión muscular.
  • Dolor de cabeza.
  • Alteraciones gástricas como dolores estomacales o diarrea.
  • Aumento de la sudoración.
  • Vértigos y mareos.
  • Náuseas y/o vómitos..

2. Síntomas cognitivos

Además de los síntomas físicos u orgánicos, las personas con automisofobia se caracterizan por poseer una serie de ideas, creencias y especulaciones distorsionadas en relación al temor a la propia suciedad.

Estos síntomas cognitivos favorecen el desarrollo de la automisofobia y pueden incluir también imágenes mentales de contenido catastrófico acerca de los posibles peligros o efectos de la suciedad en la persona.

3. Síntomas conductuales

El tercer y último grupo de síntomas de la automisofobia es aquel que incluye los síntomas conductuales. Estos síntomas hacen referencia a toda una gama de conductas y comportamientos que la persona lleva a cabo para evitar o escapar del estímulo fóbico.

Aquellos comportamientos que la persona ejecuta con la intención de evitar encontrarse con el estímulo fóbico son conocidas como las conductas de evitación. Estas pueden incluir las rutinas de lavado o limpieza obsesivas, las cuales se realizan para evitar la experimentación de sensaciones de angustia, ansiedad y temor.

En cuanto a las conductas que permiten a la persona escapar de la situación temida se les llaman conductas de escape. Estas aparecen cuando el sujeto no ha podido evitar encontrarse con el estímulo fóbico, por lo que ejecutarla todo tipo de conductas y comportamientos necesarios para escapar de la situación en la que se ha visto envuelto.

¿Qué causas tiene?

Tanto en la automisofobia como en el resto de fobias específicas se hipotetiza que se trata de una reacción inconsciente o involuntaria de la persona causada por la experimentación o vivencia de una situación altamente traumática, o con un alto grado de contenido emocional, en la que el estímulo fóbico jugaba un papel importante y que, además, aparece como una respuesta de protección ante este.

Sin embargo, intentar determinar el origen concreto de una fobia resulta una tarea complicada, puesto que en la mayoría de ocasiones ni tan solo la propia persona es capaz de identificar en qué momento aparece o qué situación la ha provocado.

¿Existe un tratamiento?

En todos aquellos casos en los que la automisofobia suponga un temor altamente incapacitante o cause grandes interferencias en la vida diaria de la persona, así como en su salud, la terapia psicológica se alza como una de las mejores alternativas de tratamiento para este trastorno.

La intervención o tratamiento psicológico implica una serie de técnicas o herramientas que permiten la remisión de lo síntomas, e incluso su completa desaparición. Mediante técnicas de reestructuración cognitiva se consiguen modificar todos aquellos pensamientos distorsionados que la persona posea con respecto a la propia suciedad corporal.

Habitualmente esto se acompaña de técnicas de exposición en vivo o desensibilización sistemática, mediante las cuales la persona se expone de manera gradual al estímulo temido. Bien directamente o bien a través de ejercicios con imágenes mentales.

Finalmente, esto se acompaña de un entrenamiento en habilidades de relajación, que permita disminuir los niveles de excitación del sistema nervioso y ayude a la persona a afrontar sus miedos de la mejor manera posible.

Psicóloga Sanitaria y Sexóloga

Licenciada en Psicología por la Universitat de València. Especializada en Sexología Clínica y Terapia de Pareja por el Instituto Superior de Estudios Psicológicos (ISEP) donde, entre otras cosas, descubrió su pasión por la psicología de la infertilidad. Para completar su formación clínica, realizó el Máster de Psicología General Sanitaria en la Universitat de Valencia.

Ha desempeñado labores de psicóloga en diversos centros, entre ellos la Unidad de Salud Mental del Hospital Clínico Universitario de Valencia y el Instituto Valenciano de Infertilidad (IVI) en Barcelona.

Actualmente, Isabel compatibiliza su trabajo con un blog divulgativo llamado “Sexplícitamente Hablando”. En el que reflexiona sobre aspectos psicológicos de las relaciones personales y sobre la sexualidad.

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