Acrofobia (miedo a las alturas): ¿qué es y cómo superarla?

El miedo extremo a las alturas puede volverse patológico si no es tratado a través de psicoterapia.

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Existe una gran variedad de fobias; prácticamente cualquier situación que nos podamos imaginar, puede convertirse en el foco de un miedo patológico. La acrofobia, o el miedo a las alturas que resulta extremo, es uno de esos tipos de fobias que, en diferentes grados de intensidad, asalta a algunas personas cuando están cerca de un precipicio o una pendiente pronunciada o incluso cuando se la imaginan.

En este artículo veremos en qué consiste la acrofobia, qué síntomas produce y qué medidas de intervención psicológica pueden ser útiles para afrontarla.

¿Qué es la acrofobia?

La acrofobia es un miedo extremo a las alturas que resulta en cierto grado incapacitante para quien la experimenta y que, por consiguiente, daña la calidad de vida. Por consiguiente, es un miedo irracional, ya que no es una respuesta adaptativa ante un peligro que realmente suponga una amenaza

Afortunadamente, en la vida urbana no acostumbra a haber tantas localizaciones en las que la persona esté expuesta a lugares en los que se pueda sufrir vértigo en comparación a los entornos montañosos naturales, pero esta fobia también puede aparecer en ascensores con paredes transparentes, azoteas, escaleras empinadas o de mano, puentes y balcones situados a gran altura o suelos de cristal.

Además, en muchas ocasiones no es necesario estar cerca de un lugar elevado para que se desaten los síntomas de la acrofobia; a veces, con imaginarse situaciones en las que hay un precipicio cerca ya aparece la sensación de un intenso malestar. Es por eso que el miedo a las alturas de este tipo puede llegar a afectar a muchas personas, vivan donde vivan. De hecho, se considera que la acrofobia afecta a entre un 2 y un 5% de la población, y es mucho más frecuente en mujeres que en hombres.

Diferencias entre acrofobia y vértigo

El vértigo y la acrofobia no son lo mismo, aunque muchas veces se hable del primero como sinónimo de lo que experimentamos a través del miedo a las alturas.

La diferencia está en que el vértigo es, específicamente, una ilusión que nos hace notar como si las cosas que hay a nuestro alrededor, incluido el suelo, girasen o se agitasen, lo cual hace que se pierda el equilibrio. Cuando esto se da en una situación en la que se está cerca de un precipicio o un vacío descendiente similar, este fenómeno se conoce como vértigo de la altura.

Así pues, la acrofobia guarda una relación con el vértigo de la altura, pero técnicamente no es lo mismo y, en todo caso, el segundo puede ser uno de los síntomas del miedo a las alturas.

Los síntomas del miedo extremo a las alturas

Tal y como ocurre en todos los tipos de fobias, la acrofobia se expresa a través de una serie de síntomas que se expresan en situaciones específicas. Además, muchos de estos síntomas son compartidos con el resto de miedos patológicos, siendo la fuente del miedo (o desencadenante) lo que más varía.

Así, los principales síntomas de la acrofobia son los siguientes:

1. Agitación y tensión muscular

El miedo a las alturas que resulta incapacitante se expresa entre otras cosas a través de un estado de tensión muscular que hace que todo el cuerpo se agite con temblores. Esto se produce porque el sistema nervioso simpático está muy activado, haciendo que las fibras musculares reciban más señales de activación para que estén preparadas para reacciona con rapidez.

2. Ansiedad

La anticipación de accidentes y desgracias a causa de la presencia de n precipicio hace que aparezca la ansiedad que es un estado de activación fisiológica y cognitiva en la que todo el foco de atención se concentra en los posibles peligros. Esto produce malestar y, además, impide pensar de manera tan racional como se podría hacer en otros contextos.

3. Pánico

Una oleada de miedo mediante la cual toda la actividad mental de la persona se dirige a experimentar la mezcla de sensaciones producidas por la anticipación del dolor o de la muerte y, a la vez, los estímulos sensoriales que llegan acerca de la situación presente y que, en el caso de la acrofobia, tienen que ver con la apreciación constante de la distancia que hay entre uno mismo y el fondo del precipicio o pendiente.

Cuando esta sensación de miedo es muy extrema y llega de forma abrupta, se pueden dar ataques de pánico.

4. Pérdida de control

Uno de los aspectos cognitivos de la acrofobia es la pérdida de control, es decir, la incapacidad de gestionar bien procesos ejecutivos como el manejo de la atención o el establecimiento de planes y secuencias de acciones consistentes.

5. Taquicardia

El aumento abrupto del pulso sanguíneo hace, además, que aparezca una sensación de falta de aire.

6. Dolor de cabeza

Una vez que ya han aparecido el resto de síntomas, es muy frecuente experimentar también dolor de cabeza, producido por los cambios en la presión sanguínea y por la sobre-activación del sistema nervioso.

Superar el miedo a las alturas

El miedo a las alturas patológico puede ser tratado mediante la intervención psicológica, gracias a la cual la mayoría de los síntomas remitirán (aunque en la mayoría de los casos no llegan a desaparecer del todo).

Las Terapias Cognitivo Conductuales son las que más eficacia han mostrado en ese sentido. En concreto, la exposición es muy utilizada tanto en esta como en otros tipos de fobias

Tratamiento de la acrofobia mediante la exposición

La exposición implica enfrentarse a la fuente del miedo gradualmente, estableciendo objetivos simples y a corto plazo.

Para hacer esto, se puede ir físicamente a lugares elevados (al principio, acompañados por el psicoterapeuta) o utilizar el recurso de la realidad virtual.

Cada vez que se supere un objetivo, como por ejemplo permanecer cerca de un precipicio durante 30 segundos, se pasa a una fase más complicada. De este modo, se para por una serie de pruebas ordenadas jerárquicamente según su nivel de dificultad, y los progresos se van acumulando. El paso por esta serie de situaciones marca una curva de dificultad ascendente.

Por supuesto, para realizar la exposición es imprescindible contar con la supervisión y la dirección de un profesional suficientemente instruido en estas técnicas y que esté dedicado al ámbito de la psicología de la salud.

Psicólogo

Licenciado en Sociología por la Universitat Autónoma de Barcelona. Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona. Posgrado en comunicación política y Máster en Psicología social.

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