Inteligencia: el Factor G y la Teoría Bifactorial de Spearman

El estudio de la inteligencia es uno de los temas que más interés atrae. Hoy repasamos el Factor G.

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El estudio de la inteligencia es uno de los temas que más interés atrae, y es fácil suponer los motivos por los que esto es así. Por un lado, la capacidad de adaptación a situaciones variadas es algo que se considera mucho en un mercado de trabajo cada vez más exigente y que busca siempre la máxima productividad por parte del trabajador.

Por otro lado, a un nivel mucho más subjetivo, la inteligencia ha pasado a ser una cuestión definitoria de la propia identidad y que afecta a la autoimagen y autoestima. Ahora bien, la inteligencia puede parecer un concepto demasiado abstracto y general para ser asible por la ciencia. ¿Cómo se afronta este problema desde la psicometría?

Los dos factores de la inteligencia

En el estudio de la inteligencia existen diferentes paradigmas, como por ejemplo el de la inteligencia fluida e inteligencia cristalizada. Sin embargo, es la Teoría Bifactorial del psicólogo inglés Charles Spearman (1863 – 1945) la que quizás ha tenido más notoriedad históricamente.

Spearman observó que las puntuaciones que los niños en edad escolar sacaban en cada una de las asignaturas mostraban una relación directa, de manera que un escolar que saque muy buenas notas en una asignatura tenderá también a puntuar bien en el resto de asignaturas. A partir de este hecho, ideó un modelo explicativo sobre la inteligencia apto para ser punto de partida de la medición del cociente intelectual (CI). A este modelo explicativo se le llama Teoría Bifactorial de Inteligencia.

Según esta teoría, la inteligencia, que es el constructo teórico que se mide mediante los tests en forma de CI, tiene dos factores:

Factor G

Un factor general de la inteligencia, el llamado Factor G, que es el fundamento esencial del comportamiento inteligente en cualquier situación por particular que esta sea.

Factores S

Una serie de factores específicos, que se pueden entender como habilidades y aptitudes que están presentes sólo en ciertos ámbitos de la vida y cuyos resultados no pueden ser generalizables a otros dominios.

Un buen ejemplo para explicar la Teoría Bifactorial puede encontrarse en el caso de los videojuegos Brain Training. Estos videojuegos parecen estar diseñados para mejorar nuestro Factor G mediante el juego. Es decir, unas horas de juego a la semana tendrían que producir el resultado en la persona que los juegue de una mayor inteligencia en cualquier situación. Sin embargo, parece ser que sólo actúan sobre los Factores S: uno ve un incremento en su habilidad a la hora de jugar, pero esta mejora no se generaliza a otros ámbitos, se trata de un aprendizaje específico cuyos resultados no van más allá del propio videojuego.

De lo abstracto al dato concreto

Podemos estar de acuerdo con Spearman en que si algo caracteriza la inteligencia es su naturaleza abstracta. En el estudio de la inteligencia se da la paradoja de intentar explicar algo que se define por cambiar todo el rato en su adaptación a los diferentes problemas que vivimos: nuestra capacidad de solucionar con éxito la serie infinitamente variada de problemas con escasos recursos (entre ellos, el tiempo). En este sentido, parece necesario dar cuenta de algo parecido al Factor G.

Ahora bien, al incluir un concepto dan abstracto como el factor general de la inteligencia, este modelo teórico se vuelve poco práctico si no se basa en el dato concreto, en aquello que encontramos empíricamente mediante las mediciones de CI. Por eso, además de acuñar el término Factor G, Spearman ideó paralelamente una estrategia para llegar empíricamente a valores concretos que lo definiesen. De este modo, a la hora de operativizar conceptos para construir herramientas de medición de inteligencias (el test de CI), el Factor G está definido como la representación de la varianza común a todas las tareas cognitivas que son medidas por el test. Esta estructura interna de las relaciones entre los datos se halla mediante el uso del análisis factorial.

Speraman pensaba que la inteligencia consistía en saber cómo realizar una serie de tareas y que las personas más inteligentes sabían hacer bien todas las tareas. Las diferentes tareas que proponía en el test de CI se podían organizar en tres grupos (visual, numéricas y verbales), pero todas ellas estaban correlacionadas. Este último factor, resultante del estudio de esas correlaciones, sería el significativo.

Por lo tanto, el Factor G que está reflejado por los tests es en realidad una medida cuantificable que sólo se puede hallar mediante operaciones estadísticas a partir de los datos en bruto recogidos en cada una de las tareas del test. En oposición a las llamadas variables observables, el Factor G de Spearman nos muestra una matriz de correlaciones entre variables que sólo se puede hallar mediante la técnica estadística. Es decir, hace visible la estructura de relaciones entre diversas variables para crear un valor general que estaba oculto, el valor del Factor G.

El Factor G, hoy

Hoy en día cada test de inteligencia se puede basar en diferentes marcos teóricos y concepciones de la inteligencia, precisamente por lo abstracto de este último concepto. Sin embargo, es común que estas herramientas de medida incluyan puntuaciones sobre ámbitos de competencia específicos (lenguaje, inteligencia espacial, etc.) en varios niveles de abstracción, y que ofrezcan también un Factor G como valor que resume la inteligencia general del individuo. Se puede considerar que muchas modalidades de medida de inteligencia son descendientes directas de la teoría de Spearman.

Los tests de CI tienen la pretensión de medir la inteligencia de forma psicométrica en función de las variables genéticas o “g”. Se trata de un indicador que suele utilizarse en entornos académicos o para detectar posibles trastornos del desarrollo (como por ejemplo los retrasos madurativos) y que también es usado para establecer relaciones de correlación entre el ambiente y los componentes genéticos de la inteligencia: el Factor G se ha visto correlacionado con la esperanza de vida, la posibilidad de encontrar trabajo y otros constructos de relevancia.

Críticas y discusión

Las críticas que se le pueden hacer son básicamente dos. La primera es que el factor general de inteligencia parece estar afectado por el sesgo cultural: la posición económica, el nivel educativo y la distribución geográfica de la vivienda parece afectar a los resultados de la inteligencia, y esta es una cuestión que no puede explicarse sólo por la variación genética. La segunda es que, por muy práctico que pueda resultar, el Factor G es insensible a las diferentes formas de manifestación de la inteligencia, las particularidades que hacen que cada persona desarrolle la conducta inteligente a su manera (algo que ha intentado corregirse desde el modelo de las inteligencias múltiples de Howard Gardner, por ejemplo).

Sea como sea, queda claro que el Factor G es un concepto muy interesante de cara a la investigación en psicología y ciencias sociales.

Psicólogo | Director Editorial de Psicología y Mente

Adrián Triglia (Barcelona, 1988) es Graduado en Psicología por la Universitat de Barcelona y licenciado en Publicidad por la misma institución.

Es cofundador y Redactor Jefe de la web Psicología y Mente, la mayor comunidad en el ámbito de la psicología y las neurociencias.

Autor de dos libros de divulgación científica:

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